Europa Press
Periódico La Jornada
Martes 12 de marzo de 2024, p. 6
Madrid. Investigadores de la Universidad de Yale proporcionaron la primera evidencia de un mecanismo biológico que explica cómo se producen los fósiles vivientes en la naturaleza.
En 1859, Charles Darwin acuñó el término fósiles vivientes para describir organismos que muestran poca diversidad de especies o diferencias físicas respecto a sus ancestros en el registro fósil.
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El nuevo estudio, publicado en la revista Evolution, muestra que los catanes, un antiguo grupo de peces con aletas radiadas que se ajustan a la definición de fósil viviente, tienen la tasa de evolución molecular más lenta entre todos los vertebrados con mandíbulas, lo que significa que su genoma cambia con mayor lentitud que el de otros animales.
Al vincular este hallazgo con el proceso de hibridación (cuando dos especies diferentes producen descendencia viable) de especies de gar en la naturaleza que compartieron por última vez un ancestro común durante la era de los dinosaurios, los investigadores demuestran que la lenta tasa de evolución de su genoma provoca su baja diversidad.
Demostramos que la lenta tasa de evolución molecular de los catanes ha bloqueado su tasa de especiación
, señaló en un comunicado Thomas J. Near, profesor de ecología y biología evolutiva en la Facultad de Artes y Ciencias de Yale y autor principal del artículo.
Básicamente, este es el primer caso en el que la ciencia demuestra que un linaje, a través de un aspecto intrínseco de su biología, se ajusta a los criterios de los fósiles vivientes.
Los investigadores especulan que los catanes tienen un aparato de reparación del ADN inusualmente fuerte, lo que les permite corregir mutaciones somáticas y de la línea germinal (alteraciones del material genético que ocurren antes y después de la concepción) de manera más eficiente que la mayoría de los otros vertebrados.
Si se confirman, estos hallazgos podrían tener profundas implicaciones para la salud humana, agregó Near, curador oceanográfico de ictiología de Bingham en el Museo Peabody de Yale.
La mayoría de los cánceres son mutaciones somáticas que representan fallas en los mecanismos de reparación del ADN de un individuo. Si más estudios demuestran que los del catán son extremadamente eficientes y descubren qué los hace así, podríamos empezar a pensar en posibles aplicaciones a la salud humana.