La historia de Cuba está cantada. Cuando Perucho Figueredo compuso nuestra marsellesa, lo hizo disfrazándola de marcha religiosa. Incluso llegó a tocarla en la iglesia mayor, durante la celebración del Corpus Christi, en presencia de las autoridades españolas. Ellos, por supuesto, sospecharon. Aquella melodía encerraba demasiada fuerza y pasión para ser simplemente un himno dedicado al Señor. Citaron al director de la orquesta y al propio Perucho. Pero sus interrogadores no sabían nada de música y el creador de nuestro himno nacional se salió con la suya. Cuando, poco después, le incluyó la letra, montado en su caballo, ya no quedaba ninguna duda de que La Bayamesa era una marcha de combate.
Hace algunos años, los estudios Anima, de Holguín, me encargaron un guion para un dibujo animado sobre la historia de nuestro himno. Lo escribí hablando del presente, no del pasado. Puse los mismos diálogos con los que conspirábamos en silencio contra la dictadura. Ellos cayeron y creo que incluso llegaron a estrenar el corto en la Mesa Redonda. No sé si seguirán poniendo en la televisión cubana un material sobre el himno nacional donde mi nombre encabeza los créditos finales.
No sé si seguirán poniendo en la televisión cubana un material sobre el himno nacional donde mi nombre encabeza los créditos finales
- CHECALO -
Volviendo a nuestro asunto de hoy, durante la República se dieron varias batallas musicales, y quizá la más famosa de todas sea La Chambelona. Gobernaba por entonces el tercer presidente cubano, el matancero Aurelio Mario Gabriel Francisco García Menocal y Deop.
El Mayoral, como lo apodaban, había nacido en Jagüey Grande, en 1866. Su familia se exilió durante la Guerra de los Diez Años y el joven Mario se graduó como ingeniero civil en Estados Unidos. Llegó a formar parte de un ambicioso proyecto del que todavía hoy se discute: el canal de Nicaragua.
Al regresar a Cuba se unió rápidamente a la guerra de Martí, llegando a alcanzar los grados de mayor general. Fue uno de aquellos nueve generales cubanos que fueron invitados al cambio de poderes, después de finalizada la contienda. También fue jefe de la Policía en La Habana durante la primera intervención norteamericana, así como inspector general de Obras Públicas. Se alejó por un momento de la política, dedicándose a administrar el central Chaparra, en Las Tunas. Pero los conservadores necesitaban a un líder como él.
Como candidato conservador, perdió las elecciones frente a José Miguel Gómez, pero triunfó frente a Zayas en 1912. La Primera Guerra Mundial benefició al país con el aumento del precio del azúcar. Durante su gobierno se creó la moneda nacional. El peso cubano fijó al dólar norteamericano como referente y usó como patrón la plata. Si Menocal saliera de su tumba y viera hoy lo que vale un peso, se volvería a morir.
Cuando El Mayoral intentó reelegirse, comenzó la revolución de La Chambelona. El pegajoso tema, a ritmo de conga, estaba inspirado en una vieja tonadilla española. Hay quien dice que venía de Chambas, de ahí su nombre, pero eso no está demostrado. Tampoco queda claro quién fue el autor original, de modo que no hubo escándalo por problemas de derecho de autor. La Chambelona se convirtió en un himno liberal. El propio José Miguel Gómez detuvo su marcha hacia Occidente para bailar a todo tren La Chambelona en el poblado de Majagua.
Tanto baile, tal vez, hizo que lo apresaran junto a su hijo y lo llevaran hacia La Habana. Los asesores de Menocal quisieron humillarlo aún más
Tanto baile, tal vez, hizo que lo apresaran junto a su hijo y lo llevaran hacia La Habana. Los asesores de Menocal quisieron humillarlo aún más. Querían que caminara esposado por el Paseo del Prado y El Malecón hasta el carro jaula. Pero el presidente, ese al que los historiadores oficialistas despojan de toda virtud, dijo lo siguiente: «Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso es un general de la Independencia. Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso es un mambí que se cubrió de gloria en el combate. Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso fue mi amigo y mi compañero en la guerra».
En los tiempos recientes los cubanos hemos tenido otros himnos, desde Nuestro día (Ya viene llegando) de Willy Chirino hasta Patria y Vida, cantado en las calles durante el 11J. El régimen ha intentado emular esas canciones con algunas torpezas musicales compuestas por Raúl Torres, quien no solo perdió todas las musas, sino que ganó cientos de miles de «no me gusta» en YouTube.
Canel, que ni es poeta ni en el aire las compone, tal vez tararee en el baño algunos versos de La Chambelona. Tal vez se diga a sí mismo, medio desafinado: «Yo no tengo la culpita, ni tampoco la culpona».
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