Estados Unidos está a nada de regresar a la Luna. En muy pocas semanas, y por primera vez en más de 50 años, una nave norteamericana intentará llegar a la superficie lunar. Un hito no menor y que estará a cargo del módulo Peregrine, de la empresa Astrobotic. Este esfuerzo privado forma parte de los preparativos de Artemis, el programa que espera llevar astronautas al satélite natural de la Tierra en 2025.
Por supuesto que hablamos de una misión sin tripulantes, pero con una importancia histórica innegable. Si Astrobotic logra su cometido y aluniza con éxito, será la primera empresa privada en lograrlo. Es cierto que el demostrador israelí Beresheet, de la firma IAI, lo intentó en 2019, pero terminó estrellándose contra la superficie por un fallo técnico. Peregrine llevará más de una veintena de cargas a la Luna, algunas de ellas serán experimentos y tecnología del programa CLPS de la NASA.
Si todo sale como está planeado, Estados Unidos volverá a la Luna el próximo 25 de enero. Peregrine se encuentra desde fines de octubre en Cabo Cañaveral, Florida, a la espera de su lanzamiento al espacio. El módulo de Astrobotic viajará en el vuelo inaugural de Vulcan Centaur, el nuevo cohete de ULA, la alianza entre Lockheed Martin y Boeing.
Lo curioso es que pasará prácticamente un mes completo entre el despegue del Vulcan Centaur y el intento de alunizaje de Peregrine. El lanzamiento está programado para el próximo 24 de diciembre. La nave luego viajará por algunos días hasta alcanzar la órbita lunar, aunque la principal demora antes de llegar a la superficie será para asegurarse de que las condiciones de luz sean óptimas en el sitio elegido para el alunizaje.
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La misión de Astrobotic juega un papel crucial para el regreso de Estados Unidos a la Luna
En Estados Unidos siguen con mucha atención todo lo que suceda con la misión de Astrobotic y el módulo Peregrine a la Luna. No solo por la importancia para el futuro del programa Artemis, sino para recuperar su lugar en el ámbito de la exploración de nuestro satélite natural.
En los últimos años, otros países como China e India han conseguido llegar a la Luna con éxito, y Estados Unidos no quiere quedarse atrás. No olvidemos que los norteamericanos no han vuelto a la superficie lunar desde el Apolo 17 en diciembre de 1972. Todas las misiones posteriores fueron con orbitadores o con sondas que volaron cerca del satélite.
Desde Astrobotic son conscientes de la importancia de esta misión. La compañía pretende realizar un «alunizaje suave» completamente automatizado; es decir, sin intervención humana desde la Tierra. Peregrine llegará a los domos Gruithuisen, que la agencia espacial de Estados Unidos ha calificado como un «enigma geológico» de la Luna. Allí, el módulo realizará sus labores durante un lapso de 10 días.
John Thornton, CEO de la compañía norteamericana, se mostró ilusionado, aunque con algo de miedo, por la importancia de esta misión. «Uno de los grandes desafíos de lo que estamos intentando aquí es lograr un lanzamiento y alunizaje por una fracción de lo que costaría de otro modo. Solo alrededor de la mitad de las misiones que han ido a la superficie de la Luna han tenido éxito. Por lo tanto, es ciertamente un desafío abrumador. Estaré aterrorizado y emocionado al mismo tiempo en cada etapa de esto», aseguró esta semana.
Pero no toda la presión para que el regreso de Estados Unidos a la Luna después de 50 años sea un éxito está sobre Astrobotic y Peregrine. El Vulcan Centaur también tendrá que cumplir su parte, después de varios años de retrasos e inconvenientes causados principalmente por los motores BE-4 desarrollados por Blue Origin. El cohete, que aspira a reemplazar al Delta IV Heavy y al histórico Atlas V, tendría que haber despegado por primera vez en 2019.
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