Orizaba, Ver.- Hace 25 días, cuatro peregrinos salieron, en bicicleta, desde su pueblo, José María Morelos, en Quintana Roo, para llegar a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.
Ahí, le agradecieron a la Virgen Morena por la salud de sus familias. Ahora van de regreso luego de cumplir la manda, cada uno carga en hombros una imagen de la guadalupana que mide 1.5 metros de altura y pesa alrededor de 25 kilos. Recorren 3 mil kilómetros en total, por carretera.
La historia de los jóvenes es la misma, cruzan la República Mexicana en medio de peligros, inseguridad y el clima en una travesía extraordinaria, donde lo único que los sostiene es la fe en la Virgen de Guadalupe.
Cuándo comenzó la trevesía de los peregrinos
- CHECALO -
Recuerdan que a principios de noviembre emprendieron el viaje, que tiene una duración de cuarenta días, de ida y vuelta, en el que comparten fe, esperanza y caridad.
Dos de ellos, trabajan; los otros, estudian; pero todos, pidieron permiso en su casa y su trabajo para cumplirle a la Virgen Morena la promesa de cada año: visitarla en su casa, en noviembre.
En su bicicleta, los peregrinos transitan por caminos montañosos, con neblina, frío y tráfico vehicular pesado. “Pedaleamos con fe, la Virgen de Guadalupe nos protege y cuida”, dijeron.
Pedalean 12 horas, de las 7 de la mañana a las 7 de la noche, en ese tiempo se detienen tres veces a descansar. El que lleva al grupo es quien marca el paso. Dice que en Orizaba se detienen a descansar por la noche, en una vivienda donde les prestan un espacio para protegerse del frío y la lluvia. Comen en alguna tienda de conveniencia y durante el camino se cuidan de la inseguridad.
Relatan que hace cinco días estuvieron en el Santuario de la Virgen Morena, en la CDMX. Allá compraron las imágenes, asistieron a la bendición de las mismas, las amarraron a su espalda y emprendieron el viaje de regreso. Cada una de las imágenes pesa alrededor de 25 kilos, lo que aumenta el cansancio, la tensión y la fatiga, que, aseguran, se disipa tras una oración.
Señalan que la gente los respeta, cuida y ayuda. Así, durante la travesía comparten no sólo los peligros, sino también una experiencia religiosa con su familia, al llegar a su hogar.
Todos crecieron con ese tipo de expresiones de fe en su familia y, en el amor a la Iglesia y, aunque han peregrinado, para unos es la primera ocasión que van en bicicleta a la Casita de la Virgen de Guadalupe.
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