Holguín/Tras dos semanas sin poder apenas levantarse de la cama y una madrugada con sueros de hidratación en el Hospital General Universitario Vladimir Ilich Lenin de la ciudad de Holguín, Isabel, de 64 años, parece haberse librado del dengue aunque todos sus papeles médicos indican «síndrome febril agudo», el eufemismo impuesto por Salud Pública para evitar dejar registro de la incidencia actual del virus en la Isla.
«Mi yerno es médico y desde que vio que tenía petequias en la zona abdominal, fiebre alta y también el hígado inflamado, me diagnosticó en casa», explica Isabel a 14ymedio. Con la revisión clínica lograda a través de un familiar directo, la holguinera siguió también las indicaciones de este galeno: reposo, mucho líquido y permanecer bajo un mosquitero para evitar las picaduras que contagiaran a otros.
«No fui al hospital en los primeros días porque me iban a decir lo mismo que ya me había dicho mi yerno. Todo el mundo sabe lo deteriorados que están los hospitales, y hay mucha gente recargando los Cuerpos de Guardia con síntomas como los míos». Pero, cuando ya iba por el séptimo día con fiebre alta, “empecé a sentirme muy débil y con el abdomen muy inflamado, así que me decidí a ir».
- CHECALO -
Isabel llegó al hospital Lenin y se topó con todo el Cuerpo de Guardia «lleno de gente con los mismos síntomas»
Isabel llegó al hospital Lenin y se topó con todo el Cuerpo de Guardia «lleno de gente con los mismos síntomas». Esperó pacientemente su turno a pesar de las molestias que le impedían sentarse o acostarse. «Tenía el hígado y el bazo tan inflamados que solo podía estar de pie porque si me sentaba me dolía mucho, pero parada me cansaba bastante, fueron horas muy difíciles».
«Lo primero que me dijeron es que no había reactivos para hacer pruebas de detección de dengue, así que nunca iba a saber exactamente qué tenía», recuerda. «Era muy angustiosa la situación, porque si algo me pasaba yo quería que mi familia supiera, al menos, por qué había sido. Pero cada vez que decía la palabra ‘dengue’ los médicos y enfermeras me hablaban bajito y cambiaban la conversación. Me dio la sensación de que les tienen prohibido decir el nombre de ese virus».
El tiempo de espera se alargó porque «había poco personal médico, las camillas estaban todas ocupadas y a cada rato tenían que pasar a un paciente por encima de los otros de la cola, porque se descompensaba y tenía una recaída», cuenta la mujer. «El panorama me recordó a lo que se vivió con la pandemia de covid-19”.
Finalmente, Isabel logró ser atendida por un estudiante extranjero que hacía prácticas en ese hospital. «Fue muy amable pero no tenía nada para darme, solo me dijo que estaba deshidratada y que mi situación era delicada aunque no tan grave como otros pacientes que había visto. Me recomendó conseguir cuanto antes todo lo necesario para ponerme un suero salino».
La familia de Isabel se lanzó a buscar desde el propio suero, pasando por el catéter hasta una camilla donde pudiera recibir el medicamento. «Entre una cosa y otra, mi hija gastó esa noche más de 5.000 pesos cubanos». Antes de la madrugada, la mujer ya estaba acostada y con el suero pasando por una vena en su brazo izquierdo. «Eso me salvó la vida».
Al lado de la casa de la familia de Isabel en el Reparto Peralta, un anciano de 86 años falleció después de presentar síntomas muy similares
En el certificado médico que pidió para presentar en su trabajo, por los días sin presentarse, y en el tratamiento que el galeno escribió detallando los síntomas, una frase llamó la atención de Isabel. En lugar de dengue, el padecimiento era descrito como «síndrome febril agudo». Preguntó al médico y mostró las petequias que tenía en la piel del abdomen, las piernas y los brazos. Pero la respuesta fue más burocrática que científica: «Eso es lo que nos han mandado a poner, no se puede escribir dengue en ninguna parte».
Al lado de la casa de la familia de Isabel en el Reparto Peralta, un anciano de 86 años falleció después de presentar síntomas muy similares a los de la holguinera de 64 años. «El certificado de defunción que le entregaron a la familia dice que fue un paro cardíaco tras un cuadro de síndrome febril agudo». Lo poco exacto del diagnóstico ha dejado en ascuas a su familia. «También podría ser el virus de Oropouche pero no nos dicen nada».
Una doctora que trabaja en el Hospital Pediátrico de Holguín confirma la avalancha de pacientes con fiebre y síntomas asociados al dengue o al Oropouche. «No le podemos decir a los padres lo que creemos que tiene el niño, la orientación es poner en todos los papeles ‘síndrome febril agudo’», comenta a este diario bajo la condición de anonimato.
La galena cree que esa orden obedece a dos razones: «evitar que los números del dengue en Cuba que se reportan a organismos internacionales se disparen demasiado y eso afecte el turismo. Además, ellos quieren [las autoridades del Ministerio de Salud Pública] que la gente no se angustie creyendo que estamos en una epidemia, no se puede provocar alarma porque ‘el país no está como para crear más ansiedad en el pueblo’, fue lo que nos dijeron en una reunión».
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