La Habana/A los numerosos derrumbes en La Habana ocasionados por las intensas lluvias de los últimos días se unió, la noche de este domingo, otro en uno de los inmuebles más emblemáticos de la capital, el Edificio Manzanares. Alrededor de las 9:20 pm, un patinejo se desplomó, arrastrando a su paso toda la zona de baños y cocinas de los pisos inferiores, en el número 912 de la calle San Francisco, una de las entradas del enorme inmueble.
No hubo fallecidos ni heridos, a pesar de que fueron al menos tres los apartamentos afectados, pero los vecinos, este lunes, estaban desolados por haber perdido numerosas pertenencias, según atestiguó 14ymedio. “¿Qué más muertos quiere? Se murió mi frío, se murió mi lavadora, mi televisor está fallecido, las camas con ropa”, lamentaba con sorna uno de ellos.
Pudieron salir porque empezaron a caer pedazos del techo y lograron salir a toda velocidad. «La fachada quedó intacta, pero por dentro, le dio un infarto al edificio», contó otro.
Levantado en 1944 y con un mercado en sus bajos con el mismo nombre, el Manzanares es un ejemplo del art déco cubano y uno de los símbolos de Centro Habana, en el lugar donde confluyen las esquinas vitales de Carlos III, Infanta y Ayestarán. El derrumbe parcial de este domingo ocurrió en uno de sus laterales, uno de los más destartalados, a diferencia de la fachada principal, donde el color azul reciente da la ilusión de estar bien cuidado. “Sí, tiene pintura por fuera, pero está podrido por dentro”, explicaba otra de sus residentes afectadas por los escombros.
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Numerosos curiosos se acercaron al lugar esta mañana y comentaban con asombro cómo pudo la indolencia dejar que se venga abajo el que fue uno de los edificios más hermosos de la capital. Así lo comentaba María, vecina del mismo barrio: “Nuestro sueño para todos los que vivíamos en cuarterías era vivir en el Manzanares, pero, ironías de la vida, el solar donde yo nací sigue en pie y nuestro sueño habitacional se está cayendo”.
El suceso, no obstante, es algo largamente anunciado. La zona, una de las más importantes comercialmente de la capital, lleva sufriendo durante años la merma de sus más importantes edificios, como el 909 de Carlos III, cuyo precario estado fue documentado hace ya tres años por este diario.
La cafetería situada en los bajos del Manzanares tuvo que ser cerrada hace meses precisamente por el peligro que suponía, y solamente los mendigos, que suelen vender pequeñas cosas, se atreven a dormir en sus portales. Sin embargo, no se ha cancelado en ningún momento el alquiler de los apartamentos turísticos que alberga el inmueble.
Este lunes salió el sol, pero, como ya temían los habaneros, aún están por verse todas las consecuencias de las intensas lluvias de los últimos días.
En muchas esquinas de Centro Habana, La Habana Vieja y Cerro el panorama sigue siendo desolador: montañas de basura que la lluvia no pudo arrastrar, fetidez y pozos de agua junto a los desechos, mientras las alcantarillas están cubiertas de bolsas de nailon, latas de cervezas, pomos de plásticos y escombros.
Mientras los habaneros se afanan en limpiar alcantarillas de basuras y secar como pueden sus electrodomésticos mojados y echados a perder, las autoridades parecen ajenas al desastre.
La única aparición de Liván Izquierdo Alonso, primer secretario del Partido Comunista en la provincia; de Yanet Hernández Pérez, gobernadora de La Habana, y del general de división Ernest Feijóo Eiró, jefe del Ejército Occidental, fue para “supervisar” el Día Territorial de la Defensa en el municipio de Plaza de la Revolución.
No hubo ni una palabra sobre las lluvias y sus consecuencias pero sí llamados a la “vigilancia revolucionaria” como “parte indispensable de la guerra de todo el pueblo” y a la producción “para garantizar la alimentación de la población en circunstancias determinadas por la defensa ante un ataque enemigo”.
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