GUADALAJARA. Uno de los géneros del cine que más se ha adaptado a través del tiempo, que se mantiene vigente y es de los más consumidos, es el porno.
Así lo refleja el autor Juan Solís en una investigación que realizó durante siete años para concretar su libro “El cuerpo del delito/ Los delitos del cuerpo”, en el que muestra la colección de cine pornográfico “callado” de la Filmoteca de la UNAM.
Su trabajo explora varias décadas, desde los años diez hasta los cincuentas, donde incluye un conjunto de cortometrajes pornográficos realizados en México y otros lugares del mundo durante la primera mitad del siglo XX, pero que no forman parte de la historiografía del cine mexicano.
“México es el segundo país más consumidor de pornografía en el mundo y esto se supo durante la pandemia ya que grandes sitios web con este contenido abrieron sus cuentas y empezaron a generar estadísticas, lo que arrojó este resultado”, afirmó Solís en conferencia de prensa.
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“Fue un trabajo de archivo muy fuerte, no iba a encontrar ningún material en la Secretaría de Gobernación porque para hacer este tipo de películas ni pedían permiso, en realidad encontré todo en archivos judiciales, en el Archivo General de la Nación. En varios expedientes de las redadas de pornógrafos en los años 30 es donde encontré casi todo el material y en los pocos ejemplares que hay de la revista ‘Forma’, ahí encontramos esos datos. Prácticamente la mitad de mi investigación tiene que ver con el material físico, la Filmoteca me dejó revisar varias películas”, agregó el doctor en Historia del Arte.
Dentro de su trabajo, Solís encontró que el género femenino es el que recibe mejores ingresos por las películas.
“La que trabaja más en términos marxistas es el cuerpo femenino, es el que se exhibe más y que tiene más encuentros sexuales en una sola filmación a diferencia del hombre”, indicó.
Y, en cuanto a la trama la escena que más genera ganancias es la eyaculación del hombre ya que, de acuerdo con el escritor, el espectador paga por “ver sexo real con culminaciones fisiológicas”.
Dentro del rubro pornográfico también se tiene una oferta variada, esto incluye contenidos en animación. Desde hace algún tiempo, la industria se ha inclinado por explorar en contenidos con personajes animados conocidos, ya sea de caricaturas o películas infantiles. El escritor considera que este género se presta a recrear fantasías.
“En la animación puedes hacer cosas que evidentemente no se pueden hacer en el porno actuado, por ejemplo, hay películas donde el pene cobra vida y corretea a una vulva, es un lenguaje que siempre ha existido, en Japón hay muchísimas películas en animación, yo no dudo que podamos encontrarnos hasta stop motion”, dijo.
Finalmente, Solís concluye que, en la actualidad es mucho más fácil generar contenidos porno gracias a la inmediatez de las redes sociales, así como lo sencillo que es grabar el contenido a través de dispositivos móviles.
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“Hoy en día, la pornstar ya no tiene que firmar con una compañía para generar contenidos porque además la compañía ¿qué va a sacar?, mejor ella o él hacen su propia industria porque finalmente es su cuerpo lo que se está vendiendo, ahora se genera de manera independiente, estamos hablando ya de una autonomía laboral”, concluyó.
El libro se presentó como parte de las actividades de la edición número 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, mismo que finaliza el 15 de junio. Éste ya puede ser adquirido en librerías.
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