«Si los del PRI y el PAN quisieran sacar a Morena del poder, Xóchitl Gálvez debería declinar, dice Jorge Álvarez Máynez, más en tono de burla, que en serio.
Si es con la idea de que el país se acabará con otros seis años del Movimiento Regeneración Nacional dirigiendo el destino de los mexicanos, eso no pasará, pues considera que el PRI no pudo destruirlo en 80 años. “El país no se va a acabar”.
Eso sí, dice que si se suman, no aceptará ni a Alito, ni a Marko, ni a Beltrones en el sexenio próximo. La sonrisa de Máynez no tiene nada que ver con ingenuidad, aunque parezca y la trate de mantener todo el tiempo, como forzada.
Uno de sus grupos favoritos es El Haragán, esos que cantan la de No estoy muerto, la Muñequita sintética y la de Él no lo mató, hoy ya himnos de los marginados, de los obreros, de los de la periferia de las ciudades que al más estilo punk de Gran Bretaña de hace unas décadas, no ven un futuro claro, ninguna solución a la vida que les tocó. Cuando lo visitamos, estaba a punto de irse a un concierto de Porter, esa banda de Guadalajara que se hizo famosa por su vocalista que desafió los buenos modales de los rockeros de la Ciudad de México. Está más inclinado por el rock, por influencia de una hermana mayor. En su oficina, en la colonia Nápoles, tiene obras de Sergio Garval, un artista contemporáneo mexicano del que sus asesores le recomendaron guardarlo durante la campaña, tal vez por la fuerza que representa en un momento en el que el candidato trata de no ofender a la generación de cristal. Pero ahí están sus cuadros y también una escultura que podría describirse como trágica de gran tamaño. Tiene libros de Nettel, de Barnes, McEwan, Kapuscinski, Padura, y de Judith Butler. También El Silencio que nos une, de Pablo Berthely Araiza.
- CHECALO -
“Sostenemos que hay una mayoría silenciosa que no es parte de la polarización. Y tenemos evidencia para creerlo. La inmensa mayoría de las y los mexicanos no forma parte activa del intercambio de insultos, adjetivos y etiquetas que la clase política protagoniza todos los días en las redes sociales, los medios de comunicación y los debates institucionales, como los que se dan en el Congreso”, escribe en su libro México nuevo, mismo que nos entrega durante la entrevista cuando le preguntamos por las propuestas concretas en el tema de seguridad en caso de que llegue a la presidencia.
Dice que las edades te pueden decir mucho de las personas o nada, porque puede haber gente de mayor edad, como la política estadounidense Elizabeth Warren, o el expresidente uruguayo Pepe Mújica, que tienen una mentalidad realmente disruptiva. Y jóvenes muy conservadores. Los políticos mexicanos viejos, dice, abandonaron la justicia intergeneracional, no por invento de él, así le llaman. “Es no pensar los problemas a la luz de las próximas generaciones. Eso ha ocasionado muchos problemas de medio ambiente, cambio climático, es el más evidente, muchos problemas en atención a las primeras infancias, que en México se tienen completamente abandonadas. El abandono de los jóvenes. Tenemos una tasa de absorción de educación superior del 43 por ciento, el promedio de América Latina es 54 por ciento que ya es bajo, porque el promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es de 77 por ciento”.
Jorge Álvarez Máynez, el primer candidato a la presidencia de México en la historia de Movimiento Ciudadano, comienza a soltar una especie de guión memorizado que coincide con su libro. Lo tiene estudiado. Pero claramente está centrado en los jóvenes. En no atacar a sus contrincantes. Habla de la exclusión de los jóvenes de la vivienda, de las largas jornadas laborales.
“Por eso nos hemos concentrado en la campaña en las universidades. Llevamos recorridas ahorita 40 universidades, es la cifra más alta en cualquier campaña presidencial en la historia de México. Todavía vamos a ir, espero, a cinco más, pero ya hemos ido a 40”.
Dice que han logrado un involucramiento de los jóvenes que, sostiene, no es que no quieran participar en la política o en la vida pública, sino que no quieren participar en “esa política”, en esa “vida pública”. Se notó en el segundo debate. Rompió el récord de audiencia, algo que no se daba desde 1994. “Yo se lo atribuyo a que vi a muchos jóvenes, a muchos adolescentes”.
Para Álvarez Máynez, ese voto es poderoso, el voto joven varía según el enfoque, pero considera que está entre 30 y 40 por ciento del padrón. Varía porque algunos se consideran jóvenes hasta los 29 años, o hasta los 35 años, depende de dónde se haga el corte, la medición. ¿Por qué no ataca directamente a Sheinbaum y a Xóchitl? ¿Por qué su sonrisa? ¿Cuál es su target?
“Lo que me dicen mucho los jóvenes, sobretodo las mujeres, algo que nos ha hecho crecer mucho, es que el grado de ofensas, de insultos, adjetivos que han utilizado ellas, entre ellas, que ratera, que mentirosa, corrupta, que muchas cosas que se dicen en los debates, y que nosotros hayamos irrumpido con un lenguaje de propuestas, de inclusión, el tema de la lengua de señas funcionó como una herramienta de visibilización para personas que normalmente no se sienten incluídas en la discusión pública”, ataja el candidato.
Tiene mucho que ver con los temas, las causas, las agendas
Para entender lo que hace Jorge Álvarez Máynez en campaña, debemos pensar como alguien menor a 30 años, a ellos va dirigido el mensaje, la sonrisa, las señas y propuestas. Habla de medio ambiente, educación, el tema de las becas, ellos incluso plantean un bono cultural, para estudiantes de media superior y superior, que les permita asistir a espectáculos artísticos. “Necesitamos formar públicos, necesitamos que la cultura en México vuelva a tener un papel distinto. Se ha reducido mucho el presupuesto para cultura en este país, y si tú no involucras a los jóvenes en actividades culturales, después es muy difícil que tengan ese hábito. La salud mental es otro tema que preocupa mucho a las juventudes, que con la pandemia se agravó. La vivienda, que te lo comentaba, las pensiones, están muy preocupados porque dicen ‘estamos trabajando para la jubilación de nuestros tíos, de nuestros papás, de nuestros abuelos. ¿Quién va a trabajar para nuestra pensión?’”.
Máynez trata otra vez de meterse en su guión. Propuestas memorizadas, aunque con un golpe efectivo en sus audiencias objetivo. Le preguntamos por la suavidad de sus palabras. Dice que es importante entender la sensibilidad de las nuevas generaciones. Habla de los conciertos, o festivales como les llaman hoy en día, como espacios de moda a donde los jóvenes van en busca de música, relajación, distanciamiento de la precariedad de vida que generó el mercado. “Esa sensibilidad yo creo que es positiva. Yo creo que los jóvenes están reeducando a los millenials, que es mi generación, a la generación X, porque… está bien, dices, ya no se puede decir nada, pero sí había mucha misogínia, sí había mucha homofobia, los chistes, a nosotros nos tocó muchísimo, disfrazado de humor, pues había una discriminación estructural, racismo. A nosotros todavía nos tocó que de niños le dijeran mongol a las personas con una discapacidad, o que hubiera burlas con el down o las preferencias u orientaciones sexuales de las personas, creo que sí es una contribución que esa generación está haciendo en la sensibilización”.
Desde esa posición, le pedimos su lectura de algunos personajes políticos.
De Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, dice:
“Su contribución es innegable. Un líder social que cambió la historia de México. Yo sí creo eso. Yo lo seguí mucho en la etapa del desafuero. Me gustaba mucho ese López Obrador. Me gustaba mucho el López Obrador que le decía amor y paz al Presidente. El López Obrador de la república amorosa. Fui muchas veces al Zócalo. Ese tono, incluso ese jefe de Gobierno, te diría, me gustaba mucho. Creo que hubo muchos factores que contribuyeron para que fuera distinto. Pero yo me acuerdo de López Obrador inaugurando el Segundo Piso. Con el Cardenal, con los medios de comunicación, con Slim, con la gente. Era un conciliador. A mí no me gusta el tono de ahora. Aunque sea popular. Aunque se lo festeje la gente, pero su tono hacia los medios, hacia la disidencia, hacia quien lo critica. No me gusta la deriva que ha tenido el ejercicio del poder en él, no me gusta cómo de ser alguien… yo me acuerdo que en el 2006 no quiso pactar con Elba Esther, no quiso pactar con Moreira, no quiso pactar con el sector del PRI que quiso apoyarlo… con varios gobernadores que lo buscaron (…) Y ahora, pues metió a todo lo peor. Tú vas a Quintana Roo y los que estaban con Borge están con López Obrador, vas a Chiapas y los que estaban con Manuel Velasco están con López Obrador (…) Creo que al país le hace falta pensar qué es lo que sigue después de López Obrador”.
Habla de Claudia Sheinbaum:
“No me gusta su gobierno de la Ciudad. No creo que le dio resultados. Creo que descuidó temas importantísimos como el Metro. Creo que no es una persona con sensibilidad social. Le cuesta mucho acercarse a las personas. Le cuesta mucho esa cercanía, esa empatía. Ese tener calle. Siempre está en un escenario controlado. Como tú dices, se parece mucho su campaña a las viejas del PRI. Organizadas por los gobernadores. Pero le reconozco que cuando menos, ha sido más respetuosa en la campaña. Cuando menos no ha hecho el ridículo. Lo que sí es que ha violado la ley, porque hizo campaña mucho antes de que pudiera legalmente hacer campaña. Montó espectaculares, bardas, y eso pues desde mi punto de vista la inhabilitaría para ser presidenta de México”.
Y explica lo que piensa de Xóchitl Gálvez:
“Fíjate que ella es al revés, porque a Xóchitl yo la estimaba, pensé que iba a tener integridad, congruencia, y creo que en la campaña todo lo que había ganado en su vida, no sé si sea por asesores, no sé si sea así realmente, no sé por qué, no sé si se haya traicionado a sí misma, pero pues es una Xóchitl más cercana a Alito y a Marko, que de la idea ciudadana que en algún momento quisieron vender, de Claudio X González, al de los grupos de interés, de los poderes fácticos, a mí me parece que, lo que tú decías ahorita, cuando dice majaderías, insulta a los demás… cuando tú insultas a alguien, ofendes a alguien, no ofendes a esa persona, te ofendes a ti mismo, porque el que califica se califica, el que descalifica, se descalifica. Lo que tú lanzas contra los demás es algo que… es como si fuera un espejo…”.
—¿No vamos a ver a un Máynez salvaje entonces?—, pregunta el reportero.
—Sin duda he tenido malos momentos, y los tendré, pero siempre trataré de tener un respeto por mi vocación, y además yo tengo muchas razones para estar agradecido, estar feliz. Soy un absoluto privilegiado de la vida. Tengo dos hijos sanos. Trabajo en lo que me gusta, el servicio público. No sé por qué a veces están tan frustrados los políticos, cuando tienen tantos privilegios.
Sobre Alejandro Moreno dice: “Es lo peor de la política y ha destruído al PRI. Dante Delgado dice que tiene más amigos en el PRI que Alito y tiene toda la razón”.
—¿Cuál es tu respuesta razonada a este asunto que plantearon Colosio y Alito, de la declinación?-.
Máynez se toma un momento, suprime un rato su sonrisa. Responde:
“Tienen bastante influencia los poderes fácticos. Mucha gente está hablando de eso pero en contra. A mí ahorita en el Metro lo que más me gritó fue: No declines, no declines… Porque no le ven sentido. Porque no lo tiene. Yo te diría hay dos cosas racionalmente. Dos respuestas. Una es que primero para mí eso no es la política. Porque un poco la polarización lo que provoca es: Mucha gente no va a votar por Sheinbaum porque la admire, porque les caiga bien, por sus propuestas, sino porque odia al PRIAN, porque 80 años de malos gobiernos hicieron que haya un rechazo absoluto de 60, 70 por ciento de los mexicanos al PRIAN. Y esa es la razón por la que van a votar por Sheinbaum. Y otro sector, a lo mejor minoritario, es menor, pero también importante, no va a votar por Xóchitl porque le gustan los candidatos del PRI o del PAN, sino porque tienen un desprecio, un enojo, un rencor, sobretodo con el Presidente y con Morena. Entonces van a votar contra Morena o contra el PRIAN. Pero mucha gente pues quiere votar por las soluciones para los problemas de sus hijos. Por un programa de movilidad para la ciudad. Por un programa de vivienda social.
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“No toda la gente está tan enojada, ni tan ensimismada en ese debate, porque hay una mayoría silenciosa, que quiere sensatez, que quiere matices, que quiere propuestas. Es como en las cenas de Navidad. A lo mejor tú tienes un tío súper obradorista. Una tía súper antiobradorista. Y a lo mejor esos tíos hablan durante 80 por ciento del tiempo en la cena de Navidad porque se gritan, porque se dicen cosas, pero a lo mejor ahí hay siete u ocho personas, que dicen que a lo mejor hay siete u ocho cosas que hizo bien López Obrador, creen que están mal otras, no siento que vivamos en Cuba, no siento que vivamos en Venezuela, tampoco siento que vivamos en Dinamarca, o Noruega y que se acabó la corrupción, creo que esa mayoría silenciosa está encontrando una representación en nuestra candidatura. Por eso la idea de declinar por una opción, en la idea de lo que dice Alito, que se va a acabar el país si hay seis años más de Morena, si no se lo acabaron ellos en 80 años, el país no se va a acabar”.
Esa es una respuesta, dice. La otra, explica, es cómo perciben las tendencias, dice que no hay una sola encuesta que no les marque un crecimiento de todo tipo. Si ellos pensaran que lo más importante es sacar a Morena, señala, declinarían ellos, en este caso, Xóchitl. “Yo nomás les dije que si declinan y se suman, yo no voy a aceptar a Alito, ni a Marko, ni a Beltrones en el sexenio próximo”.
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