Diversos testimonios confirman la posibilidad de «mimetizarnos» con el donante luego de un trasplante de órganos.
Desde el primer trasplante de corazón a finales de los sesentas, varios pacientes aseguran haber experimentado cambios de personalidad después de la cirugía. Algunos han informado sentir que una parte del donante se ha fusionado con ellos.
Un caso notable es el de una mujer que recibió el corazón de un joven músico en la década de los 90’s, pues antes de la cirugía, no tenía interés especial en la música. Sin embargo, después del transplante, desarrolló una sensibilidad repentina por este arte.
Este testimonio, como algunos otros, han abierto pasos a un par de interrogantes: ¿Cómo puede un trasplante de órganos alterar tan profundamente el sentido de una persona? ¿Es posible que nuestro «yo» resida en cada célula de nuestro cuerpo?
Un estudio de la Universidad de Colorado ha intentado esclarecer este enigma. La investigación, que encuestó a 47 receptores de diferentes órganos, encontró que casi el 90% de los entrevistados experimentó cambios de personalidad post-cirugía.
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Los cambios van desde modificaciones en el temperamento y las emociones hasta alteraciones en las preferencias, identidad y creencias religiosas o espirituales.
Posibles teorias
El «pequeño cerebro» del corazón
Algunos investigadores afirman que el corazón cuenta con una suerte de sistema nervioso propio, capaz de influir en la personalidad. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, lo que le permite influir en funciones como la emoción, la cognición y el comportamiento.
Los inmunosupresores
Estos medicamentos son fundamentales para prevenir el rechazo de los órganos transplantados. El uso prolongado de estas sustancias puede provocar alteraciones en la química cerebral, ocasionando efectos secundarios a nivel psicológico.
La «memoria sistémica»
Esta hipótesis propone que todas las células del cuerpo albergan recuerdos, y que el receptor de un trasplante podría acceder a las memorias del donante a través del tejido implantado.
Implante del ADN donante
Las células del donante pueden seguir circulando en el cuerpo del receptor hasta dos años después del trasplante. Una vez que el ADN escapa de las células, podría desencadenar una respuesta inflamatoria sistémica que, en un bajo grado, logra afectar la personalidad.
Este texto fue escrito por Ana Paola Martínez, periodista mexicana entusiasta hacia temas de índole social. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
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