La Habana/Paralizada desde 2021 y tras una estampida de empleados, la refinería Hermanos Díaz, de Santiago de Cuba, ha salido del letargo gracias a una insólita “adecuación”. Pese a que sus instalaciones están diseñadas para procesar petróleo ligero, sus directivos han decidido que tendrá que refinar el pesado, tras diluir el crudo hasta convertirlo en medio.
Entrevistado por el oficialista Sierra Maestra, el ingeniero artífice de la “innovación”, Víctor Manuel Díaz, no dio demasiados detalles sobre el proceso ni explicó cómo le va al “experimento” desde que comenzó a funcionar. La refinería se sirve de un solvente –del que no dio el nombre– para diluir el crudo, del cual tampoco reveló el origen.
“Lo que se está haciendo en la Hermanos Díaz ha permitido, en la medida de las posibilidades, que nafta, gasolina, combustible para los pozos perforadores, fueloil para las centrales termoeléctricas y para la generación distribuida, así como para la producción de asfalto y la industria procesadora del níquel sea provisto para las provincias orientales”, garantizó Díaz.
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El periódico santiaguero no pareció tan interesado en el proceso técnico de la planta como en remarcar que, enseguida, el hecho de que la refinería volviera a funcionar detuvo “la emigración de personal calificado”, que seguía abandonando la refinería hacia otras empresas de Cupet o mipymes, o dejaba el país.
El hecho de que la refinería volviera a funcionar detuvo “la emigración de personal calificado”
Según Díaz, ahora sí se gana dinero, lo cual permite pagar a 700 trabajadores, de los cuales varios cobran hasta 12.000 pesos “en la repartición de utilidades que se generan”. Entre el entusiasmo y el voluntarismo, los directivos se felicitan por la medida, aunque no se atreven a predecir cuánto aguantará la planta –que distribuye combustible, aseguran, a las provincias orientales y Camagüey– en esas condiciones.
Aclaran, eso sí, que sobre la refinería pesan 70 años de explotación y casi ningún mantenimiento. La planta 1 –la más útil y también la más dañada de la Hermanos Díaz– sigue necesitando una reparación capital. El resto de las instalaciones presenta, pese a las “aspiraciones y logros” que declaran sus directivos, problemas similares.
La urgencia de procesar crudos menos nobles a la que aludieron los directivos de la refinería ante Sierra Maestra coincide con varias malas noticias sobre el suministro de crudos ligeros a Cuba. Este marzo, Venezuela envió 34.000 barriles por día a la Isla, pero no el de mejor calidad, que Caracas prefiere vender en el mercado internacional, según Reuters.
México, que enviaba a Cuba dos de sus mejores crudos –las variantes Istmo y Olmeca, de los que llegó a mandar 1.970.000 barriles en los primeros meses del año–, ha cedido el rol de “salvavidas” energético del régimen a Rusia, según Jorge Piñón, especialista de la Universidad de Texas. Moscú mandó a La Habana un buque con 90.000 toneladas de petróleo, el segundo que enviaba en marzo para paliar la crisis de combustible en la que el Gobierno cifra todas las dificultades del país.
La Habana podría estar experimentando este abril «el final del acuerdo de suministro entre México y Cuba»
Para Piñón, La Habana podría estar experimentando este abril “el final del acuerdo de suministro entre México y Cuba, del cual se desconocen los detalles”.
Una de las claves del movimiento de crudo en la Isla, señala Piñón, es la antorcha de la refinería Ñico López de La Habana. A día de hoy –como constaté este sábado 14ymedio– permanece apagada, pero cuando “la antorcha avise”, alega el especialista, significará que el crudo ruso descargado en Matanzas por el buque NS Concord ya está siendo procesado. “Tomará unos días”, calcula.
Otro barco, detectado por las aplicaciones de rastreo marítimo, ha hecho saltar las alarmas del investigador. Se trata del buque de carga pesada OK, que zarpó de Estambul, Turquía, el pasado 16 de febrero, y llegó a La Habana el 30 de marzo. “Está anclado junto a las plantas de generación flotantes turcas”, dice Piñón, aludiendo a las conocidas patanas de la empresa Karpowership.
“Los buques de carga pesada son semisumergibles”, añade. “Utilizando el agua de lastre para aumentar su calado permiten que su cubierta quede sumergida debajo de la superficie del agua. De esta forma permite que su carga sea colocada sobre su cubierta y así transportar equipos de gran peso o tamaño”.
¿Qué trae sobre su cubierta el OK? Podría ser una nueva patana turca, de cuya contratación no ha dado noticias el Gobierno, que podría estar destinada a mover o sustituir alguna de las que ya existen, opina Piñón.
Por otra parte, el Sistema Eléctrico Nacional de la Isla sigue en ascuas. El director técnico de la Unión Eléctrica reconoció que la inversión que necesitaría Cuba para reparar sus maltratadas termoeléctricas podría ascender a 10.000 millones de dólares. La cifra, piensan Piñón y otros especialistas, no es absurda.
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