Las alarmas han saltado en Cataluña por la invasión de algunas zonas de Barcelona por parte de la hormiga loca (Paratrechina longicornis). En algunos medios se habla de ella como una novedad en nuestro país, pero lo cierto es que este insecto es ya un viejo conocido, tanto en la península como en las islas. Es un animal invasor muy cualificado para expandirse por hábitats que no son el suyo y lo está demostrando de nuevo con esta última incursión en territorio español, pero desde luego que no es la primera vez que lo hace.
En 2021 se detectó una plaga en el puerto de Barcelona. Iba acompañada de otra especie, Lepisiota melas, que sí que fue una novedad, pues nunca antes se había visto en la península ibérica. Dado que ambas podían comportarse como plagas, se realizó una limpieza del puerto con la que se supone que se habían erradicado las dos especies de hormigas, pero a la vista está que con la hormiga loca no dio resultado.
Antes de eso, ya se había visto en otros puntos de España. Por ejemplo, se han localizado plagas en Canarias en 1987 y 2007, en Almería en el 2000, en Baleares en 2006, en Gibraltar en 2007, en Málaga en 2008 y en Córdoba en 2013. Ahora ha vuelto a Barcelona y no sería raro verla por otros puntos de nuestro país, pues esta hormiga es una gran superviviente, capaz de adaptarse a todo tipo de hábitat. La parte buena es que su nombre no se debe a que sea una especie violenta, sino más bien a sus andares erráticos, que hacen especialmente sencilla su identificación. En cambio, la parte no tan buena es su gran capacidad para formar plagas, tanto en entornos agrícolas como urbanos.
La rápida expansión de la hormiga loca
No está del todo claro cuál es el origen de la hormiga loca. Se cree que, posiblemente, son endémicas de África o Asia. El problema es que se extienden tan rápido por otros lugares del mundo que resulta difícil conocer cuál es su primer hogar. Se pueden encontrar en lugares tan al norte como Suecia y tan al sur como Nueva Zelanda. En todos estos puntos se consideran especies invasoras. Es decir, especies con tal capacidad de adaptación que pueden desplazar a las especies autóctonas al competir con ellas por los recursos del medio.
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Cabe destacar también que hay cierta confusión con el nombre, ya que otras especies son conocidas como hormigas locas. Es, por ejemplo, el caso de Paratrechina fulva, originaria de Brasil. Por este motivo, algunos expertos han propuesto rebautizar a P. longicornis como hormiga de cuernos largos, pero el nombre no ha terminado de cuajar.
Sus andares torpes hacen muy difícil llamarla de otra manera, aunque sí que es cierto que sus grandes antenas justificarían de sobra el otro nombre. También son de gran tamaño sus patas, que agudizan aún más esa sensación de movimientos rápidos, pero erráticos.
Grandes formadoras de plagas
Ya hemos visto que la hormiga loca no es peligrosa para la población. No muerde ni es venenosa. Pero sí que es un gran quebradero de cabeza por su capacidad para adaptarse a cualquier medio y proliferar en él. De hecho, viven perfectamente en ambientes artificiales, como los barcos. Ese es el motivo por el que se expanden tan rápido, sobre todo a través del transporte de mercancías.
Una vez en sus nuevos destinos, buscan el alimento que se les adapte mejor y construyen sus nidos. En el campo, pueden alimentarse tanto de néctar y melazas como de otros insectos, vivos o muertos. Pero, sin duda, uno de sus alimentos favoritos son los restos de jugos desechados por los pulgones. Esto convierte a la hormiga loca en un riesgo para los cultivos, pues ella no es una plaga en sí, pero los pulgones sí lo son. Debido a su gusto por aprovecharse de lo que no se comen los pulgones, aprovechan para transportarlos de unos cultivos a otros y, además, defenderlos de posibles depredadores. Se convierten en sus guardaespaldas, pero para su propio beneficio.
Hormigas por todas partes
En ambientes urbanos se aprovecha de los restos de comida de personas y mascotas. Un caso que sirve como muestra de lo problemáticas que pueden llegar a ser se describió en 1977. En una escuela de North Lauderdale, en Estados Unidos, hubo una plaga tan grande que, al no poder eliminarlas, solo quedó la opción de guardar los desayunos de los alumnos en bolsas herméticas. Además, las patas de los pupitres se introducían en boles llenos de agua para mantener a las hormigas alejadas, como en el foso de un castillo.
Dado que se alejan muchísimo de sus nidos cuando salen en busca de comida, es difícil localizarlos y, por lo tanto, eliminar a las hormigas de raíz. Todo esto es lo que convierte a la hormiga loca en un quebradero de cabeza. Pero también en un animal fascinante fascinante, una cosa no quita la otra.
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