Huesca (España)/El panorama mediático del régimen necesita ser entendido con ciertos tips para desarrollar una mirada analítica y evitar caer en los engaños del sistema. Entre Yarelis y Gil se resume el acontecer noticioso cubano en estos días, desviando la atención de lo verdaderamente importante hacia elementos superficiales. Este espectáculo, con sus bufones y linchamientos, es todo lo necesario para un circo romano pero sin el pan.
El sistema debe mantenerse siempre engrasado y listo para sobrevivir, pero los indicadores de alerta no dejan de activar alarmas. La Revolución cubana se ha convertido en un mito mediático donde los resultados reales de las políticas implementadas son irrelevantes; lo crucial es sostener la idea de solidez, eternidad y confianza en el proyecto. Para ello, se emplean técnicas para controlar la eventual rabia de masas que han sido domesticadas y embobecidas por la propaganda durante décadas.
Pocos conectan los eventos ocurridos en un lapso aproximado de un mes, inmersos en la inmediatez y perdiendo la concatenación de sucesos e intenciones tras ellos. A medida que el tiempo avanza, se olvida el ridículo de Río Cauto el 26 de enero, cuando se vio al «Dios Fidel» caminando entre los mortales, y aquellas señoras, como si hubieran sido adoctrinadas previamente, expresaron su apoyo a Díaz-Canel con un fervoroso e inusual erizamiento. ¿Por qué era tan necesario este baño de pueblo y la equiparación con el «enigmático líder histórico»?
- CHECALO -
El periplo del presidente ocurrió una semana antes de la destitución sorpresiva de Alejandro Gil el 2 de febrero. Este hombre, conocido por su apología a las medidas radicales, fue despojado de su cargo sin que lo viéramos venir. Su tutor de tesis, Miguel Díaz-Canel y la cúpula que maneja los hilos del guiñol político le retiraron su apoyo. Gil era el rostro indeseable de los fracasos económicos del régimen, su lealtad a la dictadura lo convirtió en la estampa más odiada por las mayorías populares, víctimas de la inflación, la desigualdad y el hambre en la Isla. Era necesario deshacerse de tal compañía y sacar el máximo provecho de la situación.
Considerado como el tonto útil, Gil cargará con las culpas del desastre económico, mientras se intenta rehabilitar la imagen de Díaz-Canel, con un carisma menor que el de un boniato
En esos días, se difundió el desplome de Cuba en la medición internacional de la percepción de la corrupción. El país ha experimentado una caída estrepitosa desde 2020, pasando de una puntuación de 47 sobre 100 a 42 en tres años. Aunque este dato podría parecer superfluo en comparación con otros países de la región, es grave cuando se analiza internamente. En Chile, antes del arrasador estallido social de 2019, hubo una caída de solo un punto en el índice de percepción de la corrupción. Con una caída de cinco puntos en tres años, el régimen está tratando de tapar el agujero antes de que sea demasiado tarde.
Gil resulta conveniente en este contexto. Considerado como el tonto útil, cargará con las culpas del desastre económico, mientras se intenta rehabilitar la imagen de Díaz-Canel, con un carisma menor que el de un boniato. Esta redada anticorrupción busca dar la impresión de que la Revolución y su máxima dirigencia están limpias y dispuestas a luchar contra cualquier tendencia negativa que amenace la «continuidad» heroica y rebelde de Fidel y los líderes de la Revolución, aunque todos saben de qué pata cojean los autodenominados líderes revolucionarios. Gil es un simple chivo expiatorio utilizado para desviar la atención de las verdaderas raíces de la corrupción en Cuba.
El circo ha comenzado, y todos observarán las arenas donde intentará luchar por su vida el Máximo Gil Décimo Meridio, ex ministro de Economía y general de las legiones de lamebotas caídos. Mientras tanto, las tiendas de las mipymes están repletas de productos estadounidenses, desafiando un embargo que se deja burlar gustoso, al mismo tiempo que el régimen solicita ayuda internacional urgente a la ONU ante su incapacidad para proporcionar alimentos a la abrumadora masa desvalida, echando la culpa a quien ya no tiene sentido culpar.
Gil ha sido puesto como cabeza de turco, pasará a la historia como el más gil de todos los giles, y nosotros, junto a él, miramos hacia el lado equivocado de la ilusión mediática. En la Cuba de hoy no se le podrá hacer justicia a Gil. El día que esas condiciones lleguen, él y toda la cúpula estarán en el banquillo de los acusados. Y si no podemos impartir justicia en esta vida, sabremos con total convicción que Gil y sus actuales carceleros compartirán destino en la Antenora, el infernal círculo dedicado a los traidores a su pueblo y a la patria.
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