Ariel es una hembra de cocker spaniel de 5 meses que apareció abandonada en el párking de un supermercado de Gales el pasado mes de noviembre. Esta podría ser otra triste historia de abandono, sino fuese porque la perrita tiene seis patas, dos de ellas en forma de cola de sirena, dos articulaciones de la cadera en un mismo lado, dos vulvas, una trompa uterina sin salida y el riñón derecho ausente. Tras su abandono, esta perra con cola de sirena fue acogida por la asociación Greenacres Rescue, desde donde se contactó con un equipo de veterinarios de la Universidad de Bristol que acaba de operarla con éxito, tras una recaudación de fondos.
Primero se extirparon los ovarios y después las dos patitas extra en forma de cola de sirena. Hubo un momento en que se temió por una de sus cuatro patas funcionales, pero afortunadamente, a pesar de no tener todos sus músculos, pudo salvarse.
Ahora, ha dejado de ser una perra con cola de sirena. Pero sigue siendo una cachorrita muy especial, a la que le queda por delante una larga temporada de fisioterapia canina. No faltan personas interesadas en acogerla, por lo que se le augura un futuro feliz, a pesar de que sus inicios podrían haber sido terribles. Pero no por el hecho de haber nacido diferente, sino por haberlo hecho rodeado de personas que consideraron que la única opción posible era el abandono.
La perra con cola de sirena que recuerda a un síndrome humano
Según explican en un comunicado de la Universidad de Bristol, el caso de esta perra con cola de sirena recuerda a una enfermedad humana, conocida como síndrome de Herlyn-Werner-Wunderlich, que se caracteriza por la fusión de los dos conductos de Müller. Estas son unas estructuras que aparecen durante el desarrollo embrionario de ambos sexos y que poco a poco se van diferenciando a los genitales de cada uno de ellos. En el caso de las hembras, estos conductos se transforman en el útero, las trompas de Falopio y el cérvix.
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El problema es que, al encontrarse fusionados, suelen dar lugar a estructuras como un útero didelfo, dividido en dos cavidades separadas por un tabique. También suele presentarse una hemivagina obstruida, donde también aparece una vagina dividida en dos, pero con una de sus partes sin conectar con el resto del aparato reproductor. Además, se produce agenesia renal. Es decir, por la ausencia de uno de los riñones o incluso de ambos.
Están claras las similitudes con esta perra con cola de sirena. En su caso, además, tenía una duplicación del hueso de la cadera y dos extremidades extra no funcionales, que también se encontraban fusionadas. Precisamente esta fusión fue la que le confirió la apariencia de cola de sirena e inspiró a sus rescatadores para bautizarla como Ariel.
Una operación complicada
La operación de la perra con cola de sirena no ha sido sencilla. En ella ha participado un equipo multidisciplinar compuesto por radiólogos, cirujanos de tejidos blandos, anestesistas y muchos profesionales más. Además, al realizarse en un centro veterinario perteneciente a la Universidad de Bristol, han asistido estudiantes, tanto de veterinaria como de enfermería veterinaria.
El caso de Ariel es único y, sin duda, ha sido una ocasión ideal para aprender sobre situaciones excepcionales.
La intervención ha sido complicada por causas obvias. Pero sobre todo por la necesidad de salvar la pata trasera derecha. En todo momento se tuvo cuidado de no dañar sus nervios ni sus vasos sanguíneos, para que no fuese necesario extirparla también. De aquí en adelante, Ariel necesitará mucha fisioterapia para fortalecer los músculos y compensar los que se encuentran ausentes en esta extremidad. También debe tener un buen control veterinario para detectar cualquier posible infección. Pero lo peor ya ha pasado. Ahora, aun sin cola de sirena, Ariel puede empezar a nadar hacia el resto de su vida.
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