Por alguna razón, el plan de construir con arcilla no ha calado en la Isla. A mediados de año, las autoridades del sector dedicaron un largo rato a explicar a la población los beneficios de este material, en el que la Isla es rica, a la hora de levantar una vivienda: «una vía económica, amigable con el medio ambiente y viable», recomendaron vivamente mientras hablaban de la exportación de mármol y cemento para captar divisas.
Cinco meses después, el resultado es decepcionante y no quiso disimular su enfado el viceprimer ministro Ramiro Valdés Menéndez, que apostilló al ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña, cuando recordaba que está indicado levantar «elementos de piso, pared y techo» con estos materiales. «Eso está levantado. ¿Dónde está? –riñó el comandante– Hay indicaciones para construir los hornos. Están los planos entregados a los territorios. ¿Lo hacen? No lo hacen. ¿Por qué no lo hacen? ¿Cuál es la disciplina? ¿Cuál es el control? Hay indicaciones y, sencillamente, en el territorio no se ejecutan».
A finales de octubre, la previsión se había cumplido en poco más de la mitad (54%), al haberse construido 13.300 inmuebles en el país
- CHECALO -
La reprimenda se produjo en medio de una reunión del primer ministro, Manuel Marrero, con las autoridades locales y estatales para analizar la mala marcha del programa de vivienda que, una vez más, va a fallar estrepitosamente. A finales de octubre, la previsión se había cumplido en poco más de la mitad (54%), al haberse construido 13.300 inmuebles en el país. La prensa oficial, en línea con las conclusiones del encuentro, admite que la responsabilidad principal fue la falta de acero y cemento, pero no dudó en repartir culpas atribuyendo a «los métodos y formas de trabajo» su cuota.
Dilaila Díaz Fernández, directora general de materiales del Ministerio de la Construcción, explicó que para cubrir las necesidades del programa de Vivienda se necesitan 83 millones de ladrillos al año, pero en 2022 apenas se alcanzaron 39 millones, menos de la mitad, aunque fue «la mejor producción» en los 12 años que lleva en funcionamiento el plan de producción local de estos insumos.
En un país acostumbrado a empeorar resultados, no es cuestión menor que este año se haya aumentado la producción, elaborando cuatro millones de piezas más, pero esto solo cubre el 52% de lo que se precisa. El resultado: la escasez de viviendas y las lamentables condiciones de las que existen.
La funcionaria pidió que se acelere la producción y, volviendo a lo local, insistió en que es preciso «diseñar y construir con soluciones en cerámica roja». A lo que siguió la regañina de la cúpula del Partido Comunista, que se alternó con los habituales llamamientos al voluntarismo.
«Tenemos que empezar un sistema diferente, e impulsar esto como un movimiento imprescindible, social, revolucionario, para poder dar una respuesta a la población», dijo Marrero, que instó a empresas, organismos y hogares a involucrarse en el mundo de la cerámica.
«Nosotros necesitamos que la población vea que en este asunto tan complejo, tan sensible, que afecta a tantas personas cuadra por cuadra, hay un esfuerzo adicional, hay una manera diferente en que se ha enfocado este programa, que es más participativo que nunca, que las empresas están ayudando, que existe una participación popular, que hay un sistema diferente de chequearlo», continuó, afirmando que «las cosas no se pueden eternizar».
La funcionaria, no obstante, hizo hincapié en la necesidad de nuevas normas que mejoren las relaciones entre entidades estatales y privadas, estas últimas llamadas a «aprovechar capacidades ociosas»
La viceministra de Economía y Planificación, Johana Odriozola Guitar, habló de cambios propuestos, pero los dos que han trascendido no constituyen novedad alguna. Por un lado, habló de la descentralización, una tarea que ya se abordó cuando el Estado decidió delegar en los territorios la mayoría de cuestiones complejas. Por otro, de las «aprobaciones de los nuevos actores económicos», aunque la producción de materiales de construcción es una de las actividades más frecuentes –aunque muy por debajo de la gastronomía y la producción de alimentos– en las mipymes, según datos oficiales ya del primer trimestre del año.
La funcionaria, no obstante, hizo hincapié en la necesidad de nuevas normas que mejoren las relaciones entre entidades estatales y privadas, estas últimas llamadas a «aprovechar capacidades ociosas», aumentar la oferta y los ingresos de los trabajadores estatales –por el aumento de la producción que supondría la buena coordinación con las mipymes–, la reparación de líneas productivas paralizadas, la identificación de nuevas oportunidades de negocio y «la concertación de precios».
Como novedad, esta sí, avanzó la creación de un Instituto Nacional de Actores Económicos no Estatales, que estará subordinado al Consejo de Ministros, con todo lo que ello implica.
En el encuentro también se habló del futuro presupuesto y la necesidad de proteger a los más vulnerables, pero los resultados no permiten mantener el optimismo. «Tenemos que enfrentar 2024 de una manera diferente. Vamos a tener los mismos desafíos, el bloqueo recrudecido, las mismas limitaciones de divisas, los problemas de combustible… Por eso, no tenemos derecho a hacernos un plan que sea más de lo mismo», advirtió Marrero.
El primer ministro habló de un nuevo año de «mucha justicia», pero ante el que habrá que esgrimir «más planificación», debido a las dificultades. «Tenemos que desempeñar el papel que nos corresponde, transformar el control del Gobierno para la producción de alimentos, teniendo en cuenta que el 80 % está en personas y formas productivas no estatales, así como fortalecer la estrategia de desarrollo local, a partir de las potencialidades reales de los municipios para satisfacer demandas de la población», dijo. De nuevo, no explicó cómo.
«Tenemos que enfrentar 2024 de una manera diferente. Vamos a tener los mismos desafíos, el bloqueo recrudecido, las mismas limitaciones de divisas, los problemas de combustible»
Pasado el eco del enfado de Ramiro Valdés, el primer ministro culminó el encuentro con mejores deseos y palabras, hablando de las bondades de la descentralización, de cómo explotar mejor las «potencialidades tanto en lo espiritual como en lo material, y armar un gran movimiento en homenaje al triunfo de la Revolución, y al pueblo que tanto trabaja y tanto le ha tocado enfrentar».
Según el último balance del Ministerio de la Construcción, Cuba necesita construir alrededor de un 20% más de casas para acabar con su crónico déficit habitacional, que supera las 800.000 viviendas. Desde 2021 apenas se han edificado alrededor de 50.000. Además, a mediados de julio el programa de vivienda construida con subsidios estatales solo llevaba el 13% de ejecución, el de erradicación de pisos de tierra, el 9%; y de las 9.000 cuarterías del país apenas se habían eliminado 154.
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