La tormenta eléctrica de la noche de este martes en La Habana solo agravó lo que ya es la «normalidad» en el Barrio Obrero de San Miguel del Padrón, en La Habana. Los baches de las calles se llenaron de agua, el fango alcanzó las deterioradas aceras y la basura que lleva semanas sin ser recogida flotó y se desperdigó por toda la zona. Con los vientos se cortó el servicio eléctrico, que solo regresó a media mañana de este miércoles.
Ubicado en el Consejo Popular Rocafort, el Barrio Obrero vive el peor momento que recuerdan sus residentes. «Esto está abandonado», sentencia Ramiro, quien vive en uno de los edificios de tres plantas que se construyeron en el lugar en la década de los años 80. En aquellos tiempos, la barriada se proyectaba como parte de «La Habana del futuro», con apartamentos modernos y económicos destinados a los trabajadores de varias industrias cercanas. Pero muchas de aquellas fábricas ya no existen y la infraestructura alrededor de los inmuebles se quedó en los planos de los ingenieros.
«Caminas y caminas y no hay dónde comprar nada», se quejaba una joven que llegó hasta el lugar para mirar una casa en venta, una de las tantas que se oferta en los sitios de clasificados «con todo dentro»
- CHECALO -
Alrededor de los edificios los vecinos han ampliado el espacio de sus casas con improvisadas estructuras y los parqueos hechos de lata y con cubiertas ligeras también abundan por todos lados. Los obreros iniciales que recibieron aquellos apartamentos, hoy son los abuelos de jóvenes que no tienen ninguna oportunidad de alquilar o comprar un techo propio, como no sea emigrando.
«Caminas y caminas y no hay dónde comprar nada», se quejaba una joven que llegó hasta el lugar para mirar una casa en venta, una de las tantas que se oferta en los sitios de clasificados «con todo dentro». La vivienda, pequeña pero confortable, se vende por 5.000 dólares con los muebles y los electrodomésticos incluidos, un claro síntoma del desespero de sus dueños por rematar cuanto antes el inmueble, probablemente para emigrar.
La posible compradora, sin embargo, volvió sobre sus pies «nada más ver el panorama de este Barrio Obrero», lamentó. Buena parte de los árboles que daban sombra a los caminantes han sido cortados o se han caído durante algún huracán, en la noche «no se ven ni las manos», advierte Ramiro y «para comprar comida hay que salir de aquí porque lo que hay es poco y caro», agrega.
«Los muchachos se reúnen en el parque de La Herradura porque no hay más nada que hacer los fines de semana», cuenta una madre de dos adolescentes a 14ymedio. «Aquí a partir de una hora ni los taxistas te quieren traer porque dicen que es una zona peligrosa», explica la mujer. De aquel Barrio Obrero con proletarios sonrientes y laboriosos, al estilo de las imágenes del realismo socialista, no queda mucho. Ahora es un lugar del que la mayoría de sus residentes quieren irse, cuanto antes, hacia otro municipio habanero o hacia el otro lado del Estrecho de Florida.
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