Sancti Spíritus/Este viernes no hay rebeldía sino desgano e indiferencia con la efeméride más importante del régimen. Los cubanos no tendrán ánimos para celebrar, pero la Policía y la Seguridad siguen tan activos como siempre y lo han demostrado no solo en Sancti Spíritus –sede del acto central del régimen– sino también en otras ciudades de la Isla. El 26 de Julio se ha convertido en el Día de la Vigilancia Nacional.
Lo sabe bien Pablo, que vive a pocas cuadras del lugar donde se hospedan Miguel Díaz-Canel y los demás jerarcas del régimen, que celebraron este jueves una suerte de vigilia por la efeméride. En su barrio comenzó un “fuerte operativo” desde horas de la tarde. “Pusieron un policía cada diez metros alrededor de la manzana donde está el hotel del Partido”, cuenta a 14ymedio.
El área cubierta por el dispositivo ocupó 500 metros, estima Pablo, que vio también agentes en las inmediaciones del lugar. “Nos sentimos muy cuidados en el barrio”, ironiza, al referir cómo los vecinos tenían que pedir permiso para entrar y salir del perímetro. “Nos preguntaban a dónde íbamos y otros detalles”, explica.
- CHECALO -
“Ellos”, dice Pablo, aludiendo a los principales dirigentes del país, “llegaron alrededor de las 5:00 pm”. Las comidas no se hicieron allí. Habían almorzado en la Cayería Norte, según supo Pablo por una de sus vecinas, trabajadora en uno de los hoteles, que constató cómo el tráfico de la zona también fue interrumpido para que pasara la comitiva.
En el acto, para el que la prensa oficial aseguró que se convocó a 5.000 personas, estuvieron Raúl Castro y Ramiro Valdés Mesa
“El hotel del Partido no es la gran cosa”, aclara Pablo, “pero ellos por protocolo se quedan siempre ahí. El edificio fue arreglado y pintado hace poco. Nuevas lámparas y cerca, arreglos en la piscina, y más confort por dentro”.
En el acto, para el que la prensa oficial aseguró que se convocó a 5.000 personas y 140 extranjeros “amigos de Cuba”, estuvieron Raúl Castro y Ramiro Valdés Mesa, dos de los pocos sobrevivientes del grupo que, dirigido por Fidel Castro, fracasó en tomar la entonces segunda plaza militar de importancia en el país. Castro transformó esa derrota en una máquina de propaganda que, 71 años después, sigue activa aunque agonizante.
Como el año pasado, los dirigentes volvieron a esperar el amanecer entre largos discursos y juegos de luces proyectadas en la plaza. Fue el vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa quien tuvo a su cargo la intervención central, que se centró en Raúl Castro y en el embargo de Estados Unidos. Menos voluntarista que sus compañeros de Gobierno, Valdés Mesa dijo que los cubanos tendrán que trabajar “sin esperar milagros”.
Este viernes, en las calles cubanas nadie esperaba fiesta ni, mucho menos, milagros. Por el habanero bulevar de Obispo solo tres personas recordaban el 26 de Julio: con aspecto de trabajadores estatales o agentes vestidos de paisano, recorrían una y otra vez la calle con un pulóver rojo. En la espalda, una frase sobre la tela: “Nada es imposible para los que luchan. Fidel”.
En La Habana hay poco espíritu festivo, pero sí mucha basura que nadie se ocupará de recoger “en saludo” a la efeméride. Uno de los vertederos más formidables de La Habana está en la calle Trocadero, junto a la maltratada casa –hoy museo– del escritor cubano José Lezama Lima. Entusiasmado por la Revolución de Castro en sus primeros meses, Lezama escribió un pequeño texto sobre el 26 de Julio en el que afirma que la fecha “trajo una alegría” para los cubanos. Este viernes, sin embargo, solo ha traído basura. Y continuidad.
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