Cienfuegos/Los encontronazos del mar contra el malecón de Cienfuegos, junto a demasiados años de descuido, han provocado que el paseo –como constató este jueves 14ymedio– sufra una constante aparición de huecos en la acera. Lo ha informado con alarma este miércoles la prensa oficial, que asegura que el mar ha comenzado a “recuperar” su terreno en la bahía de Jagua.
Construido en el siglo XIX imitando el modelo habanero, el malecón de Cienfuegos vivió los años de esplendor de la villa, que avanzaba a pasos económicos agigantados y estuvo a punto, de no ser por el frenazo súbito que vivió a mediados del siglo XX, con el triunfo de la Revolución, de convertirse una de las ciudades más bellas y cosmopolitas de Cuba.
Los agujeros que ahora se expanden de forma virulenta por el paseo de la bahía no solo son una molestia para los transeúntes, sino un símbolo de la decadencia de la ciudad. Así lo experimentan los vecinos, que han visto cómo, con la desaparición del relleno de la acera, los socavones han comenzado a llenarse de latas de refresco y cervezas, entre otros desechos.
“Este trozo de malecón se ha deteriorado mucho. La gente se ha quejado varias veces con el gobierno, pero ellos no han resuelto la situación, que empeora con el tiempo, la humedad y la basura que se acumula”, explica a 14ymedio Orlando, un trabajador de Salud que recorre todos los días, camino al trabajo y de vuelta, el tramo de la calle 37, frente a la emisora Radio Ciudad del Mar, que peores condiciones muestra.
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“Esos huecos son un peligro, especialmente las noches de los fines de semana, cuando el malecón se llena de muchachos jóvenes. La iluminación del paseo no es buena, y cualquiera puede caer en una de las hendiduras o tropezar”. La prensa oficial coincide con Orlando y reconoce que el alumbrado nocturno está “bastante precario en la actualidad”.
“Hasta los vendedores de chucherías pasan por aquí con sus propias lámparas recargables de lo oscuro que se pone esto”, asegura el cienfueguero. El drenaje de la zona, que recibe constantemente el impacto del mar, además de aguaceros y tormentas, tampoco está en las mejores condiciones. “Si caen dos gotas de agua ahí todo se inunda”, cuenta.
Pese a que “la situación no está para fiestas”, dice Orlando, cuando terminó el curso escolar el paseo recuperó un poco de vida y los muchachos de la ciudad se acercan a escuchar música o a consumir alguna bebida –a pesar de los precios– en los cafés cercanos como La Criollita, La Sureñita o El Rápido.
“Por eso es tan lamentable que la acera del malecón esté en esas condiciones, porque gran parte de la vida en la ciudad gira en torno a él”, añade Orlando, aunque reconoce que no es una tarea sencilla. “Es normal que el mar y el salitre deterioren las estructuras, por eso hay que darle mantenimiento constantemente. Sin embargo, al paseo hace muchos años que no se le hace ningún ‘trabajito’ y ahora, si se va a hacer, hay que hacerlo bien, porque si no en unos meses estará igual o peor que ahora”, sentencia.
El malecón no solamente ha perdido trozos, sino también vida. Nancy, otra cienfueguera y ama de casa, recuerda los días en que los pescadores, que fueron antaño una imagen emblemática de la bahía, se sentaban a esperar que algún ejemplar picara el anzuelo. “No solo el agua está sucísima, sino que a los pobres pescadores los han ido sacando de ahí por la nueva ley de pesca. Muchos se van a otros lugares huyendo de las multas y los inspectores”, lamenta.
Las ofertas recreativas que rodean el paseo también se han vuelto inaccesible por sus precios elevados. “Al menos mil pesos tienes que llevar para sentarte en algún local a tomar algo o compartir con tu pareja”, refiere.
Para Nancy, ver cómo sucumbe el lugar por el que han pasado tantos cienfuegueros, que ha sido durante generaciones lugar de encuentro y festejo, donde hace años inició su primer noviazgo, es ver desaparecer una parte de su propia memoria. “Una grieta en el malecón es una grieta en la identidad de los cienfuegueros”.
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