La ilustradora Moderna de Pueblo pidió recientemente a sus seguidores de Instagram que le contasen anécdotas con la falta de higiene como protagonista. Curiosamente, muchas personas le hablaron de parejas cuyo pene olía a fuet. Esto se interpreta inicialmente como falta de higiene, pero otros tantos usuarios han salido a decirle que en realidad es algo normal. Incluso hay hilos en Forocoches que lo explican. Dejando a un lado que Forocoches es la última fuente científica a la que deberíamos hacer caso y que la mayoría de explicaciones que aportan sus miembros están extremadamente lejos de la realidad, sí que es verdad que hay cierta relación entre el pene y el fuet. O, más concretamente, entre el olor del semen y el de este embutido típico español.
La clave está en dos sustancias llamadas putrescina y espermidina. Empezando por la segunda, recibe este nombre porque se descubrió en el semen, pero eso no quiere decir que se encuentre solamente ahí. De hecho, es una sustancia muy importante, que interviene en muchos procesos de gran importancia para las células. Es tan importante que, puesto que sus niveles decrecen mucho con la edad, se ha empezado a recomendar a las personas mayores que la tomen en suplementos.
En cuanto a la putrescina, es una sustancia que se forma por la descomposición de los aminoácidos presentes en las proteínas de las células muertas. Es por eso que se encuentra habitualmente en carnes y embutidos, como el fuet. Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con el olor del semen? Vamos a verlo poco a poco.
De la putrescina a la espermidina
La espermidina interviene en funciones como el crecimiento y la proliferación celular, la homeostasis y la autofagia. Estos dos últimos términos hacen referencia respectivamente al mantenimiento del equilibrio en el medio interno de las células y a su capacidad para autodestruirse cuando tienen algún tipo de daño que pueda ser peligroso. Por lo tanto, queda claro que la espermidina es muy necesaria.
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En los humanos puede obtenerse de tres formas distintas. Por síntesis de novo (desde cero) en las propias células, como producto del metabolismo de los microorganismos de la microbiota intestinal o a través de la dieta.
En el caso de la síntesis dentro de las células, la espermidina puede formarse por la degradación de otra sustancia, llamada espermina, o a partir de un precursor. Y ese precursor es precisamente la putrescina. Ya hemos visto que se trata de una sustancia común en las células muertas. De hecho, junto a la cadaverina, es responsable del olor a cadáver. No obstante, también se sintetiza una pequeña cantidad en las células vivas. En esos casos, entre otras funciones, sirve para la síntesis de la necesaria espermidina.
¿Y qué pasa con el olor a semen?
Ya hemos visto que el fuet contiene putrescina. Si una parte de la misma se transforma en espermidina, podríamos notar cierto olor a semen en el embutido. Eso posiblemente ha sido lo que ha dado lugar a que se hable tanto de este tema.
Sin embargo, en la naturaleza podemos encontrar el olor a semen en otros lugares sorprendentes. Y es que, por ejemplo, hay muchos alimentos que contienen grandes cantidades de espermidina.
Se encuentra sobre todo en patatas, brotes de verdura, frutas como la manzana y la pera o granos integrales. Pero también en otros alimentos. Los dos que contienen una cantidad mayor son el queso cheddar, con 200 mg/kg, y los champiñones, con 90 mg/kg.
Además, volviendo a las frutas, las flores de los árboles en los que se recogen también tienen grandes cantidades de espermidina. Por eso, podría ser que al pasearnos por un huerto de manzanos en primavera percibamos cierto olor a semen. Sea como sea, lo que está claro es que el olor a semen, como el de los fluidos vaginales, no es significado de una falta de higiene. Es algo natural como la vida misma. Tan natural como la flor de un manzano.
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