Todo sobre mi madre. De nueva cuenta, el realizador lusitano João Canijo abre las puertas del hotel Parque del Río en playa de Ofir, en el norte de Portugal, en Vivir mal (2023), segunda entrega de su díptico de relaciones familiares tóxicas iniciado con la película Mal vivir. Al juego de estos dos títulos tan parecidos corresponde una dicotomía más: la acción que en la cinta anterior favorecía la interacción de las mujeres que administraban y atendían el albergue, ahora se desplaza hacia las experiencias de los huéspedes de ese lugar, quienes nada tienen que envidiar a sus anfitriones en materia de ánimo conflictivo y tendencia a la manipulación sentimental. Un vez más, las figuras centrales son femeninas; predominando, en particular, el personaje dominador de la madre. No es un azar que la película adapte libremente relatos del dramaturgo sueco August Strindberg ( Jugando con fuego, El pelícano y Amor de madre) en las tres partes en que se divide la narración. Tampoco es fortuito que uno de esos relatos remita a suvez, en su descripción del malestar emocional que se instala entre una madre y su hija, a una obra como Sonata de otoño (1978) del cineasta sueco Ingmar Bergman.
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Carlos Bonfil: La muestra
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