U
na de las experiencias más intensas en esto de andar presentando libros, se dio cuando llegamos a la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (una serie de edificios enclavados en medio de la bellísima Laguna de las Ilusiones) para presentar el Atlas del Jazz en México. El aula magna había sido desbordada por los asistentes, pero como la gente seguía llegando; se tuvo que echar mano del mobiliario de oficinas y pasillos ( La Jornada 25/3/17).
El trío de Vicente Luna inició el evento con dos temas y prometió regresar después de la presentación del libro. No todos estuvieron muy de acuerdo con esta pausa, pues el trío había hecho cimbrar a todo mundo con su música. En cualquier forma, Vicente dejó el piano y juntos nos abrimos paso para llegar a la mesa y hablar de jazz. Pero a mí me seguían estallando las líneas del bajo en el pecho, un bajo pulsado con maestría por un joven veinteañero, un chaval que te envolvía y te hacía volar con un groove que se expandía mucho más allá de la laguna. Poco después supe que el bajista se llamaba Samuel Piña.
Bueno, pues Samuel Piña Sandoval falleció el pasado 5 de abril en la Ciudad de México, después de luchar durante dos años con un maldito cáncer instalado en el cerebro. Apenas en mayo del año pasado habíamos podido platicar brevemente por WhatsApp. Él decía sentirse bien. No se daba por vencido.
- CHECALO -
Samuel Piña Sandoval nació 14 de febrero de 1988, en Villahermosa, Tabasco. Y como sus padres tenían un grupo musical en la iglesia presbiteriana, desde muy pequeño tocaba el bombo y otras percusiones con ellos.
“Ahí en la iglesia lo vi por primera vez –nos comenta Vicente Luna, que desde hace cinco años radica en Costa Rica–. Él empezó a crecer, a crecer, y cuando yo era director del Centro de Artes de la Universidad de Tabasco, aparece Samuel adolescente y empieza a aprender con Joaquín Díaz, el bajista de la big band de la universidad. Luego él se va a estudiar a Fermatta en la Ciudad de México, no termina, regresa a Villahermosa cuando abríamos un programa de Técnico Superior Universitario en Música; él se inscribe en la primera generación y así llega a mis clases.
No sólo era un músico excelente. Él sabía mucho de jazz
Desde que llegó a la universidad se distinguió por eso. Samuel era un muchacho que siempre sabía, y yo siempre le exigía. Llegaba a mi clase de armonía moderna y yo le preguntaba 10 cosas, primero con la idea de que no iba a saber, pero todas las contestaba bien. Siempre fue así, aún después de la UJAT. Te puedo asegurar que ha sido el mejor alumno de la universidad.
Y desde entonces tocó el bajo y el contrabajo contigo.
Claro. Desde el día uno que Samuel empezó a tocar conmigo, yo ya no tuve otro bajista. Tocó muchos años conmigo.
Tenía un Groove impresionante.
Espectacular. Recuerdo que estábamos tocando en el Festival de Jazz de Surinam, en 2016, y como no llevábamos baterista, tocamos con uno de allá. Y cuando íbamos a tocar Jimena, un tema mío de música brasileña, Samuel quiso hacer la intro con un solo de bajo, y se puso a tocar de tal manera, que la gente se metió totalmente y empezó a palmear y a ritmear con él, todo mundo estaba encantado, feliz, hasta que los tres empezamos a tocar el tema. Él tenía esos detalles.
Después tocó en otros proyectos ¿verdad?
Samuel tocó con mucha gente, pero en mi caso, fue mi compañero de batalla por muchos años.
Antes de que Vicente Luna emigrara a Costa Rica, Samuel Piña dejó de dar clases en la UJAV y se fue a radicar a Puebla, donde se integró a la planta docente del colegio MAP, una escuela de música y producción de audio, además de expandir notoriamente su ritmo de trabajo instrumental, dedicando la mayor parte de sus tiempos al Samuel Piña Trío, con el que grabó cuatro discos: Radio, Contabasco (2017), Mudanza (2018) y Piña Trío en vivo (2021).
Además, colaboró en importantes proyectos jazzísticos con Emmanuel Chopis Cisneros, Yekina Pavón, Mad Dog, Nacho Nieto, con el trompetista estadunidense Jack Cassidy, con Vicente Luna, en su disco Mr. Moon y en varios conciertos en Costa Rica, República Dominicana y Surinam. Adentrándose también en otras rutas musicales de gran nivel, como las de David Aguilar, Édgar Oceransky y Chacho Gaytán.
Un artista de excepción. Se fue muy pronto.
Salud
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