Sancti Spíritus/La historia del guajiro Isidro –así se le llamará para proteger su identidad– corre de boca en boca en Sancti Spíritus, después de que las autoridades le hayan decomisado 465 sacos de café que guardaba para vender. A sus ojos no ha hecho nada malo, pero en Cuba lo que ha hecho es ilegal.
El agricultor decidió un día invertir en su negocio, y ampliarlo más allá de los cafetales que él mismo cultiva. Así, vendió su moto para comprar con ello granos a otros productores. “Eso es ahora un negocito que está dando dinero, por el precio del café”, cuenta a 14ymedio un vecino que también pide anonimato. En la provincia, el precio del producto criollo está entre 200 y 240 pesos, sin tostar (los paquetes ya tostados y molidos de 250 gramos, entre 1.350 y 1.500).
“El hombre estaba como loco, lo tuvieron que traer para Sancti Spíritus porque dijo que quería matarse. Perdió el dinero, la moto, todo”.
- CHECALO -
La Policía, que lo acusó de “acaparamiento” y le prohibió vender el café a otro comprador que no sea Acopio, dio el producto decomisado a la Torrefactora de Cabaiguán.
Él mismo suele acercarse al campo a comprar café a los productores, pero ahora ha parado esta actividad, “hasta que se calmen las aguas”
El límite para infringir la ley es delgado, prosigue el vecino. Él mismo suele acercarse al campo a comprar café directamente a los productores, para revenderlo en la ciudad, pero ahora ha parado esta actividad, “hasta que se calmen las aguas”. Y asegura: “Si te coge la Policía con una mochila de café, aunque sea pequeña, te la quita”.
A principios del pasado septiembre, el Gobierno decretó una nueva resolución sobre la comercialización de la producción agropecuaria, forestal y tabacalera que, de facto, castigaba a los guajiros privados con más controles –reservándose el monopolio de la compra a los campesinos y el establecimiento del precio productos destinados a la exportación, entre ellos precisamente el café, a pesar de que producen con muchísimo más éxito que el sector estatal.
Por ejemplo, más del 80% de los frutales, casi el 80% de los frijoles y tres cuartas partes de las hortalizas, las viandas o el maíz, según datos oficiales expuestos por el economista Pedro Monreal, que criticó con dureza la nueva norma. Para él, según publicó en aquellos días en sus redes sociales, la resolución “expresa la arrogante noción de que la planificación centralizada es más efectiva que el mercado para asegurar el ‘cálculo económico’ (distribución racional de recursos)”. Además, observaba, suponía una “variante de contratación ‘forzada’”, como la que le fue impuesta al guajiro Isidro.
La dureza de las redadas no hace que el café aumente su presencia en las bodegas de la Isla. Hace apenas una semana, la prensa oficial esgrimía que la desaparición del producto y el desmoronamiento de su producción se debía, sobre todo, a la falta de manos para cosechar los frutos.
En esa inusual nota, publicada por Granma, no escondían el desplome del sector. “En 2023, la situación del saco para acopiar el café fue tensa, y los recursos para la recolección y movilización fueron insuficientes”, declaró al diario del Partido Comunista Felipe Martínez Suárez, director de la Estación Experimental Agroforestal del municipio de Tercer Frente, en Santiago de Cuba, que no obstante subrayaba que la empresa fue capaz de desarrollar plantas “más resistentes” gracias a la ayuda de Vietnam.
Según la Oficina Nacional de Estadística e Información, en el último quinquenio la producción cayó un 51% en el sector.
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