Leonardo Páez
Periódico La Jornada
Lunes 3 de marzo de 2025, p. a34
No cabe duda que los pueblos también tienen la fiesta de toros que se merecen, es decir, un sistema taurino poco eficaz para la sociedad pero benéfico para quienes lo sustentan, gracias a la indiferencia de un público harto ya de ese sistema.
- CHECALO -
En la octava corrida de la feria del aniversario 79 de la Monumental Plaza de Toros México, en que se disputó el trofeo denominado La Banderilla de Oro, hicieron el paseíllo el apizaquense Angelino de Arriaga (34 años de edad, 14 de alternativa, dos festejos este año y 20 en 2024), el venezolano Jesús Enrique Colombo (27 años, siete de matador y tres corridas este año, más en 2024 con triunfos en España y Sudamérica), que confirmó su alternativa, y el queretano Juan Pedro Llaguno (25 años, tres de matador y una tarde este año), para lidiar un encierro disparejo de presentación y de comportamiento del hierro de Rancho Seco.
Un toro para consagrar
En cuarto lugar de la lidia ordinaria –el segundo debió ser sustituido por un reserva de Pastejé al lastimarse luego de saltar al callejón– salió un zaíno de nombre Majadero, con 515 kilos y, según la pizarra, seis años de edad, al que Angelino de Arriaga instrumentó dos largas cambiadas de recibo, realizó lucido quite, cubrió con espectacularidad el segundo tercio –un templado par hacia atrás, un violín y un cuarteo con exposición, pues el toro fue a más tras el puyazo–, y una labor muleteril en la que destacaron emotivas tandas con la zurda con paréntesis más ceremoniosos que necesarios y derechazos de largo trazo a un astado de gran nobleza y extraordinario recorrido. Cuando ya el matador había tomado el estoque empezaron a oírse algunos gritos solicitando el indulto y Angelino cometió el error de especular y voltear hacia el palco de juez, perdiendo valiosos segundos de concentración y de ritmo personal, por lo que pinchó al primer viaje y luego dejó tres cuartos de acero en su sitio. El juez Braun hizo bien en desoir la petición de indulto y en ordenar la vuelta al ruedo a los despojos del astado, pero hizo muy mal en no otorgar la oreja a la completa labor del torero, que debió conformarse con recorrer el anillo entre ovaciones. Un trasteo sobre pies le hizo al deslucido de Pastejé.
Dos diestros competitivos
No se quedaron atrás los alternantes, tan contrastados como interesantes. Colombo, sobrado de sitio y enrachado, enfrentó primero a Bailador, de tarda y corta embestida al que después de parear con eficacia despachó de dos pinchazos y entera. Y con su segundo, de nombre Psicólogo, el venezolano volvió a desplegar entusiasmo y afición en los tres tercios ante un astado que acabó rajándose. Concluyó de media trasera y su labor fue premiada con una vuelta.
Nunca acabará de arrepentirse el viciado sistema taurino, tanto en México como en España, de desaprovechar toreros que traen el repunte del espectáculo en sus hombreras. Uno de estos privilegiados es Juan Pedro Llaguno, que no obstante su escaso rodaje desplegó cualidades excepcionales con su lote: clase, buen gusto, temple, seguridad y una enorme disposición para estar en la cara del toro, como si toreara cada ocho días. Desplegó las cuatro ces: cabeza, corazón, cojones y carisma en los tres tercios frente a dos toros débiles y deslucidos, sobresaliendo su serena quietud ante la brusca e incierta embestida del cierraplaza. El hombre no sólo se abstiene de dramatizar sino que seguido desparrama una espontánea sonrisa a los tendidos. ¿Cuánto tardará el taurineo en aprovechar a Juan Pedro?
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