Jorge Caballero
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de febrero de 2025, p. 8
En 2025, se cumple un siglo del estreno de El acorazado Potemkin, icónica película dirigida por el cineasta ruso Sergéi M. Eisenstein en 1925. Considerada una obra fundacional del cine, la cinta es ampliamente reconocida como una de las más influyentes y formidables en la historia del séptimo arte. Fue la primera que utilizó a la perfección el montaje y el efecto Kuleshov, incluso sigue siendo objeto de análisis en las escuelas de cinematografía, especialmente por su emblemático capítulo cuatro, Las escalinatas de Odesa.
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Basada en hechos reales ocurridos en 1905, el filme narra como el poderoso trasatlántico barco militar El acorazado Potemkin acaba de regresar y de ser probada su letalidad en la guerra de Rusia contra Japón. Su tripulación, harta de los malos tratos y poca comida, está al borde del motín. Pero una mañana aparentemente tranquila les sirven carne podrida, los marineros se revelan, con este amotinamiento también se da la revolución en Odesa y todo el territorio ruso contra los tropas y la monarquía de la Rusia zarista.
El acorazado Potemkin fue nombrada como la mejor película de la historia en la Exposición general de Bruselas en 1958 y lo más importante, el filme es de dominio público en algunas partes del mundo, es decir que se puede ver gratuitamente en línea.
De extracción teatral, Sergéi Eisenstein se encontró con el naciente nuevo séptimo arte cuando el lenguaje cinematográfico ya había sido implementado como actualmente lo conocemos por D. W. Griffith, pero el gran cineasta ruso aportó la técnica de montaje al más alto nivel, al presentar una escalinata que se puede bajar, con una mediana condición física, en cuatro o cinco minutos: 142 metros de largo, una altura de 27 metros y 192 escalones, por medio del montaje las hace parecer interminables y mediante el efecto Kuleshov manipula los sentimientos del espectador con primeros planos, primerísimos primeros planos y generales para provocar la empatía de los espectadores con el pueblo ruso que era masacrado por los cosacos de la Rusia zarista.
Serguéi Mijáilovich Eisenstein, nombre completo del cineasta ruso, tenía ideales comunistas, había pasado apenas unos pocos años de la Revolución Bolchevique de 1917 y sus ideales lo condujeron en varias ocasiones a conflictos con funcionarios del gobierno soviético, pero José Stalin consideraba al cine como un medio de propaganda y a Eisenstein una figura controvertida, además de su homosexualidad.
La popularidad de Eisenstein llegó con El acorazado Potemkin en 1925, anteriormente había realizado algunos ensayos literarios cinematográficos, que conjuntó con sus dotes como orador, y tuvieron una resonancia e influencia sobre la teoría cinematográfica de la época en toda Europa, era políglota, hablaba fluido el alemán, francés, inglés y español. En 1924 puso en práctica su propia teoría en su obra La huelga, también propagandística al servicio de la Revolución Rusa, la cual se exhibió en varios países del hemisferio occidental e inlcuso ganó el premio en la Exposición de París en 1925, antes de que existieran los certámenes cinematográficos.
▲ Fotogramas de la película de Sergéi M. Eisenstein
Al año siguiente filmó El acorazado Potemkin y es cuando llega al cenit creativo de su propia teoría ensayística cinematográfica, y posiblemente es la película sobre la que más se ha escrito en toda la historia del cine
. Según el propio Eisenstein, el guion, manufactura de Nina Agadzhánova, fue escrito para una cinta en ocho episodios, que comenzó a rodarse en Leningrado y pensaba relatar los sucesos de la huelga general. Tuvieron que abandonar el rodaje por el mal tiempo, y se dirigieron a la ciudad de Odesa para rodar el capítulo dedicado al motin del barco, fue cuando Sergéi Eisenstein tomó la decisión de que eso fuera la parte neurálgica del proyecto.
El acorazado Potemkin esta dividida en cinco episodios: Hombres y gusanos, Drama en la cubierta, El muerto clama, Las escalinatas de Odesa y Encuentro con la escuadra.
Se sabe que cuando llegó a filmar a Odesa, el director ruso entrevistó a los sobrevivientes de la masacre perpetrada por los cosacos e incluso localizó los dibujos de un francés que había sido testigo de lo ocurrido. Rescribió el guion y realizó diversos títulos para dirigir la acción. Aunque los medios eran escasos, gracias a una serie de experimentos técnicos, acabó siendo una genialidad con resultados asombrosos.
Eisenstein construyó su película en mil 290 planos, empleando gran maestría mediante un montaje armónico y métrico. La fotografía está determinada por la propia acción y en el montaje únicamente realizó unos cuantos travellings. Respecto al cuarto episodio, donde emplea 170 planos, la población rusa es masacrada crea un tempo / secuencia artificial, que hace que la toma dure casi 12 minutos, además de la sobresaliente fotografía donde el pueblo como masa se convierte en el protagonista, amén de la dramática toma de la carreola con el bebé a punto de desplomarse por las escalinatas al tiempo que la madre rusa reclama a los cosacos haber matado a su hijo y que recibe por respuesta un balazo en el ojo.
Posteriormente, ya con una reputación de genio cinematográfico, realizó varias películas como Octubre con un mediano éxito. Entre 1930 y 1932 Eisenstein visitó México para hacer su película inconclusa ¡Qué viva México!, que llevó por título original Tormenta sobre México, al calor del triunfo de la Revolución Mexicana, pero al llegar al país él y su equipo fueron encarcelados, luego fueron liberados y Eisenstein nombrado huésped de honor. En esos años rodó 60 mil metros de la cinta que nunca se estrenó.
El acorazado Potemkin cumple 100 años y vale la pena revisitarla, porque es una cinta fundacional, antes de que el cine fuera tan iridiscente y de cinemática ágil, cine químicamente puro.
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