El 24 de noviembre de 1957 se publicó el cuento para niños, ¡Cómo El Grinch robó la Navidad!, de Doctor Seuss (Theodor Seuss Geisel). Como otras tantas historias que celebran las fechas más queridas del año, giraba alrededor de un personaje que se redimía durante la Navidad. Pero antes, se ocupaba de dejar bien claro cuanto odiaba la festividad. Por lo que terminaba robando los adornos y cenas que adornaban las casas del pueblo vecino al lugar en que se encontraba su guarida.
Claro está, una trama semejante solo puede terminar con el protagonista descubriendo el verdadero sentido de la celebración. Para después, aceptar que su odio provenía de la soledad y no comprender el verdadero valor de la solidaridad y el afecto. Un giro de los acontecimientos que convirtió al malhumorado Grinch en símbolo de los que no especialmente afines con las fechas navideñas. Pero, como dato curioso, el autor se inspiró en una docena de criaturas distintas asociadas a la Navidad. De duendes alemanes hasta ogros irlandeses. Todas con un punto en común: dar una perspectiva curiosa — y a veces escalofriante — acerca de una de las épocas más inocentes del año.
Si te agradan los relatos parecidos, te dejamos siete de las historias navideñas más singulares. De una bruja que atraviesa el cielo en pleno invierno, hasta un siniestro compañero de Santa Claus. Una colección peculiar, que permite explorar en el lado menos conocido e incluso tenebroso, de las fiestas más importantes para una multitud de países y culturas.
La Befana, un cuento navideño que salió mal
Por curioso que parezca, Italia tiene su propia versión de los Reyes Magos. O, al menos, lo más cercano a la idea. Se trata de la Befana, una bruja amable que, según la región del país, visita a los niños más pequeños, ya sea en víspera de Navidad o directamente, durante la epifanía del 6 enero. Cualquiera que sea la fecha, el personaje lleva dulces y pequeños regalos a los niños afortunados.
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Ahora bien, su origen es más antiguo y curioso, que la de solo ser capaz de repartir obsequios. La primera referencia de la bruja, se remonta al medioevo, en la que castigaba a los niños. Siempre, debido a que, según la tradición, podía saber quién había sido malo o bueno. Eso, gracias a que, siendo todavía muy joven, había alojado en su casa a los Reyes Magos, eso mientras el trío de divinas figuras, iba en camino para conocer al bebé Jesús.
La bruja les recibió en su casa y llenó sus alforjas de caramelos. Pero cuando le pidieron que les acompañara para venerar al pequeño niño, ella se negó. Solo para después comprender, que se trataba del hijo de Dios. Por lo que salió en la búsqueda de los reyes, para unirse, ahora sí a su comitiva. Pero jamás les encontró y terminó condenada por su falta de humildad, a vagar por el mundo, repartiendo caramelos a los niños. Eso, además de tener la habilidad, de saber cuándo cualquiera había sido bueno o malo.
El Krampus, un demonio navideño
Este año, Red One incluyó en su argumento una versión de la tétrica figura navideña. En la trama de la película, se trataba del hermano de crianza de Santa Claus (Kristofer Hivju), obsesionado por la lista de los niños malos y muy dispuesto a castigarlos a todos. Pero a pesar de eso, terminaba por dar su brazo a torcer y ayudar a salvar la fecha, como buen antihéroe que se precie.
La trama de la cinta navideña no está lejos de la popular leyenda de Alemania y países alpinos. Con un origen que se remonta al siglo II d.C, la tradición cuenta que un demonio de cuerpo peludo y cuernos, era enviado por Dios para castigar a los niños malcriados y a los pecadores. Eso, para luego llevarlos al inframundo. Por lo que aparecía gruñendo y haciendo sonar cascabeles en la víspera del 6 de diciembre, fecha en la que se celebraba el día de San Nicolás en Alemania, Noruega y Dinamarca. Por lo cual, se le suele considerar el reverso — malvado — de Santa Claus.
Una fuerza de la naturaleza llamada Dez Moroz
En Rusia, se cree que un extraño personaje inmortal de barbas largas y vestido de gris, es el responsable del crudo invierno que invade todo el país durante la época navideña. Se trata del Ded Moroz, una leyenda precristiana de los eslavos orientales, que encarnaba las fuerzas de la naturaleza y los secretos que se ocultan en la nieve.
La primera mención de la solemne figura, se encuentra en un registro del Patriarca de Moscú, que se remonta al año 1000 d.C. y en el que se aseguraba que se trataba de una figura pagana. Por lo que se le equiparaba a un demonio. Mucho más, porque se le atribuían capacidades mágicas como congelar ejércitos y arrasar pueblos con el chasquido de los dedos. Posteriormente, el Dez Moroz terminó por ser una versión rusa de Santa Claus, a pesar de sus orígenes distintos. Eso sí, según la tradición rusa, ambos hacían cosas opuestas. Mientras Santa Claus obsequiaba regalos, Dez Moroz castigaba a los niños malos.
El cruel Zwarte Piet de Países Bajos
De nuevo, los niños malos son castigados, pero esta vez por un elfo pérfido que se ocupa de la lista de malcriados de Santa Claus. Eso, según las creencias de los Países Bajos. En la región, la celebración de la llegada del Sinterklaas, la figura holandesa basada en el Santo Católico San Nicolás, es una fiesta que se lleva a cabo semanas de diciembre. Al sonriente Padre de la Navidad, le acompaña un grupo de duendes, todos de piel oscura, encargados de cazar a los traviesos y darle su merecido castigo.
La festividad, que se lleva a cabo en calles de todas las ciudades del país y que incluye disfraces y llevar la cara pintada de negro, en la actualidad se considera ofensiva. Eso, claro, al evidente ingrediente racista que supone el polémico Blackface de los participantes.
La terrorífica Frau Perchta
Otra bruja en la lista de personajes navideños, es la nada benévola Frau Perchta. Según las creencias folclóricas de Baviera y Austria, Perchta vagaba por el invierno, para entrar en las casas y robar niños, a lo largo de los doce días entre Navidad y Epifanía. El mito la describe como una mujer alta, silenciosa y de largo cabello rubio, dispuesta a llevar consigo a los que no celebraron la Natividad de la manera correcta.
La también llamada Spinnstubenfrau o Señora de la sala de hilado, tenía un más que sospechoso parecido con la diosa Frigga noruega. Por lo que antropólogos y folcloristas, han concluido que probablemente sea una versión de la divinidad para otras regiones de Europa. En lo que todas las leyendas coinciden, es que conviene no hacerla disgustar, porque su ira equivale a meses de frío y hielo.
El malhumorado Belsnickel
Si el Krampus tuviera un compañero para cometer sus fechorías, ese sería el gruñón Belsnickel, una criatura con rostro humano y cuerpo de oso, encargada de —cómo no — castigar a los niños malos. Pero, a diferencia del demonio alemán, este personaje singular también trae regalos, para lo que el afortunado debe responder con total sinceridad, si fue un niño bueno o malo.
La leyenda de Belsnickel se extiende al suroeste de Alemania a lo largo del Rin, el Sarre y el área de Odenwald en Baden-Württemberg. En este último estado federado, además, se cree que puede robar niños y esconderlos en su saco de piel de oso, para evitar que puedan escapar de su castigo.
El tétrico Padre Fouettard
Este personaje del folclor francés, es el reverso oscuro del Santo católico San Nicolás. Según las creencias de los países francófonos de Europa, acompaña al benigno Padre de la Navidad, para que mientras uno hace regalos, el otro castiga con un látigo a los malcriados y desobedientes.
Durante buena parte del siglo XV y XVII, se le consideró como la encarnación de lo que ocurría cuando San Nicolás se enfurecía. Pero posteriormente, la figura se separó de la del Santo Patrono de los niños, para obtener su propio lugar en la leyenda. Se le representa con ropas monásticas, una corona de acebo y un látigo de piel roja.
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