La Habana/Antes de que el Gobierno reconociera la magnitud de la crisis energética que vive el país –la primera vez, en marzo, tras unas protestas multitudinarias en Holguín debido a los apagones, por boca del ministro de Vicente de la O Levy– los cubanos llevaban meses sabiendo de la falta de combustible por el racionamiento y las colas kilométricas en las gasolineras.
Para ordenar la situación, el gobierno del municipio de Guanabacoa, en La Habana, mandó a elaborar, durante la crisis de combustible de junio de 2023, una lista de clientes que, tras abandonarse un tiempo, volvió a reactivarse pocos días antes del anuncio de la subida en los precios del combustible, prevista para febrero de 2024 aunque finalmente entró en vigor un mes más tarde.
A los clientes de los servicentros Los Paraguas y Corral Falso, que estaban en la lista previa, los mandaron a inscribirse a sendos grupos de Telegram para estar al tanto de la información sobre turnos para gasolina o diésel. A través de la aplicación de mensajería, la encargada de confeccionar la lista diaria de compradores y establecer estrictas instrucciones se hacía llamar Esther, a secas.
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«Esto no es anarquía, es control de cola, evitando el acaparamiento, el lucro, los coleros»
Esther exigía nombre, apellidos, número de carné, chapa del vehículo y un número de teléfono, y mediaba severamente en caso de trifulca. “Esto no es anarquía, es control de cola, evitando el acaparamiento, el lucro, los coleros, etcétera”, solía decir. En una visita a esas gasolineras de Guanabacoa, este diario comprobó cómo su mano de hierro funcionaba también en persona y llegó a averiguar su nombre completo: Esther Lilian Pérez Trujillo.
Tras un primer reportaje publicado por 14ymedio sobre su labor, Pérez Trujillo reaccionó diciendo en sus grupos de Telegram: “Están observando”, a la vez que comentaba, mordaz, una foto con la nota de este diario: “Además de indisciplina y etcétera, subversión”. Para entonces, la cacique de las gasolineras había lanzado una cruzada contra los “dobles” –personas inscritas varias veces en su lista de clientes– y había afianzado su autoridad alegando, una vez más, que era una “servidora pública”. La funcionaria, incluso, se permitió criticar las nuevas reglas para el reparto de combustible establecidas en febrero.
El ejemplo de organización de los servicentos de Guanabacoa se extendió primero al Tángana, en El Vedado, y después al resto de gasolineras del municipio de Plaza de la Revolución, el pasado noviembre. Una vez más, Esther repasaba las normas: solo 40 litros de combustible por vehículo, un tanque lleno por moto y 20 litros por cliente, previa autorización, para plantas eléctricas.
Pérez Trujillo guarda celosamente sus redes sociales, pero algo deja entrever: es maestra de profesión, y ha dado clase en centros del propio municipio de Guanabacoa. El temple y la ortografía se le notan al comandar con puño de hierro las colas para los Cupet.
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