La Habana/Un video publicado este viernes por Girón, el periódico de Matanzas, pretende dar una visión panorámica de El costo de menstruar en Cuba, según titula. Las noticias para las matanceras, y las cubanas en general, no son buenas: entre el 10% y el 30% de su salario se destina cada mes a adquirir artículos de higiene menstrual, y eso si los encuentran.
Girón es claro al respecto y admite que, pese a que “las llamadas íntimas son un producto de higiene tan necesario como el jabón, el desodorante o la pasta dental. El problema en este asunto radica en que la producción estatal cubana de toallas sanitarias se ha visto reducida estrepitosamente por la imposibilidad de acceder a los insumos importados que permitían fabricarlas”.
La incapacidad de la industria sanitaria para cubrir esta necesidad es un problema casi histórico en la Isla. La novedad, no obstante, radica en que la prensa oficial ofrezca datos concretos –al menos a nivel provincial, como es el caso– para describir la situación. Según el medio, una mujer utiliza entre cinco y siete almohadillas sanitarias diarias en cada período, hasta 500 en un año y unas 17.000 a lo largo de su vida.
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Con la fabricación por el piso, la red de farmacias cubanas es incapaz de cubrir la demanda que, teniendo en cuenta que en Matanzas residen unas 82.000 mujeres menstruantes, asciende a 41 millones de compresas anuales. El nivel de producción actual ni siquiera se acerca a la cifra. En agosto pasado la provincia recibió apenas 15.000 paquetes de 10 unidades (150.000 compresas).
El mercado de las ‘íntimas’ no llega mucho más lejos, excepto para aquellos que pueden darse el lujo de pagarlas en dólares
A ello se suman los elevados precios de los paquetes en el mercado informal –a falta de su venta en las farmacias– que oscilan entre 300 pesos por un paquete de 10 unidades de factura cubana de mala calidad (Mariposa), hasta 800 por uno de 24 unidades y mejor factura, aunque también nacional (Angélica). Si el producto es importado, el valor asciende hasta doscientos pesos por encima de las compresas nacionales, teniendo en cuenta la cantidad.
El mercado de las íntimas no llega mucho más lejos, excepto para aquellos que pueden darse el lujo de pagarlas en dólares, algo que, incluso para el periódico del Partido Comunista en Matanzas, escapa a la lógica socialista. “La gota que colma el vaso es que, mientras el sistema de farmacias nacional no puede proveer de toallas sanitarias a la población, en las tiendas en monedas libremente convertible (MLC) se vende el paquete de íntimas importadas a un precio equivalente a cinco dólares, 600 pesos al cambio formal y más de 1.500 al informal. Esta situación provoca que las féminas matanceras deban comprar un artículo de higiene tan indispensable por la vía que sea, al precio que aparezca”.
La situación, admite Girón, obliga a las mujeres a buscar soluciones más económicas al problema, que van desde confeccionar sus propias compresas –de telas usadas– hasta comprar otros artículos, como las copas menstruales. Estas últimas tienen cierta popularidad en la Isla, especialmente entre las muchachas jóvenes, pero las que llegan al mercado negro suelen ser las opciones menos amables para las mujeres y de peor calidad.
Aunque es un artículo “recomendado”, el medio lamenta que no se cumpla en Cuba el derecho a la higiene menstrual
Aunque es un artículo “recomendado”, el medio lamenta que no se cumpla en Cuba el derecho a la higiene menstrual, que incluye “que las mujeres puedan elegir libremente cómo hacerlo [enfrentar su ciclo] y para ello se le debe garantizar el acceso a todos los productos. Eso sin contar que cuando un grupo de personas no logra acceder a un producto o servicio para satisfacer una necesidad básica, que además es un derecho, estamos ante un claro ejemplo de desigualdad”, zanja.
La esperanza de que la situación se solucione a corto plazo es casi nula si se mira el recorrido de las principales industrias de compresas, como Mathisa –ubicada en Sancti Spíritus y encargada de surtir desde Matanzas hasta Camagüey–. En 2016, la fábrica cerró con una deuda de tres millones de unidades por problemas de logística y, para 2021, la deuda de la empresa, que nunca se saldó, era de cuatro millones.
A partir de entonces, a los obstáculos logísticos se sumaron la falta de combustible y la creciente incapacidad del Estado para conseguir la materia prima, por lo que la producción de Mathisa ha sido intermitente. La empresa apenas pudo reanudar su producción el pasado abril –después de pararla en febrero–, cuando recibió el relleno importado para las compresas y desde entonces es probable que, a pesar del silencio oficial, hayan ocurrido otros estancamientos de la producción.
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