La Habana/Por una noche La Habana dejó de ser una ciudad de viejos y mendigos para lucir a su juventud. El motivo: la proyección, este viernes, de los dos primeros capítulos de Cien años de soledad, la miniserie recién producida por Netflix sobre la novela de Gabriel García Márquez. Para verlos, decenas de jóvenes cubanos y extranjeros recalaron en el cine Yara.
Entre el mar de gente espera Sofía Morales, una estudiante de medicina del Valle del Cauca (Colombia), que serpentea al público y pregunta con ansias cómo conseguir una entrada para ver la proyección. La joven ha llegado demasiado temprano. La primera sesión, a las 8:00 de la noche, está destinada a espectadores con invitaciones al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que se celebra desde el jueves y hasta el 15 de diciembre. Para el público general se reservó una tanda mucho más tarde, a las 10:00 pm.
Morales, que ya lleva dos años en Cuba, está dispuesta a lo que sea para ver en pantalla uno de los libros que más la marcaron. “O me atrevo a dejar mi imaginación con todo lo que leí en el libro o me atrevo a ver la serie y que me cambie la visión sobre todo lo que escribió García Márquez”, cuenta.
Como ella, la mayor parte del público son estudiantes universitarios, ya sean latinoamericanos, africanos o de otros continentes; o de la Isla, como Adiel y sus amigos, que tantean el ambiente para intentar colarse. “Nos enteramos después de que era por invitación, pero estamos curioseando”, asegura.
Minutos después, Morales, contra todo pronóstico, encuentra sitio en la primera sesión en una butaca con su novio palestino-estadounidense, a quien quiere enseñarle la obra de García Márquez porque “expresa todo lo que es Colombia: las clases, la gente, pero de otra forma”.
En la sala se apagan las luces y el silencio es total. Es en ese momento cuando retumba una frase que hace que más de uno corte la solemnidad y aplauda, otros, de plano, sueltan lágrimas: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Afuera, en el portal del cine, mucha gente se queda a esperar hasta que comience la proyección de las 10:00, y la multitud contrasta con el vestíbulo vacío de unas horas antes, cuando la gente se concentraba en las colas en los cajeros de 23 y N. Dos enclenques palmeras envueltas en guirnaldas intentan darle un ambiente navideño al Yara que, junto al resto de lugares designados a las actividades del Festival, es un oasis de luz en un país asediado por los apagones.
En la esquina de Belascoaín, San Lázaro y Malecón, se proyecta El cuerno de la abundancia. Alrededor de la pantalla al aire libre se reúnen pocos espectadores, atraídos principalmente por las mesas, algunas cervezas y un puesto de comida.
La primicia de la serie de Cien años de soledad ha sido el plato principal del segundo día del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Netflix, cuyos productos llegan a los cubanos principalmente pirateados, tiene previsto estrenar a nivel mundial esta miniserie el 9 de diciembre en Bogotá.
García Márquez (1927-2014) fue una figura muy vinculada a Cuba y a su cine durante años. Entre otras cosas, presidió la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, una organización con sede en La Habana. Su amistad con Fidel Castro, de quien fue un incondicional, lo puso en el centro de decenas de polémicas.
El escritor jugó un importante rol diplomático al servicio del régimen y fue un personaje clave en el intercambio de presos y personas de interés para el castrismo. Pese a ello, encontrar sus libros en ediciones recientes es una tarea imposible en el país en el que contó, durante décadas, con una mansión de protocolo asignada a su familia.
Las principales salas de cine de la capital cubana proyectarán durante diez días los 110 filmes en concurso –89 menos que el año pasado– provenientes de 42 países como México, Venezuela, Argentina, España y la propia Isla. El Festival de La Habana nació el 3 de diciembre de 1979, concebido a imitación de los festivales de Viña del Mar (1967 y 1969), Mérida (1968 y 1977) y Caracas (1974).
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