Mientras los nuevos benefactores de la humanidad, los protectores de seres humanos (no de todos), de los animales (los que no se comen), de las plantas (las que no se cortan) y del resto de los seres sintientes, discurren nuevas leyes sustentadas en principios de justicia más o menos hipócritas (lo que no vemos puede sacrificarse de cualquier manera, lo que sí, prohibido sacrificarlo a la vista, mejor en rastros donde el sangrerío sólo salpica a los empleados), otras personas, con una visión más amplia de sí mismas, continúan ejerciendo su vocación y desarrollando sus talentos.
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