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En menos de veinte años, Bitcoin logró convertirse en una tecnología ampliamente difundida.
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Todavía tiene un camino muy largo para tener un uso generalizado en la sociedad.
Estamos en el aniversario 16 de la publicación del documento original de Bitcoin, en el cual la idea fue presentada por primera vez a la lista de emails de cypherpunks por Satoshi Nakamoto. Este ha sido un año muy especial, marcado por el cuarto halving y por una nueva fase en la legitimidad y la hegemonía de la primera criptomoneda. Más que hacer un análisis histórico exhaustivo, voy a hacer un recorrido un tanto personal de cómo viví esas etapas mientras se sucedieron. Mi intención es reflejar el clima de cada época, más allá de los grandes acontecimientos o “eventos canónicos” de esta historia.
- CHECALO -
2009-2013: una moneda rara aparece en la (deep) web
Si Bitcoin fue un tema bastante extravagante por al menos cinco años, las décadas previas de avances cypherpunks lo fueron todavía más. Internet estaba dejando de ser un espacio con diversidad de servidores, en el que había que encontrar todo en un buscador o tus amigos te recomendaban tal o cual sitio; para empezar a ser un espacio centralizado en un puñado de grandes plataformas, como la conocemos hoy en día. Justo en ese momento apareció otra internet.
La “Deep web” a la que se accede con el explorador TOR, estaba rodeada de mitos en 2010. Se decía que había virus en todas partes, que había hackers al acecho o que podían meterte preso solamente por entrar. La realidad es que era una web muy lenta, llena de contenido controversial (muchas veces con el único motivo de ser controversial), sin buscadores, pero con una wiki que listaba sitios, una mezcla curiosa entre esa primera internet que yo no viví y la llamada web 2.0.
Entre otras cosas, existían muchos mercados clandestinos en la Deep web en los que se pagaba con bitcoin. Era difícil entender qué eran las bitcoins, dónde se compraban ni cómo funcionaban. Por eso muchos, incluso siendo grandes nerds, no le prestamos mayor atención en esos días.
2014-2017: ¿escuchaste hablar de Bitcoin?
De a poco el tema Bitcoin empezó a tomar impulso durante los años siguientes: los grupos que promovían su adopción empezaron a popularizarse y tener más entidad, el precio subió considerablemente y atrajo la atención de algunos inversores de riesgo, los portales de noticias comenzaron a sacar notas sobre el tema. Incluso se crearon medios de noticias dedicados al tema, como CriptoNoticias.
Sin embargo, la narrativa que primaba seguía asociando a Bitcoin a los mercados de la Deep web o la trataba de simple estafa. Habiendo más información disponible, varios empezamos a entender las implicaciones sociopolíticas y la maravilla técnica que es Bitcoin y nos entusiasmamos. Creímos que la hiperbitcoinización estaba a la vuelta de la esquina. La narrativa criptoanarquista logró permear, a través de Bitcoin, mucho más allá de aquel grupo de cypherpunks de la lista de emails. Varios de los que empezamos a obsesionarnos con el tema nos convertimos en “ese tipo que siempre habla de Bitcoin” para nuestros amigos y conocidos, pero realmente pocos nos prestaban atención o se metían mucho en el tema.
Digamos también que la experiencia de usuario todavía no era la mejor: billeteras de autocustodia casi exclusivamente, tarifas manuales, tiempos de confirmación. Si bien una billetera de Bitcoin tenía una interfaz gráfica y no era por la línea de comandos, no era un programa que podía usar cualquiera. Además, la forma de comprar bitcoins era casi exclusivamente P2P, por lo que pocos querían “entrar” o “invertir” (comprar) sin estar seguros de poder “salir” (vender).
Como si no fuera suficientemente difícil tratar de explicar Bitcoin, empezaron a aparecer por esta época las altcoins y todas sus variedades: stablecoin, privacycoin, memecoin, shitcoin. Con enormes capitales de riesgo detrás, muchas de estas fundaciones/empresa promocionaron sus fichas y lograron captar a una audiencia mucho mayor en mucho menos tiempo. La primera ola fue la manía de las ICO en 2016, que terminó estallando en 2017, cuando Bitcoin tocó por primera vez los USD 20.000.
2018-2022: el auge de crypto
El “crypto invierno” de 2018 es capaz el que más sufrimos muchos, aunque más no sea porque fue el primer crash que vivimos. Pasar de USD 20.000 a USD 5.000 parecía una derrota definitiva, aunque hubiéramos comprado a menos de $1.000 un par de años antes. Sin embargo, los crypto-bros no se rindieron y volvieron recargados con DeFi, NFTs, yield farming y montones de nuevas ideas para cambiar el mundo haciéndose rico en el proceso.
Bitcoin se mantuvo como algo que es mejor no tocar, tanto el software como el activo. Quiero decir, que era un buen activo para guardar, pero es mejor dejarlo en una billetera fría, mientras que todas estas nuevas monedas tenían algún mecanismo de inversión asociado. El software también, luego del gran debate por el tamaño de bloque que bifurcó la cadena en 2017, nadie quería proponer grandes cambios al código fuente. A pesar de eso, se estaban desarrollando la red Lightning y Taproot a un ritmo quizás muy lento respecto a la manía de crypto. Parecía que la narrativa criptoanarquista iba a diluirse entre los slogans de los cryptobros.
Por esta época mucha gente empezó a preguntar por Bitcoin o crypto en general y vimos como tanta narrativa grandilocuente casi que no servía de nada al lado de la promesa de hacer “el negocio de tu vida”. De repente muchos nos encontramos con que esas personas a las que les habíamos hablado de Bitcoin por años sin convencerles de repente venían dispuestas a meterse en cualquier nueva -coin que apareciese.
Poco después, en 2021, El Salvador convertía a Bitcoin en moneda de curso legal, abriendo una nueva ventana a su legitimidad. A pesar de esto, Bitcoin seguía siendo algo “aburrido” frente a la efervescencia de las DeFi.
La caída de FTX es para mí el momento que marcó el fin de ese ciclo exageradamente optimista. Si bien habíamos visto pumps y dumps por todas partes durante esos años, FTX era tan grande y arrastró a tantos negocios que fue el baldazo de agua que el espacio necesitó para entender que el dinero fácil era una ilusión.
2022-2024: no hay segundo mejor
No hubo luego de ese crash un crypto invierno tan prolongado como en 2018. Bitcoin retomó su lugar preponderante en el espacio y empezó a distinguirse más del resto de criptomonedas. Actores “serios” dentro de las finanzas y la economía tradicional empezaron a hablar de “Bitcoin, no crypto”. Para este momento ya había acumulada una gran cantidad de literatura sobre Bitcoin, en varios campos del saber. Aunque tienen diferentes perspectivas, en general las ideas centrales de los cypherpunks aparecen explicitadas. En todo este tiempo, además, los detractores de Bitcoin no han elaborado o refinado sus argumentos para convencernos de que el sistema fiat es mejor. Incluso en el campo de la ecología, los bitcoiners han logrado cambiar la narrativa nocoiner del gasto excesivo para mostrar cómo Bitcoin es un factor clave en la transición energética y el aprovechamiento de los recursos.
Llegamos así al 2024, año en el cual Bitcoin irrumpió con más fuerza en las finanzas tradicionales. Si bien los mercados de futuros de Bitcoin habían aparecido en 2018, los ETF fueron una batalla mucho más larga. La SEC de Estados Unidos estuvo oponiéndose a ellos por años, hasta que finalmente en enero de este año tuvieron que aprobarlos a regañadientes.
En el campo de la usabilidad es donde quizás tenemos los mayores avances. Una billetera de Bitcoin hoy es tan fácil de utilizar como cualquier aplicación móvil o de escritorio, incluso las de autocustodia y Lightning. La accesibilidad se ha vuelto enorme y podemos enseñarle a alguien a recibir y enviar bitcoins por Lightning en un par de minutos.
Desafíos
Bitcoin ha hecho un recorrido desde ser un experimento, a ser una moneda utilizada por unos pocos particulares, a utilizada por empresas y aceptada por algunos estados. A pesar de eso, apenas ha hecho avances moderados en cada uno de esos últimos campos. Si en 2010 era raro encontrar a alguien que haya escuchado de Bitcoin, en 2020 ya era raro encontrar a alguien que no lo haya hecho. Este es un cambio fundamental en la conciencia que hay sobre Bitcoin, pero todavía estamos muy lejos de poder llamarlo aceptación o adopción. Todos han oído hablar, pero relativamente pocos la están usando activamente.
Creo que eso tiene que ver con tres escalones que tuvimos que subir para que Bitcoin sea útil: técnico, experiencia de usuario y regulatorio.
El desafío técnico es constante e infinito: siempre podemos mejorar algo y siempre hay nuevas funciones o nuevos errores para corregir. A pesar de eso, podemos decir que Bitcoin (tanto el protocolo núcleo como sus tecnologías complementarias) ya han superado un umbral en el que técnicamente funcionan.
La experiencia de usuario puede ser más importante que lo que corre detrás: un programa técnicamente perfecto que carezca de una buena interfaz de usuario probablemente no será usado por mucha gente. Asimismo, una buena interfaz de usuario puede hacer que se le perdonen muchos defectos técnicos a un software. En este sentido una gran cantidad de billeteras, como dije, ya ofrecen una usabilidad intuitiva y simple para usuarios nuevos.
Por último, a pesar de estos grandes avances en la usabilidad, muchas billeteras y compañías de servicios de Bitcoin están sufriendo limitaciones debido a la incertidumbre legal alrededor del protocolo. Un caso paradigmático es el de la aplicación Strike. La aplicación se jacta de utilizar la tecnología de Bitcoin para permitir pagos de un país a otro, pero solamente está habilitada a operar en algunos de ellos, por lo que la utilidad real termina siendo mucho menor de lo que sería técnicamente posible debido a limitaciones regulatorias.
Debido a eso, considero que el desafío de los próximos años será lograr marcos regulatorios apropiados para usar Bitcoin de forma libre y autosoberana, y podamos explorar el verdadero potencial de Bitcoin, un sistema de efectivo electrónico entre pares.
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