La Habana/Ninguna potencia extranjera ha invadido el país en este octubre de 2024; no ha ocurrido un terremoto; ningún devastador huracán ha atravesado la Isla; no hay una guerra civil ni se ha desatado una epidemia. El Parlamento no se ha declarado en rebeldía desaprobando las leyes que le envía el Gobierno para su consideración, los militares permanecen en sus cuarteles, no se han producido explosiones sociales como las ocurridas en julio de 2021, ni siquiera ha aflorado una desavenencia en las filas del Partido Comunista. Ni incendios forestales, ni plagas, ni tornados, pero sin embargo, se amplía el consenso de que la actual situación es la inequívoca señal de una crisis terminal.
La «actual situación» hace referencia al colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) que en menos de 72 horas ha dejado a la mayor parte de la población en un estado de calamidad acompañado de la incertidumbre de no saber, ni siquiera imaginar, cómo y cuándo aparecerán las soluciones.
Las voces que desde dentro o desde fuera del país le exigen al Gobierno que renuncie lo hacen mayoritariamente desde posiciones pacíficas, fundamentando su reclamo en la evidente ineptitud de los dirigentes que se mantienen en sus cargos por la simple razón de que no existe una forma legal para removerlos de sus puestos.
- CHECALO -
Una tuerca mal apretada en una termoeléctrica puede ocasionar otro derrumbe similar en cualquier momento
Los que mandan en Cuba no tienen la más mínima intención de renunciar. En su absoluta falta de autocrítica ni siquiera revisan el pasado (entiéndase el legado de Fidel Castro) y en su lugar lo más lejos a donde llegan es a reconocer que no han sido capaces de ser merecedores de esa herencia. La culpa de todos los males se la echan al Gobierno de Estados Unidos, que no quiere deshacer el embargo y se obstina en mantener a Cuba en la lista de países que cooperan con el terrorismo o que no lo combaten como es debido.
Los que cruzan las líneas rojas de negar legitimidad a los dirigentes del partido único, señalar la inviabilidad del sistema socialista o denunciar las acciones represivas de la Seguridad del Estado corren el riesgo de terminar en la cárcel.
El colapso del SEN es una señal de la fragilidad del país, esa fragilidad no es nueva. Una tuerca mal apretada en una termoeléctrica puede ocasionar otro derrumbe similar en cualquier momento. Pero no es la única fragilidad. Si Nicolás Maduro se viera obligado a dejar el poder, si a Vladímir Putin le pasa algo, si los chinos apuestan por otro camino, si Lula vuelve a resbalar en la bañadera, si el Club de París no quiere otra vez condonar las deudas, si el ex ministro Alejandro Gil se escapa y cuenta todo lo que sabe…
¿Crisis terminal?, más bien fragilidad multisistémica o multiorgánica. ¿De qué se puede morir un paciente que padece de todas las enfermedades posibles? Nunca se sabe, a lo mejor le cae un rayo o lo atropella un tren.
DERECHOS DE AUTOR
Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://www.14ymedio.com/blogs/desde-aqui/crisis-terminal-cuba-sufre-fragilidad_132_1107524.html