Sancti Spíritus/Aunque las ubres de las vacas siguen dando leche en Sancti Spíritus, los ganaderos de la provincia se niegan a seguir vendiendo su producción al Estado. La razón para esta huelga de cántaros vacíos es la falta de efectivo en los bancos, que les impide recibir el pago por el producto. Sin papel moneda, los campesinos se niegan a cumplir sus compromisos con las empresas oficiales.
«Se están burlando de nosotros al parecer, por un lado nos hablan de que debemos cumplir la norma de entrega, de que este es un sector estratégico para el país y por otro no nos dan nuestro dinero», cuenta a 14ymedio el miembro de una cooperativa lechera con más de una docena de fincas ubicadas a las afueras de la capital espirituana. «Así no se puede», sentencia con molestia el ganadero, que prefiere el anonimato.
A cada productor se le establece una cantidad obligatoria de leche que debe vender a la empresa estatal Combinado Lácteo Río Zaza, según el número de animales que tenga y el rendimiento promedio que ha mostrado en los últimos años. Cada litro de leche dentro de esa norma se paga a 75 pesos y por cada uno que exceda la cifra asignada el guajiro recibirá 38 pesos.
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Al momento de pagar sus deudas, el Combinado deposita en el banco, sea de manera física o electrónica, el monto destinado a cada cooperativa. Ese dinero debe ser retirado de la sucursal bancaria por la administración de la cooperativa que será la encargada de repartir los ingresos entre sus miembros según lo aportado por cada uno. Pero «el paraguas se traba a la hora de sacar el dinero», lamenta el productor espirituano.
Estar fuera de la sombrilla oficial resulta, además, muy complicado. En toda la provincia existen unas 32 cooperativas agropecuarias que engloban a la mayor parte de productores de viandas, vegetales, frutas y leche. En el caso de los propietarios de vacas, las presiones para integrarse al sistema de cooperativas, los constantes controles de los inspectores y el reciente censo sobre sus animales hacen casi imposible que puedan existir al margen del mecanismo de entregas al Estado.
Para los propietarios de vacas resulta casi imposible existir al margen del mecanismo de entregas de leche al Estado
En julio pasado, el Gobernador de la provincia, Alexis Llorente, aseguraba en la radio local que la “contratación de la leche” con los campesinos se había completado y superaba los 6 millones de litros. El funcionario señalaba las indisciplinas de los productores como uno de los problemas que debían sortear para cumplir los planes anuales, pero no aludió en ningún momento a la situación de los pagos a los ganaderos que ya para ese momento estaban en crisis.
«El banco lleva meses vacío, no tiene dinero en efectivo para darle a la cooperativa y la gente no quiere dinero electrónico porque aquí hay que pagar todo con el fajo de billetes en la mano», añade el ganadero. «Desde la libra de arroz que tengo que comprar para dar de comer a mi familia, hasta el sueldo de mis empleados tiene que ser en dinero que se pueda tocar, nada de numeritos en la pantalla del móvil».
Después de cuatro meses de retrasos y en vistas de que la situación bancaria no parece que vaya a solucionarse a corto plazo, productores como Mario, nombre cambiado para este reporte, residente en el municipio de Jatibonico, se ha sumado también al parón. «Estoy vendiendo la leche por mi cuenta desde hace un par de semanas, de todas formas tampoco me daba negocio vendérsela al Estado porque el pago es malo. Ese mismo litro de leche que entrego después de cumplir mi compromiso, que solo me lo pagan a 38 pesos, yo lo vendo en la calle a 120», advierte.
La situación bancaria no parece que vaya a solucionarse a corto plazo
El delegado del Poder Popular de la zona «hizo una reunión para repartir regaños entre los guajiros», cuenta el jatiboniquense. «Nos dijo que no podíamos seguir vendiendo la leche por fuera pero eso cayó en oídos sordos porque nosotros vivimos de lo que logramos vender, si el Estado no nos paga qué vamos a hacer. ¿Morirnos de hambre?».
La mayor parte de la leche que el Estado compra a través de ese mecanismo va a parar a la distribución a través del mercado racionado, para niños menores de 7 años y personas con dietas médicas específicas que tengan asignado el producto. El resto se envía a comedores de asilos y círculos infantiles, donde el alimento ha sufrido múltiples oscilaciones en los últimos años.
Ahora, la opinión más extendida entre los productores espirituanos es que el problema de los impagos irá a peor. “No hay dinero ni para pagarle muchas veces a los médicos, a los maestros, que tienen que ir varias veces al banco a ver si pueden sacar su salario. Imagínese qué va a quedar para nosotros. Todo el mundo quiere tomarse un vaso de leche pero eso lleva esfuerzo y gastos, no se ordeña una vaca hablándole pegadito a la oreja y diciéndole que tiene que cumplir el plan”.
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