Santa Clara/En medio de la ciudad de Santa Clara, un pequeño establecimiento llamado De Todito enfrenta días oscuros. Sus estantes, alguna vez llenos de productos, ahora se ven escasos. Los clientes, acostumbrados a encontrar allí todo lo que necesitan para su hogar, ahora se ven obligados a conformarse con lo poco que tiene a la venta.
“Yo antes venía y, si necesitaba huevo, aquí lo encontraba. Si me hacía falta aceite, arroz, pollo, leche, cualquier cosa, lo compraba en este establecimiento y me iba satisfecha para mi casa. Ahora tengo que andar media Santa Clara para encontrar todos los productos”, se queja Marilyn.
Un cliente pasa por encima de la fila, excusándose: “Solo voy a preguntar para no hacer la cola por gusto”. La dependienta, a quien ha preguntado si tienen pomos de aceite, responde con expresión triste: “Se han acabado y no creo que los vayan a reponer. Estamos en liquidación porque el dueño va a cerrar el negocio”.
Como si no sucediera nada, De Todito sigue funcionando en su elegante local. Pero los rumores corren como pólvora en las colas que aún se forman para conseguir los pocos productos que quedan, y se comenta que los inspectores obligaron al dueño del negocio a vender al precio topado un producto que tenía en el almacén.
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Los inspectores impusieron una multa de 15.000 pesos a la empresa y ordenaron la venta del pollo restante a un precio más bajo
“¿Es esto lo que le pasó a este joven de verdad?”, preguntaron a la vendedora, y del almacén se asomó el dueño, Alexis Medina, con una notable indignación. Sin pelos en la lengua les contó lo que estaba sucediendo: “De Todito cierra sus puertas porque los inspectores con la protección del Gobierno nos están haciendo la guerra a las mipymes”.
Él mismo narra a 14ymedio lo que pasó el 29 de agosto. Ese día, a primera hora de la mañana, llegó a De Todito el camión con pollo canadiense, últimamente escaso en la zona debido a las medidas de control de precios. A pesar de ser apenas las 8:30 de la mañana, la expectación de las personas se sentía en el ambiente. Todos se encontraban allí por una razón específica: el esperado pollo que acababa de llegar y que estaría disponible para la venta en tan solo una hora.
A las diez de la mañana comenzó la venta, pero la situación tomó un giro inesperado una hora más tarde, cuando dos inspectores hicieron su aparición. Los funcionarios comenzaron a interrogar a las personas en la cola sobre el precio al que se estaba vendiendo el pollo. La mipyme estaba ofreciendo el paquete de cinco kilogramos a 3.750 pesos (750 el kilo), una cifra por encima del tope permitido (680 pesos el kilo). Ante esta situación, los inspectores ordenaron detener la venta, lo que generó un ir y venir de papeles y explicaciones en el establecimiento, mientras los minutos para aquellos que esperaban en la cola parecían estirarse.
Después de una minuciosa revisión de las facturas de compra y venta, los inspectores impusieron una multa de 15.000 pesos a la empresa y ordenaron la venta del pollo restante a un precio significativamente más bajo, 3.200 pesos por paquete (640 el kilogramo).
“Es un error regular los precios de venta”, opina Medina. “Solo conllevará al cierre de los negocios, porque no serán rentables. El Gobierno debe recordar que nosotros manejamos nuestros negocios con nuestro propio dinero y no con fondos públicos. Tenemos responsabilidades que cubrir, como salarios, alquiler del local, flete de mercancías, servicios de electricidad, jurídicos, impuestos…” Para el empresario, se trata de políticas que desincentivan las inversiones y, como consecuencia, provocarán escasez de bienes y servicios, disminución del poder adquisitivo de los trabajadores estatales y jubilados y más aumento de los precios. Además, expresó el propietario de la pyme, “continuará impulsando la emigración de cubanos a medida que la situación se vuelva más insostenible”.
“El Gobierno asegura que no se trata de una cruzada contra los privados, pero todo lo que está sucediendo contradice esa afirmación. A varios cuentapropistas de Santa Clara ya les ha ocurrido lo mismo”, asegura. “Está claro que las medidas adoptadas por el Gobierno buscan limitarnos, ya que representamos una amenaza para las empresas estatales y para ellos, una parte considerable de los ingresos del país escapa a su control al pasar por nuestras manos”, asevera. Y pone como ejemplos de su calvario: “Han aumentado en un 50% los impuestos sobre productos importados que, según ellos, no son esenciales (esto excluye los seis artículos con precios topados). Antes pagaba los aranceles a una tasa de 24 pesos por dólar, ahora se cobra en moneda extranjera y el tipo de cambio es de 120 pesos por dólar. Desde enero del año pasado, han implementado un corralito financiero que limita las transferencias a 120.000 pesos al mes, obligando a los dueños de negocios a guardar su dinero en casa. Nadie confía en el sistema bancario cubano”.
«Sin nosotros, la población moriría de hambre, ya que importamos lo poco que hay y vendemos productos de mayor calidad»
Medina es contundente: “Sin nosotros, la población moriría de hambre, ya que importamos lo poco que hay y vendemos productos de mayor calidad que los ofrecidos por el Estado a través de la libreta de racionamiento”.
Hombre culto y carismático, con una carrera profesional en España como contador, el empresario adquirió conocimientos en importaciones, comercio y contratos que le han sido de gran ayuda en la gestión de su negocio. Tras nacionalizarse español en 2011 y mudarse a ese país en 2015, regresó a Cuba en 2019 para estar cerca de su madre enferma. Dos años más tarde, cuando el Gobierno anunció la apertura de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), Alexis se animó a emprender: “Vi una oportunidad en algo que sabía hacer y en lo que tenía experiencia”.
Medina identificó su oportunidad de negocio en plena pandemia de covid-19, cuando tenía a cinco personas repartiendo productos a domicilio. “En ese momento, encontrar productos era un poco difícil, había mucho desabastecimiento y muy pocas importaciones porque las fronteras estaban cerradas y todo estaba paralizado”, afirma. Sin embargo, todos los riesgos que tomó le parecen en balde ahora.
Tras los recientes acontecimientos, Alexis ha tomado la decisión de cerrar su negocio en Santa Clara, venderlo y emprender en España en busca de nuevas oportunidades para él y su familia.
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