Madrid/Desde el día que inició su andadura, hace más de diez años, el régimen castrista cortó el acceso a 14ymedio. Lo mismo sucede con la totalidad de la prensa independiente –Martí Noticias, Diario de Cuba, CiberCuba, CubaNet…–, que no se puede leer en la Isla a menos que se acceda con VPN (o desde dispositivos de la Seguridad del Estado). Sin embargo, Cubadebate, uno de los principales medios oficiales, abría este sábado con una vieja queja: la “guerra digital” que lleva a cabo Estados Unidos y que impide a los cubanos tener internet a su plena disposición.
“Hoy 7,5 millones de cubanos (más del 70% de la población) están conectados a internet, pero no pueden ver Google Earth, ni usar el sistema de videoconferencia Zoom, ni descargar softwares gratuitos de Microsoft, ni comprar en Amazon, ni adquirir dominios internacionales que parezcan favorecer el turismo hacia la Isla, por mencionar algunos de los más de 200 servicios y aplicaciones bloqueados”, resalta Cubadebate en el resumen de portada. “Cuando los proveedores de Internet detectan un acceso desde Cuba, estas empresas, estén en California, Madrid, París o Toronto, actúan como embudo y advierten que el usuario se conecta desde un ‘país prohibido’”.
El texto, que corresponde a una conferencia brindada en el seminario bilateral entre Vietnam y Cuba Prensa Socialista en Transformación, celebrado el jueves en La Habana, denuncia que es EE UU “quien ha boicoteado el acceso de Cuba a internet” y que “solo una vez, que conozcamos” lo “admitió públicamente”. Con esto se refieren a la recomendación que hizo el Departamento de Justicia estadounidense a la Comisión Federal de Comunicaciones, en noviembre de 2022, de denegar el permiso para conectarse a la red de cables que une a los países caribeños con el continente, la red Arcos-1.
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Las protestas del 11J fueron incitadas por «segmentos de la ultraderecha cubana en EE UU, que participaron activamente en la creación de grupos privados»
“El argumento fue ridículo”, protestan. “Alegó el supuesto peligro de las relaciones de Cuba con otros adversarios extranjeros como China o Rusia, que podrían usar la Isla de pasarela para hackear la red estadounidense”.
En aquella ocasión, el entonces vicefiscal de Seguridad Nacional, Matthew G. Olsen, justificó en un comunicado: “Mientras el Gobierno de Cuba siga siendo una amenaza de contrainteligencia para EE UU y sea aliada de otros que hacen lo mismo, los riesgos para nuestra infraestructura son simplemente muy grandes”.
Sin referirse a esas palabras, el artículo esgrime que Arcos-1 “pasa a 32 kilómetros de La Habana y ha estado activa por más de dos décadas, conecta a 24 puntos de anclaje a internet de 15 países del continente, la mayoría con relaciones fluidas durante mucho tiempo con los adversarios extranjeros que desvelan a Washington”.
La periodista oficialista Rosa Miriam Elizalde hizo un recuento de la historia de la red de redes –“fue pensada como una red donde la información transita por caminos alternativos, para garantizar la vitalidad de la circulación de los datos”–, para protestar por tener “hoy más limitaciones que cuando surgió”. “Casi todos los cables de fibra óptica conducen a Estados Unidos”, dijo, “y además, los grandes caños de fibra óptica que cruzan los océanos son propiedad de un puñado de corporaciones ligadas a los servicios de inteligencia”.
“No es Cuba quien tiene una larga y documentada tradición de hackeo, espionaje y control de internet”, llegó a aseverar Elizalde, sin mencionar en ningún momento el monopolio de acceso a la información que ejerce el régimen a través de la estatal Etecsa, ni a los “apagones” estratégicos de las conexiones llevados a cabo en ciertos momentos, como tras las protestas masivas del 11 de julio de 2021.
Sí se refirió la ponente a esta fecha crucial, pero para denunciar que fueron incitadas por “segmentos de la ultraderecha cubana en Estados Unidos, que participaron activamente en la creación de grupos privados y públicos en Facebook, la plataforma más popular en la Isla, para intoxicar la agenda pública nacional”.
Sin tampoco contar que hay iniciativas en EE UU que precisamente han buscado una conexión a internet para la Isla ni el estado de la cuestión hoy, Elizalde mencionó hasta tres veces aquella decisión del Departamento de Justicia de hace dos años. Y concluía: “Quizás por este camino Washington se anime a reconocer que ha sido y sigue siendo el enemigo número uno del acceso de los cubanos a Internet”.
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