La Habana/Nunca ha salido de Cuba pero la crisis la ha obligado a aprender los nombres de algunos productos básicos en otros países. Janet sabe que al maíz se le dice también choclo, que al aguacate se le llama palta en algunas partes de América Latina y que al limón le cuelgan el sonoro «lima persa» en otros lares. Pero es de los frijoles de los que se sabe más denominaciones. Ante la caída de la producción nacional, esta habanera, de 42 años, tiene que comprar los paquetes importados que lo mismo dicen porotos o alubias que habichuelas.
«Al principio hacía muchas veces el ridículo preguntando en la mipyme de la esquina si eso que decía caraota se cocinaba igual que nuestros frijoles», recuerda la mujer. «En mi casa nunca se había comprado nada de eso extranjero, lo que hicimos toda la vida fue ir al agromercado y elegir entre los productos criollos, que eran los más apreciados». Pero la caída en picada de la producción nacional, los elevados precios de la legumbre que sale de los campos cubanos y una presentación, muchas veces, en envoltorios de peor calidad y con granos partidos o piedras incluidas, han empujado a los comensales cubanos a preferir los granos importados.
«Si ahora estuviera vivo y viera que preferimos las alubias y las caraotas importadas le da un infarto y se vuelve a morir»
«No sé cómo lo hacen, si es con una máquina o manualmente, pero no tienes que escoger esos frijoles que vienen de fuera para ponerlos a cocinar, llegan limpiecitos, sin tierra, sin pedazos de ramas, sin granos de otros colores», explica la mujer. Un paquete de frijoles negros, de un kilogramo, en una tienda particular en su barrio de Cayo Hueso, cuesta entre 700 y 800 pesos en dependencia de la calidad y la marca. «Dicen por fuera porotos pero ya yo sé que es lo mismo, con otro nombre».
- CHECALO -
En el mercado de 19 y B en El Vedado, esta semana han reaparecido los frijoles negros después de días ausente de las tarimas. Una libra alcanza los 300 pesos, pero Janet prefiere «pagar más por un paquete de Argentina o Estados Unidos, que viene más limpio y de que se ablandan se ablandan». La mujer lamenta que esa preferencia se haya extendido también a otras familias que conoce. «Mi abuelo era de Abreus, en Cienfuegos, y se dedicaba a sembrar frijoles. Si ahora estuviera vivo y viera que preferimos las alubias y las caraotas importadas le da un infarto y se vuelve a morir».
Precisamente en la provincia de Cienfuegos, la cosecha de frijoles negros planificada para 2024 es de 1.300 toneladas y está por debajo de la de hace cinco años, cuando, según datos oficiales, se producían –como mínimo– 1.500, y la tendencia era a aumentar cada año en un 7,8%. A nivel nacional los números también se desplomaron. En 2018, Cuba alcanzó las 161.513 toneladas de este alimento, pero en 2020 la producción decreció hasta 65.779, y a 57.642 toneladas en 2021.
Si los campos cubanos siguen tan deprimidos, Janet podría tener que empezar a llamar al melón de agua, sandía; a la col, repollo y a la mismísima yuca, mandioca.
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