San José/En los próximos cuatro años estará listo el aeropuerto internacional Punta Huete, localizado a 58 kilómetros al noreste de Managua. Se trata de la segunda terminal aérea de importancia en Nicaragua, y de un proyecto financiado por China con 430 millones de dólares.
Las autoridades nicaragüenses, que dieron por inaugurado el pasado 15 de agosto el proyecto de reconstrucción, ampliación y modernización de Punta Huete, con capacidad para acoger aviones de largo alcance, anunciaron que la terminal permitirá fortalecer el comercio internacional, logística y transporte del país centroamericano.
La habilitación de Punta Huete promete establecer un nodo logístico multimodal al vincularse con otros proyectos estratégicos como la construcción del ferrocarril, el nuevo puerto de aguas profundas en Bluefields (Caribe), y la instalación de nuevas zonas industriales de logísticas y servicio, según la información del Gobierno nicaragüense.
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La empresa china CAMC Engineering Co. Ltd (CAMCE) estará a cargo de ese proyecto en Punta Huete, que fue la base militar más grande del país centroamericano durante el primer Gobierno sandinista (1979-1990).
«¿Dónde está la demanda del mercado para conectar a Nicaragua con vuelos transcontinentales?», preguntó el dirigente opositor desnacionalizado Pedro Joaquín Chamorro Barrio
No obstante, expertos en política exterior y políticos nicaragüenses opositores dudan sobre la viabilidad comercial o turística de la terminal aérea, que tendrá una pista de aterrizaje y calle de rodaje de 3.600 metros de largo y 60 metros de ancho.
«¿Dónde está la demanda del mercado para conectar a Nicaragua con vuelos transcontinentales?», preguntó el dirigente opositor desnacionalizado Pedro Joaquín Chamorro Barrios en un escrito titulado: «Punta Huete: una obra que sobra».
Chamorro Barrios, hijo de la exmandataria Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), argumentó que Nicaragua cuenta con el aeropuerto internacional Augusto C. Sandinom que vivió recientemente su mejor época con el “puente migratorio” de viajeros irregulares que venían en vuelos chárter desde Asia, África y Cuba hacia los Estados Unidos.
«Pero ese boom del mercado de pasajeros se acabó con las recientes medidas tomadas por el Gobierno de los Estados Unidos» de imponer restricciones de visado a ejecutivos de empresas de transporte de vuelos chárter que faciliten la migración de forma irregular al país a través de Nicaragua, anotó.
Por otro lado, continuó el opositor, «es muy dudoso que con la apertura del nuevo aeropuerto se vaya a desarrollar una ‘súbita oleada’ de turistas proveniente de los nuevos ‘aliados estratégicos’ de la dictadura, como Rusia, China, Irán, Bielorrusia, o Tayikistán».
Por tanto, a juicio de Chamorro Barrios, los grandes aviones civiles que podrán aterrizar en Punta Huete sí existen, «lo que no existe para semejante aeropuerto son los pasajeros, el mercado, que es lo que debería de dictar la necesidad de construir un gran aeropuerto y no al revés».
«Solo quedan los aviones militares, que son precisamente los que dictaron la construcción original de la pista en los años 802
«Entonces solo quedan los aviones militares, que son precisamente los que dictaron la construcción original de la pista en los años 80, es decir, realísticamente hablando, su objetivo sigue siendo geopolítico y no se justifica del punto de vista económico por los factores de mercado», razonó Chamorro Barrios, para quien Punta Huete será el nuevo “elefante blanco de la dictadura», y su uso, más allá de la propaganda oficial, sería para recibir aviones militares.
Un nicaragüense experto en política internacional dijo a EFE que el aeropuerto internacional de Punta Huete es un proyecto a medio y largo plazo de los chinos.
No descartó que el uso que quieran darle los chinos sea con propósitos miliares como parte de su disputa con Estados Unidos por la hegemonía mundial.
También el de trasladar oro, dado que el Gobierno de Ortega ha otorgado once concesiones mineras a cielo abierto a empresa chinas en los últimos dos años.
Punta Huete, ubicado en el municipio de San Francisco Libre, fue construido por los sandinistas con el apoyo de la extinta Unión Soviética y Cuba en la década de 1980, durante la guerra civil que se vivió en Nicaragua, para que pudieran aterrizar los aviones Mig-21, que nunca llegaron al país centroamericano.
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