La Habana/Una mujer, de más de 60 años, me decía adiós con la mano mientras la balsa en la que iba se alejaba del Malecón habanero. Ella no me conocía, pero yo era la única persona en ese tramo del litoral aquel 21 de agosto de 1994 en plena Crisis de los Balseros. Nunca supe si llegó con vida a su destino, sin embargo la imagen se me quedó grabada como parte del desespero que llevó a miles de cubanos a salir de la Isla en embarcaciones precarias, arriesgando sus vidas con tal de dejar atrás este sistema fallido en lo económico y represivo en lo político. De aquellas jornadas tumultuosas hablo en el podcast de este viernes.
Muchos pensamos que esa estampida sería también el fin del régimen y nunca sospechamos que 30 años después viviríamos otro éxodo masivo en esta ocasión a través de la selva del Darién, usando como inicio de la ruta migratoria la ciudad de Managua, en Nicaragua, o echando mano del parole humanitario para Estados Unidos. Han pasado tres décadas desde aquella escena de una anciana moviendo su mano frente a mi rostro y Cuba sigue siendo un país en fuga y una nación que no ha dejado de construir la balsa de la escapada.
- CHECALO -
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