Sancti Spíritus/Todo aquel que caminara el sábado al costado de la tapia norte del cementerio provincial de Sancti Spíritus pudo ver el macabro espectáculo que ofrecía medio cráneo arrojado en mitad de la calle. Preguntadas al respecto por este diario, varias vecinas fueron contundentes: se están robando los muertos. “Se llevan los restos completos para venderlos después”, dijo una de ellas.
Dentro del camposanto, ubicado en el reparto de Kilo 12 del municipio cabecera, el panorama es desolador. Al igual que sucede en otros recintos similares de la Isla, la sobrepoblación y falta de mantenimiento son patentes.
Para pasar a algunas tumbas es imprescindible pisar otras. La hierba crece descontrolada por doquier, al igual que la basura en algunos rincones. Aquí y allá, se observan féretros destruidos, sacados de los enterramientos, con restos de cuerpos y telas aún en su interior. De igual manera, se ven numerosos nichos con sus tapas de cemento hechas pedazos.
Una anciana trasladaba un cubo de agua para lavar alguna lápida. Además de no vender flores, las autoridades tampoco ponen a disposición de los visitantes agua para adecentar la última morada de sus seres queridos. Los dos tanques de cementos previstos para ello están secos.
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14ymedio no pudo acceder a la zona del camposanto adyacente a la tapia al otro lado de la cual se encontraba el cráneo. Esa parte, cercana al crematorio, se encuentra cerrada al público. Tampoco se puede pasar, si no se acredita que se tiene algún familiar enterrado ahí, al Panteón de los Combatientes, que con sus lápidas de mármol y sus calles cuidadas presenta una imagen muy distinta al resto del cementerio. “Los robos suceden en la tarde o en la noche, que es cuando los dos vigilantes están fuera de circulación”, aseguró otra residente del lugar a este diario.
Aunque las leyes sanitarias prevén que el Estado cubano disponga lo necesario para el cuidado de los cementerios y se ocupe de los restos con las medidas higiénicas oportunas, esto no parece cumplirse en las principales necrópolis del país. En un reportaje publicado el año pasado por el Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (Iclep), se recogía las declaraciones de la administradora de la necrópolis de Kilo 12, Victoria Fernández, lamentando que “los recursos de que disponen son escasos y la mano de obra es muy escasa para poder realizar todas las labores que se requieren en el lugar”.
Las denuncias de profanación de tumbas y robos de cadáveres no son nuevas, en cualquier caso. A principios de 2023, la propia prensa oficialista publicó un reportaje gráfico donde se constataban esos hechos en el cementerio de Matanzas.
A los dos años del enterramiento en un panteón estatal, las autoridades están obligadas a exhumar los restos para colocarlos en una caja más pequeña y trasladarlos al osario. Eso, si el muerto tiene deudos. Si no aparecen familiares, simplemente los creman y los tiran. Es en ese movimiento donde, sospechan los vecinos, se da el robo de restos, cuyos principales clientes son los paleros, los cofrades del rito de Palo Monte.
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