La Habana/Mayelín se mudó hace una semana al municipio de Diez de Octubre y, ahora que pasa a diario por la calzada de Luyanó, asegura que todos los vecinos viven en una especie de “entumecimiento olfativo”. Según la habanera de 28 años, a lo largo de la vía existen más basureros de los que puede contar, algunos incluso en un estado “selvático”, con pequeñas alimañas y ecosistemas. Vivir entre los desperdicios ya es difícil, opina, pero con el olor que desprenden “es imposible respirar”.
Calzada abajo, cuenta Mayelín, “pasa un río de aguas negras que sale de alguna tubería rota y, en su camino, va recogiendo todos los líquidos de comidas, suciedad y podredumbre de los basureros. El olor es insoportable y me da hasta revoltura en el estómago, pero he notado que solo me molesta a mi”. Con poco tiempo viviendo en Luyanó, la muchacha se ha percatado de que a sus vecinos, aunque se quejan de la basura y otros problemas, no parece importarles el hedor de los vertederos.
“Creo que vivir constantemente entre basura, sin que pase nunca un carro a recogerla o haya un tragante desobstruido por el que pueda irse el agua, los ha obligado a adaptarse. Yo, que me mudé hace poco, todavía lo siento, pero me horroriza la idea de que podamos normalizar tan fácilmente esta situación por una cuestión de subsistencia”, lamenta.
En Barrientos, como se le conoce a la zona del complejo deportivo de la barriada, un enorme basurero se extiende por varios metros- CHECALO -
En Barrientos, como se le conoce a la zona del complejo deportivo de la barriada, un enorme basurero se extiende por varios metros –en horizontal y vertical– en la esquina que forman las calles de Pedro Pernas y Manuel Pruna. En la mitad de la vía a la que no llegan los desperdicios, es el agua estancada la que impide el paso de los transeúntes.
“Todas las mañanas cuando saco el perro a pasear tengo que rodear la masa pestilente para cruzar la calle”, cuenta Yunior, residente en esa zona. Según explica el joven, el vertedero, uno de los más grandes de Luyanó, ha comenzado a atraer su propia fauna. Cucarachas, moscas, mosquitos y alguna rata que, ocasionalmente, se deja ver, no son los únicos inquilinos. “También han empezado a aparecer caracoles africanos. Donde quiera que hay un trocito de tierra y yerba te encuentras uno”, asegura.
La especie invasora, que años atrás protagonizó los anuncios de Salud Pública en Televisión Cubana por su peligrosidad para la vida humana, ha comenzado a campear a sus anchas por toda la Isla. “Ahora que están en cualquier parte y no hay recursos para matarlos han dejado de hablar de ellos, como si de pronto fueran inofensivos. Es obvio que lo hacen para no crear alarma”, reflexiona Yunior.
“El nivel de bichos que atrae el basurero es tal que mi perro, al que le gusta cazar moscas, se vuelve loco cayéndoles atrás. La escena es simpática, pero cuando uno piensa de dónde sale toda esa mugre con la que uno tiene que vivir por fuerza, se le quita el deseo de reírse”, explica.
Si bien es cierto que los barrios menos visibles sufren la peor parte de la epidemia de basura al estar alejados de los ojos de extranjeros y dirigentes, también es un hecho que, en el estado actual de la capital, ni siquiera las zonas privilegiadas se salvan. Un video publicado recientemente por Martí Noticias mostraba la fuente del Hotel Nacional, uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad, justo frente al Malecón, y a donde van a parar diplomáticos e invitados del régimen. En las imágenes se veía, en el agua encharcada y apestosa, una costra verde de musgo y basura.
Lo mismo ocurre con la bahía habanera, que se cubre de latas, vasos plásticos y bolsas de nailon cuando un temporal remueve las aguas.
La responsabilidad directa de esta situación recae en Servicios Comunales, pero lo cierto es que la empresa tampoco sabe cómo lidiar –sin los recursos necesarios– con la basura que se acumula por toda la Isla. Un ejemplo casi lastimoso es el de Las Tunas, donde las autoridades llevan meses intentando luchar contra los desechos, primero contratando carretones particulares y luego, cuando esta medida no resultó, impulsando trabajos voluntarios todos los sábados.
Esta última propuesta, como era de esperarse, tampoco prosperó, y ahora la provincia intenta que Materias Primas tome cartas en el asunto. El plan Reciclo mi Barrio, publicado este martes en Periódico 26, sugiere que la empresa recolecte “puerta por puerta” –en realidad se fijaron puntos de recolección en varios barrios– los residuos donados o vendidos por la población. La prensa oficial aplaudió la iniciativa que, además de la ciudad cabecera, comenzará en otros ocho municipios.
Aunque las autoridades aseguran que la iniciativa con la que pretenden reducir la cantidad de desechos que van a parar a los basureros “llegó para quedarse”, habrá que ver cuánto dura un plan que depende del talón de Aquiles del régimen: el combustible.
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