¿Qué es ser mujer? Esta frase, que parece sacada de un anuncio de compresas vintage, se ha puesto de moda en los últimos años entre las personas feministas trans excluyentes que consideran que las mujeres trans no deberían formar parte del colectivo. Pero, sin duda, se ha hecho con una relevancia aún mayor durante los Juegos Olímpicos de París, a causa del revuelo formado tras el combate de boxeo de la argelina Imane Khelif frente a la italiana Angela Carini.
La italiana se retiró solo 46 segundos después del inicio del combate, aquejada por el dolor causado por los fuertes golpes de su contrincante. Una apariencia algo andrógina, sumada a un suceso similar ocurrido en 2023 han hecho a muchas personas posicionarse en contra de la presencia de la argelina en estos juegos por tener supuestas ventajas genéticas frente a sus oponentes. ¿Pero es esta solo una cuestión de ciencia y deportividad o hay machismo en la ecuación? Quienes piden su marcha aseguran que no. Puede que incluso lo piensen. Pero el nadador Michael Phelps es un claro ejemplo de sesgo en este aspecto.
Y es que, si nos ceñimos a las diferencias genéticas con respecto a sus compañeros, posiblemente Phelps no debería competir. El estadounidense cuenta con varias ventajas que no tienen otros nadadores. Algunas mucho más claras, otras bastante discutidas. Pero, dado que tampoco está claro científicamente el caso de Imane Khelif, el trato debería hacerse con el mismo rasero. Y no es eso lo que está ocurriendo.
¿Qué pasa con Imane Khelif?
En 2023, Imane Khelif fue descalificada de los Mundiales de Boxeo Femeninos celebrados en Nueva Delhi. La Asociación Internacional de Boxeo determinó que tenía ciertas ventajas competitivas con respecto a sus oponentes femeninas, de modo que sería injusto que combatiera con ellas. En cambio, el Comité Olímpico Internacional (COI) no ha llegado a la misma determinación. Cabe destacar que la Asociación Internacional de Boxeo fue vetada en los Juegos Olímpicos por el COI a causa de irregularidades financieras y en el arbitraje. Por eso, no se ha tenido en cuenta la determinación que se llevó a cabo con Imane Khelif.
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Por otro lado, se desconoce cuál fue esa determinación, ya que por motivos de confidencialidad no se hizo público lo que arrojaron las pruebas realizadas a la boxeadora.
Sin embargo, tras el revuelo iniciado en el combate con la italiana, varios medios de comunicación rusos señalaron que Imane Khelif tiene cromosomas XY, asociados normalmente a la genética masculina. Eso indicaría que el suyo es un caso de intersexualidad. Es decir, una persona cuyos genitales y cromosomas no se corresponden con lo habitual: XX para genitales típicamente femeninos y XY para genitales típicamente masculinos.
Esto puede ocurrir por muchos motivos. Por ejemplo, puede que se dé un caso de lo que se conoce como síndrome de insensibilidad a los andrógenos. Generalmente la presencia de cromosomas sexuales XY se asocia a una mayor liberación de andrógenos, como la testosterona. Sin embargo, en personas con este síndrome las células durante el desarrollo embrionario no reaccionan ante la presencia de andrógenos. Dado que originalmente todos los embriones humanos son femeninos y que es, entre otros factores, la presencia de esa testosterona la que promueve la aparición de genitales masculinos, cuando se produce este síndrome los genitales terminan siendo femeninos, a pesar de tener cromosomas XY.
¿Qué es ser mujer?
En realidad, no hay una diferenciación estricta de lo que es ser hombre y mujer. Podríamos definir a una mujer como una persona con cromosomas XX, genitales femeninos y apariencia típicamente femenina. No obstante, ya hemos visto que hay personas con cromosomas XY y genitales femeninos. Luego está la cuestión de la autodeterminación. Hay personas con cromosomas XX y genitales femeninos que se autoconciben como hombres. Por todo eso, se llevó a cabo un consenso científico para determinar que una mujer tiene cromosomas XX y genitales femeninos y un hombre cromosomas XY y genitales masculinos. Pero que, dado que hay más casos, habría que diferenciar también entre cis y trans y, además, tener en cuenta la intersexualidad, en la que hay combinación de ambas cosas. Como lo que parece que ocurre como Imane Khelif.
El COI determinó que, dado que la boxeadora nació mujer, se ha criado como mujer y, sobre todo, tiene pasaporte y documento de identidad como mujer, debe competir como tal. Lo demás no deja de ser un consenso que podría haberse realizado con base en otros criterios.
Las diferencias genéticas de Imane Khelif
Se ha hablado mucho de que Imane Khelif es una mujer trans. En realidad, no podemos saber nada, ya que no se ha hecho pública la determinación de la Asociación Internacional de Boxeo. El padre de la deportista ha hecho declaraciones públicas recientemente y ha insistido en que su hija es una mujer.
Si el caso fuese que nació con cromosomas XY, como mucho podríamos hablar de persona intersexual, pero no de mujer trans.
Dejando eso a un lado, si solo se trata de una cuestión de conceptos, ¿por qué hay personas que no quieren que compita? Estas se escudan en que la presencia de más testosterona podría hacerla más fuerte y con un mayor rendimiento en comparación con otras mujeres. Por eso habría propinado esos golpes tan fuertes a Carini.
Sin embargo, hay que tener dos cuestiones en cuenta. Por un lado, que si tienen insensibilidad a los andrógenos esa testosterona podría no actuar en sus células del mismo modo que en un hombre cis. Y, por otro lado, que la propia literatura científica no se pone de acuerdo en que realmente la testosterona sea tan determinante en el rendimiento deportivo.
Lo explicó recientemente el neuroendocrino Manuel Jiménez en un hilo de X (antes Twitter) publicado a raíz de la polémica de Imane Khelif. Según explica el científico, “la ventaja de la testosterona sobre el rendimiento no es ni uniforme ni lineal y necesitamos más investigación para no regular injustamente modulados por prejuicios psicosociales y no científicos”.
Además, se debe tener en cuenta que la boxeadora ha perdido todas las finales a las que se ha enfrentado de momento, por lo que está claro que no tiene tal ventaja con respecto a sus oponentes.
El ¿diferente? caso de Michael Phelps
Michael Phelps es uno de los mejores nadadores de la historia. Su medallero olímpico y su palmarés en general lo indican con creces. Está claro que detrás de sus éxitos hay un arduo trabajo y muchísimo entrenamiento. Pero también una genética única, que hace que su cuerpo sea ideal para ganar.
Para empezar, tenemos su altura y su envergadura. Michael Phelps mide 1,93 metros. La media de estatura de los finalistas olímpicos en las competiciones de natación de los Juegos de 2016 fue de 1,89. Esto ya supone una diferencia, pero eso no es todo.
Su envergadura es realmente única. Normalmente, la longitud de los brazos de un ser humano es igual a su altura o muy muy parecida. En cambio, la envergadura de Michael Phelps es de 2,04 metros, 11 centímetros más que su altura. Eso le da un poder de tracción enorme, que le ayuda mucho en la competición. Pero eso no es todo. Curiosamente, buena parte de esa altura se sitúa en la parte superior de su cuerpo. La inferior es mucho más pequeña en proporción, por lo que disminuye su resistencia con el agua.
Si a eso sumamos el gran tamaño de sus manos y sus pies, podemos decir sin temor a equivocarnos que Michael Phelps reúne una gran cantidad de ventajas fisiológicas con respecto a sus compañeros. Unas ventajas fisiológicas que no son producto del entrenamiento, sino de su herencia genética.
Una ventaja más discutida
Por otro lado, está la cuestión de sus niveles de ácido láctico. Se sabe que sus células producen la mitad de esta sustancia que la de la mayoría de deportistas de su categoría. El ácido láctico es uno de los productos que se forman cuando el organismo obtiene energía para nutrir a los músculos sin necesidad de oxígeno. Tradicionalmente se pensaba que es el responsable del cansancio muscular y que los músculos no pueden tener un rendimiento pleno hasta que sus niveles no disminuyen.
Esta idea se concibió tras unos experimentos realizados con patas de ranas muertas. Con el tiempo se vio que en humanos vivos no ocurre nada parecido. De hecho, el ácido láctico es un combustible secundario para los músculos. Esto desechó la idea de que Michael Phelps podría tener una clara ventaja competitiva. No obstante, durante un tiempo sí que se creyó y en ningún momento nadie pensó que habría que descalificarlo.
Machismo y racismo: mala combinación
Michael Phelps tiene ventajas clarísimas respecto a sus oponentes. Dejando a un lado el ácido láctico, tiene una constitución física ideal para la natación. Jamás nadie ha pensado descalificarlo. Simplemente se ha asegurado que tiene mucha suerte. Y menos mal, porque si se le impidiese competir, no podría hacerlo en ninguna categoría. No existe una categoría para hombres con cuerpo de barco.
Si se descalificara a Imane Khelif tampoco podría competir, pues no es un hombre. Tampoco una mujer trans. Esa ventaja genética que ni siquiera se ha podido demostrar científicamente como tal le impediría poder competir en el deporte que se ha convertido en su pasión. Ahora bien, ¿si fuese un hombre estadounidense, como Michael Phelps, se habría llegado a las mismas conclusiones? Es posible que no. Porque, aunque todos los argumentos se disfracen de ciencia, la ciencia no categoriza de esa forma. El machismo y el racismo sí suelen hacerlo. No descartemos que haya una gran dosis de ambos en esta polémica.
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