La Habana/El sacerdote católico Ariel Suárez, secretario de la Conferencia Episcopal cubana –y, en la práctica, su portavoz– afirmó durante una entrevista en España que en una parroquia como la suya, el santuario de la Virgen de la Caridad en La Habana, pueden llegar a bautizarse 300 niños cada mes. El dato no es imposible, aunque sí optimista, en un país lastrado por la estampida migratoria y la baja natalidad, según las autoridades religiosas de varias diócesis cubanas consultadas por 14ymedio.
En las parroquias de las ciudades más importantes de Matanzas –Varadero, Cárdenas y Matanzas– están lejos de ese número, según una fuente de su obispado: unos 15 niños al mes en Cárdenas y alrededor de 20 por sacerdote, si le toca atender varias parroquias.
En Camajuaní, donde hace varios años bautizaban a decenas de niños cada sábado, el número actual está entre 4 o 6 niños cada mes. Un miembro de la administración diocesana de Santa Clara explica a este diario que es normal que las familias “vayan a bautizar a los niños y en una semana abandonen el país”.
- CHECALO -
En Camajuaní, donde hace varios años bautizaban a decenas de niños cada sábado, el número actual está entre 4 o 6 niños cada mes
Al parecer, afirma, creen que el ritual proporciona algún tipo de protección o suerte durante el viaje, o tienen la superstición de que facilitará los trámites de salida. En cuanto al dato ofrecido por Suárez, opina, “podría ser real para esa parroquia, porque es un santuario en medio de Centro Habana, aunque es demasiado alta”.
“En cada diócesis existen las estadísticas sacramentales. Se hacen todos los años. Hay que tener en cuenta que cada parroquia de Cuba es muy diferente. En la ciudad de Santa Clara, por ejemplo, no es lo mismo el número de bautizos en un santuario como el de Buenviaje o en la catedral, que en las iglesias de la Pastora y el Carmen”, describe.
El “bajón” de rituales no es solo para los bautizos: “Poca natalidad, menos bautizos; mucha emigración, menos confirmaciones –otro sacramento–; y también hay menos matrimonios religiosos”, resume. Solo hay abundancia de lo que se conoce como “unción de los enfermos” –llamada antiguamente extremaunción–, porque los “viejos se sobran”.
En la arquidiócesis de Santiago de Cuba –donde abundan las comunidades montañosas–, una fuente en el arzobispado cuenta a 14ymedio que los sacerdotes no suelen llevar las estadísticas mensuales, sino una cifra anual que no reveló. Admitió, eso sí, que tiende a decrecer. “La gente está acudiendo a la Iglesia porque está desesperada”, explica. “Muchos de los bautizos son solo un número”.
Durante su entrevista, Suárez se asombraba de que “después de tantos años, de un sistema social que promulgó en un tiempo con mucha fuerza el ateísmo” y con las circunstancias actuales, se siguieran celebrando bautizos en Cuba. “Los padres de esos niños son jóvenes”, añadió, y “no tienen una formación cristiana”, pero –a pesar del adoctrinamiento del régimen– no miran a la Iglesia católica con “hostilidad ni con indiferencia”.
El sacerdote dijo estar consciente de la crisis migratoria, en la que “parten (cubanos) de todas las edades, no solo jóvenes. “Claro, se siente más en una nación la partida de los jóvenes, porque se supone que ellos sean los que en el presente tengan proyectos y sueños para el futuro de un país y de la Iglesia misma”, dijo.
“La gente está acudiendo a la Iglesia porque está desesperada”, explica. “Muchos de los bautizos son solo un número”
Además, dejó claro que la Iglesia en Cuba se considera “vulnerable” y enumeró lo que, en su opinión, tiene que perder: los “pequeños pero significativos” centros de educación, las residencias de ancianos, y los espacios de atención a enfermos, personas de la tercera edad y alcohólicos.
En un contexto de suma frialdad en las relaciones Iglesia-Estado, Suárez se ha convertido en portavoz de una Conferencia Episcopal cada vez más aletargada. Los obispos cubanos llevan meses sin publicar un documento conjunto que contenga críticas al Gobierno o descripciones de la situación del país. El pasado abril, Suárez –entrevistado por la cadena estadounidense NBC– volvió a recordarle a las autoridades que la Iglesia estaba lista para dialogar sobre la libertad de los presos políticos.
En las protestas del pasado 17 de marzo –y en las anteriores–, dijo entonces Suárez, el dolor “se convirtió en un grito”, que fue “escuchado” y “aceptado” por “todas las instancias del país”. “Por lo menos todos han estado de acuerdo en considerar que ese grito reflejaba angustia, reflejaba desesperación y que estaba pidiendo obviamente una situación distinta a la que se estaba viviendo”, aseguró, en referencia a las manifestaciones en la ciudad de Santiago de Cuba.
Una fuente de la arquidiócesis de La Habana declaró a este diario que lo expresado por Suárez “es un mensaje sutil” que le mandan los obispos al régimen para decir que la Iglesia puede mediar “a pesar de los pesares”. Sin embargo, reconocía que “a nivel diocesano, la tensión con las Oficinas de Asuntos Religiosos del Partido está peor que nunca”.
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