Hay quien hoy en día se resiste a usar el protector solar alegando que en el pasado nadie lo usaba y no pasaba nada. Este, como hemos visto con anterioridad, no es un buen argumento. En primer lugar, porque en el pasado la esperanza de vida era mucho menor que en la actualidad, de modo que muchas veces no había tiempo para que se desarrollase un cáncer. Los daños en la capa de ozono tampoco eran los mismos. Pero es que, además, sí que se usaba protector solar en el pasado. Lo que ocurre es que no se parecía nada a los que tenemos hoy en día.
Egipcios, griegos, romanos, médicos de la edad media… Todos tenían sus propias recetas de protector solar. Algunos solo querían evitar que la piel se oscureciese demasiado, pues no estaba bien visto. Otros buscaban evitar las incómodas quemaduras que llegaban después de una exposición excesiva al sol. Algunos lo lograban con sus ungüentos, otros empeoraban la situación.
La realidad es que aprovechaban los medios y los conocimientos de los que disponían, porque de algún modo intuían que exponerse en exceso al sol no era bueno. Hoy en día, por suerte, tenemos la ciencia de nuestra parte y disponemos de productos muy eficaces en ese aspecto. A veces, lo que nos falta, es el sentido común. Pero esa ya es otra historia.
Protección solar antes del Homo sapiens
Hace 200.000-300.000 años, los antepasados del Homo sapiens vivían en regiones geográficas con una incidencia solar muy elevada. Por eso, se sospecha que posiblemente tenían pieles muy oscuras que servían por sí mismas como protector solar. Es bien sabido que la melanina, causante de la coloración de la piel, actúa absorbiendo las radiaciones ultravioleta para que no lleguen a nuestras células. No es 100% eficaz, por eso es necesario recurrir también a algún protector solar. Pero era lo que tenían y, para los años que vivían, no les iría mal.
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Más tarde, hace unos 60.000-70.000 años, los Homo sapiens se desplazaron a lugares más fríos, por lo que posiblemente fueron perdiendo poco a poco esa melanina. Esto les dejaría mucho más desprotegidos frente a las inclemencias solares. Lógicamente, aún no eran conscientes del daño que eso suponía, pero puede que usaran protector solar sin ni siquiera saberlo.
Se sabe que en esa época era habitual el uso de ocre. Este es un minerial de óxido de hierro hidratado con una coloración amarilla muy llamativa que lo convertía en un pigmento muy útil. Se usaba para hacer dibujos en paredes, pero también para pintar la piel de forma ornamental. Hoy en día muchas tribus indígenas siguen haciéndolo con fines estéticos, pero los científicos han comprobado que también les confiere protección frente a las radiaciones solares. Por eso, es posible que aquellos primeros humanos, sin saberlos, ya estuviesen protegiendo su piel del sol.
El efectivo protector solar de los egipcios
Los egipcios eran grandes médicos y alquimistas. Tenían recetas para todo, unas más eficaces que otras. En sus jeroglíficos se han encontrado algunas que describen lo que podría ser un rudimentario protector solar que, curiosamente, funcionaba. Lógicamente, no con la misma eficacia que los actuales, pero estamos hablando de hace unos 5.000 años aproximadamente.
Esta receta de protector solar incluía salvado de arroz y aceites de jazmín y lupino. Esta última es la planta de la que se obtienen los altramuces y parece ser que los egipcios la conocían muy bien. Ellos usaban esta mezcla para evitar que la piel se oscureciese demasiado, pues se consideraba poco estético. Pero, de paso, sin saberlo, estaban evitando contraer un melanoma.
Del aceite de los griegos al óxido de zinc de los romanos
Los antiguos griegos usaban aceite de oliva para crear una capa protectora sobre la piel. Dado que el aceite ayuda a evitar la deshidratación y causa cierta impermeabilidad, podría considerarse un buen protector. Pero si tenemos en cuenta que se utiliza para freír, no parece que fuese un protector solar muy útil. Hoy en día se han llevado a cabo algunos estudios que concluyen que tendría, como mucho, un FPS de 8. Vamos, que no les haría prácticamente nada. Casi todo lo contrario.
En cambio, los romanos y las primeras civilizaciones indias descubrieron que el óxido de zinc podía ayudar a combatir quemaduras. Fue un gran hallazgo, pues este ingrediente se usa actualmente en muchos protectores solares por su capacidad para bloquear las radiaciones ultravioleta.
El intento de protector solar medieval
Durante la Edad Media, la médica Trotula Ruggiero, conocida también como Trotula de Salerno, publicó en uno de sus manuales de medicina la receta de un protector solar a base de alcanfor. La idea era buena, pues esa sustancia negra podría absorber la radiación de una forma similar a como lo hace la melanina. El problema es que el alcanfor es tóxico. Pero estamos hablando de la Edad Media. Para los recursos de la época, era una idea muy ingeniosa.
Los indios americanos también se protegían del sol
A pesar de tener pieles oscuras y curtidas por el sol, los indios americanos también tenían sus propios trucos para protegerlas. Concretamente, realizaban ungüentos a base de hojas de la conífera Tsuga canadensis.
Protectores solares actuales
En 1820, el médico inglés sir Everard Home describió por primera vez cómo la pigmentación de la piel la protege de los efectos de la radiación solar. Esto fue esencial para sentar las bases de los protectores solares modernos, aunque él no fue el primero en formularlos. Esto, en realidad, lo hizo el austríaco Otto Veiel. Concretamente, encontró un interesante poder protector en los taninos. No obstante, los ungüentos fabricados con esta sustancia no prosperaron, pues también producían un antiestético oscurecimiento de la piel.
Más tarde, en 1891, el doctor Hammer Stuttgart, de Alemania, probó un ungüento a base de quinina que resultó ser eficaz contra las quemaduras solares. Este fue el primer protector solar. Con el tiempo se comercializaron otros basados en ingredientes como el salicilato de bencilo, el ácido paraaminobenzoico o el petróleo veterinario rojo. También se probó a añadir ingredientes que lo hiciesen más agradable, como la manteca de cacao o el aceite de coco.
Actualmente la mayoría de esos ingredientes se han desechado por motivos de seguridad, y se han sustituido por otros más seguros. No obstante, incluso esos más seguros pueden afectar a los corales, según los estudios más recientes. Es el caso de la oxibenzona, por ejemplo. El óxido de zinc y el dióxido de titanio se encuentran entre los ingredientes más usados en la actualidad. Paradójicamente, uno de ellos ya lo usaban los romanos. Y es que, en realidad, no somos tan novedosos con eso de querer proteger la piel. Lo que sí es nuevo es tener las herramientas para protegerla y querer ponerla en riesgo voluntariamente.
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