Durante la primera aparición de Cole Davis, el personaje de Channing Tatum en Fly me to the Moon, le vemos utilizando un rudimentario truco para detectar una fuga de hidrógeno. Los sensores avisan de que parte de este combustible líquido se ha evaporado y ha salido de los tanques en los que estaba confinado. Lamentablemente, es importante detectarlo, por lo que se pasea por las instalaciones con una escoba hasta que esta sale ardiendo e indica dónde deben apagar el incendio invisible causado por el hidrógeno. Se trata de una escena divertida para comenzar esta comedia romántica sobre el lanzamiento del Apolo 11. ¿Pero tiene sentido científico lo que hace?
Es una pregunta que puede surgirnos al ver esta primera escena y la respuesta es que sí. No solo tiene sentido científico, sino que es cierto que los ingenieros del Apolo 11 solían emplear el truco de la escoba para detectar fugas de hidrógeno.
Ya sabemos que Fly me to the Moon es un batiburrillo de hechos reales muy bien cuidados y licencias artísticas y argumentales. Un buen ejemplo de esas licencias es el del video falso del alunizaje en torno al que gira la película. Pero el truco de la escoba es de lo más real. Ahora bien, ¿cómo puede ser que algo tan rudimentario fuese tan útil para la NASA?
El peligro invisible de las fugas de hidrógeno
En los tiempos de las misiones Apolo el hidrógeno líquido era uno de los combustibles más empleados para las naves espaciales. Incluso hoy en día se sigue utilizando en algunos casos, pues permite maximizar el volumen del tanque y generar el ascenso de forma muy eficiente. Lamentablemente, hay una gran desventaja con esta opción, ya que las fugas de hidrógeno pueden causar incendios invisibles.
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Mientras se mantenga licuado, en estado líquido, no hay problema con el hidrógeno. Lamentablemente, puede salir al exterior y evaporarse, volviendo a su estado gaseoso y causando un incendio rápidamente. El hidrógeno es inflamable a concentraciones que van desde el 4% hasta el 75%. Es un rango muy amplio. Si las fugas de hidrógeno se producen al aire libre se disipa y no hay problema, pero en instalaciones cerradas ese 4% se alcanza con mucha facilidad.
Una vez que esto ocurre, sigue habiendo problemas. Este gas tiene un calor radiante muy bajo. Es decir, transmite muy poca energía calorífica, por lo que no sentiríamos el calor de la llama hasta estar encima de ella. Y lo peor es que tampoco podemos verla, ya que es un color azul pálido, imposible de ver durante el día. Actualmente existen sensores muy eficaces para detectar las fugas de hidrógeno y el lugar del que vienen, pero en la década de 1960 estos aún no se habían inventado, por lo que había que recurrir a algo tan rudimentario como una escoba, tal y como vemos en Fly me to the Moon.
El truco de la escoba de Fly me to the Moon
En Fly me to the Moon vemos que una alarma alerta a Cole Davis sobre la fuga de hidrógeno, pero no especifica el lugar. Los ingenieros de la NASA obraban exactamente como lo hace él: caminando por las instalaciones con la escoba de paja por delante. Dado que la paja arde muy fácilmente, en cuanto entraba en contacto con la llama invisible se incendiaba. Así, se podía solucionar la fuga antes de que la concentración de hidrógeno en el aire fuese demasiado alta y pudiese causar una explosión.
A pesar de ser tan rudimentario, era muy eficaz. Obviamente es mucho más eficaz lo que se hace hoy en día, pero para los tiempos que corrían no estaba nada mal. Es muy interesante que en Fly me to the Moon hayan hecho un guiño a esta técnica tan poco conocida para mostrar desde el principio que, a pesar de tener mucha ficción, los guionistas también se empaparon a fondo con la historia real de la NASA.
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