El nombre de la profesora del niño, las vacunas que tiene puestas, las horas de las actividades extraescolares y otros muchos datos similares son parte de los conocimientos inequívocos de una madre. En cambio, muchos padres fallan en al menos una de ellas. “Eso lo lleva mi mujer”. Por eso, no es sorprendente que un estudio publicado recientemente por científicos de la Universidad del sur de California concluya que la carga mental de las madres sea muchísimo mayor que la de los padres.
Durante muchísimos años el trabajo de las madres se ha mantenido en un segundo plano. Prácticamente era “lo que tienen que hacer”, por lo que no se valoraba como es debido. En los últimos tiempos la situación ha mejorado. Los padres por fin van asumiendo parte de ese trabajo que no consiste en ayudar a sus parejas, sino simplemente en hacer lo que les corresponde, exactamente igual que a ellas. Pero, aun así, estamos muy lejos de llegar a la igualdad, tanto en lo referente a las tareas del hogar como del cuidado de los hijos y la carga mental que supone.
En esta investigación se entrevistaron con 322 mujeres, madres de niños pequeños, para conocer su carga mental y física en las tareas de cuidado de los hijos y la casa. De este modo, se llegó a una conclusión que confirma que, si bien se ha reducido en parte esa brecha de género, estamos muy lejos de haber alcanzado la igualdad.
La brecha de la carga mental materna
Para la realización de este estudio se hizo una serie de preguntas a las mujeres sobre 30 tareas domésticas habituales en personas con hijos pequeños. Se les preguntó cómo se dividían esas tareas con sus parejas en lo referente a la planificación y la ejecución. Por ejemplo, quién planifica el menú semanal y quién lo cocina. En qué proporción lo hace cada uno. Así con todo. Limpieza, tareas extraescolares de los niños, cuidado de mascotas…
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Al analizar los datos se observó algo muy interesante. Es cierto que los padres ayudan más en la ejecución de las tareas en comparación a hace unos años. Concretamente, participaron en un 36,36% de la ejecución, frente al 63,64% de las madres. Se trata de un reparto claramente poco equitativo, pero al menos es mejor que el referente a la planificación. En ese caso, la carga mental de las mujeres es de un 72,57%, frente al 27,43% de sus parejas.
Las consecuencias están muy claras
Tanto este como otros estudios anteriores demuestran que la carga de la planificación de las tareas domésticas no suele ser uno de los motivos que afectan a la salud mental de los hombres. Sin embargo, sí que está muy presente en las mujeres.
En este estudio también se evaluó la situación anímica de las participantes y se comprobó que, efectivamente, la carga mental del trabajo del hogar y los hijos a menudo está detrás del desarrollo de depresión, ansiedad y otros problemas psicológicos.
Por eso, no podemos contentarnos con que esta brecha de género se haya reducido un poco en los últimos años. No es suficiente. Necesitamos que se cierre por completo y que haya un reparto realmente equilibrado entre la planificación y la ejecución de tareas. Los hijos son de los dos miembros de la pareja y, como tal, ambos deberían responsabilizarse por igual. Aprenderse el nombre de su profesora es un buen conocimiento, pero que la cosa no se quede ahí. Después hay que seguir escalando.
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