▲ Beverly Grant, de 76 años, en la réplica del festival creada por una organización sin fines de lucro.Foto Ap
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Periódico La Jornada
Domingo 30 de junio de 2024, p. 8
Bethel. Beverly Cookie Grant se fue de aventón al festival de Woodstock de 1969, para el que no tenía boleto, y durmió sobre paja. Ellen Shelburne llegó en una combi VW y montó una pequeña tienda de campaña.
Ambas, amigas de toda la vida, 55 años después regresaron al lugar, pero esta vez con gran estilo.
Estas mujeres, que ahora tienen 76 años, recibieron recientemente una tienda de campaña de dos dormitorios equipada con cómodas camas, una ducha, una cafetera y Wi-Fi. Esta vez no hay lodo de lluvias torrenciales. Tenían asientos asignados en el pabellón para los espectáculos de los veteranos de Woodstock John Fogerty y Roger Daltrey.
”¡Somos como reinas jipis!”, bromeó Grant durante un desayuno en el viaje a principios de este mes.
Bethel Woods Center for the Arts, organización sin fines de lucro que administra el sitio, extendió la alfombra de colores para Grant y Shelburne, con el fin de promover sus nuevas instalaciones de lujo para acampar (glamping) e indagar en el tesoro de fotos de Shelburne del festival que se llevó a cabo del 15 al 18 de agosto de 1969, el cual definió a una generación.
La ladera donde alguna vez estuvo el escenario principal es ahora un espacio verde bien cuidado cerca de un museo temático de Woodstock, los años 60 y el pabellón de conciertos. La visita les trajo una avalancha de recuerdos. En las fotos tomadas por su entonces novio y futuro esposo, Shelburne pudo volver sobre los pasos que dio cuando era estudiante universitaria de 21 años.
Estoy mirando a esta persona en la fotografía, que soy yo, alguien que comienza en la vida a esa edad. Y ahora estoy mirando hacia atrás, en una especie de cierre de mi vida
, dijo Ellen Shelburne. Todas estas décadas después, estoy de vuelta en Woodstock y todo sale a relucir de manera muy positiva
.
Grant y Shelburne no se conocían en agosto de 1969 y asistieron al concierto por separado.
Shelburne iba desde Columbus, Ohio, con David Shelburne, su mejor amigo y otra mujer. Compraron boletos, llegaron temprano y compraron ponchos después de que se pronosticó lluvia. Dormía en una pequeñita tienda de campaña.
Nunca tuve frío ni me mojé ni tuve hambre ni me embarré ni me sentí sucia ni incómoda ni miserable
, dijo. Fue todo lo contrario
.
Ray, un surfista de pelo largo que ella conocía se acercó a ella y a una amiga en una playa de Fort Lauderdale, Florida, y les dijo: “Hay un festival de música en Nueva York. ¿Quieres hacer autostop hasta allá conmigo?”. La amiga de Grant los abandonó en el camino, pero ella y el surfista lograron llegar a la ciudad de Bethel. El último conductor los dejó al borde del épico atasco, afuera del festival, y les dio una manta.
Grant caminó descalza los últimos kilómetros hasta Woodstock. Ambas mujeres quedaron cautivadas por Jimi Hendrix, The Who y otros actos musicales, pero también por las buenas vibras de más de 400 mil personas que se reunieron en la granja de Max Yasgur, a unos 130 kilómetros al noroeste de la ciudad de Nueva York. Si necesitábamos comida, alguien nos daba. No necesitábamos nada
, relató.
Las mujeres se conocieron meses después en Columbus, donde cada una dirigía tiendas adyacentes a la Universidad Estatal de Ohio, con los hombres con que fueron a Woodstock. Cada una se casó con sus compañeros de concierto, aunque Grant se divorció después.
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