Las tradiciones de solsticio permean hasta en la tradición judeocristiana. Así se celebra a San Juan Bauista, el último profeta del cristianismo.
Cada 24 de junio, justo después del solsticio, las calles de algunas ciudades de Europa, se llenan de baile y fiesta. Así es la fiesta de San Juan Bautista. “[…] en la noche de San Juan, cómo comparten su pan, su mujer y su galán gentes de cien mil raleas”, entona en Fiesta el cantautor catalán Joan Manuel Serrat. La canción, estrenada en 1970, refleja una de las manifestaciones religiosas más importantes del cristianismo europeo.
Los santos y los astros
El paralelismo entre Jesús y Juan Bautista es notable. Sus natalicios se conmemoran con medio año de diferencia y ambos gozan de gran presencia en el cristianismo. Se ha propuesto que estos dos personajes encarnan un viejo arquetipo mitológico: el del sol y la luna. A menudo representadas como parientes, amantes o enemigas, las figuras míticas de estos astros aparecen en casi todas las culturas del mundo. Entre los maya-quichés, son los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué; son Nzambi y Nzambici, la madre y el padre en la religión kongo, y los hermanos Kuarahy y Jasy en la tradición guaraní.
De acuerdo con esta teoría, la fiesta de San Juan Bautista, en junio, marcaría el ascenso de las fuerzas lunares, relacionadas con la tierra y el agua del bautismo. Contrariamente, la fiesta de Jesucristo, en diciembre, sería el inicio del poder solar, asociado con el cielo y la luz de la sabiduría.
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Una fiesta resignificada
Característica indispensable del Día de San Juan, celebrado el 24 de junio, son las enormes hogueras que se encienden en muchas poblaciones europeas. Aunque durante siglos éstas se han dedicado a San Juan Bautista, su origen antecede al cristianismo. Alrededor del 24 de junio ocurre el solsticio de verano, evento que marca la paulatina reducción de los días y la ampliación de las noches. La presencia de estas hogueras se vuelve obvia si se toma en cuenta que para las antiguas comunidades agrícolas de Europa las horas de luz solar disminuían a partir del solsticio de verano. El símbolo, al igual que la festividad, habrían sido retomados y resignificados a la llegada de la cristiandad.
Un ejemplo semejante de apropiación ocurrió con la fiesta de Navidad, que retoma elementos de las antiguas celebraciones por el solsticio de invierno. A diferencia de la fiesta de San Juan, la Navidad conmemora la noche más larga del año, ocasión en la que el sol (asociado con la figura de Jesucristo) renace y vence a la oscuridad.
San Juan Bautista en la mitología judeocristiana
De acuerdo con la tradición judeocristiana, Juan Bautista nació de Santa Isabel un 24 de junio, quien era prima de la Virgen María, y por tanto era primo de Jesús de Nazareth. El cristianismo lo considera el último profeta antes de Cristo, mientras que en el islam y el judaismo tiene en rol de hombre santo.
De acuerdo con la Biblia, Juan se dedicó a predicar la llegada del Mesías, ganando gran número de seguidores, a quienes bañaba ritualmente en el río Jordán. Antes de iniciar su labor evangelizadora, Jesús acudió con él para que lo bautizara. En el marco de la opresión romana en Galilea y gracias al mensaje revolucionario de su primo, Juan Bautista fue apresado por la autoridad local, a cargo del tetrarca Herodes Antipas. Cuando éste le prometió a su hijastra Salomé el regalo que pidiese, ella exigió la cabeza del profeta en una charola de plata. Según la tradición, un 29 de agosto se ejecutó a Juan Bautista cumpliendo los deseos de Salomé.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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