Madrid/Del desastroso panorama que presenta la pesca en Cuba parece librarse, en Camagüey, el cobo, el vistoso y cotizado caracol gigante reservado exclusivamente para la exportación. Eso, al menos, se desprende de una elogiosa nota publicada el sábado en la prensa oficial, en la que se asegura que el plan de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Pesca Nuevitas se cumplió en un 96%.
Es un resultado “meritorio”, encomia Adelante, teniendo en cuenta que solo dispusieron del 30% del combustible previsto y que en diciembre azotó mal tiempo, “causas que demandaron mayor esfuerzo por parte del colectivo”. La falta de petróleo, precisamente, provocó el año pasado la paralización de la pesca de cobo.
La tarea de la UEB, especificó al diario local Gerardo Izquierdo Rodríguez, jefe de Operaciones pesqueras, consiste en capturar el preciado molusco, limpiarle la masa y enviarlo para su procesamiento a la Empresa Pesquera Industrial de Santa Cruz del Sur (Episur), en la misma provincia, que también se encarga de su exportación.
- CHECALO -
Las empresas estatales planean «incursionar paulatinamente» en la exportación de langosta, pepino de mar y esponja de mar
El próximo octubre, continuó, reiniciarán un nuevo plan, hasta el siguiente mes de abril, “con el beneplácito de disponer de un alto coeficiente técnico en las embarcaciones principales”.
Las empresas estatales, continuó el funcionario, planean “incursionar paulatinamente” en la exportación de langosta, pepino de mar y esponja de mar, productos todos ellos que, cuando se comercializan dentro de la Isla, son para el turismo internacional.
En el caso de la langosta, ya tienen el permiso para capturar tres toneladas, un encargo que comenzarán a hacer a principios de julio. En el del pepino y la esponja, piensan trasladar a especialistas y biólogos a las áreas donde se encuentran, “para estudiar y proponer las cifras a extraer sin incumplir con los estándares de la pesca sostenible”.
Se trata de mariscos en peligro de extinción, cuya pesca y consumo están prohibidos para particulares, pero que pueden proporcionar, tal y como reconoció Izquierdo Rodríguez en Adelante, “la recaudación de divisas para la economía nacional”.
Se trata de mariscos en peligro de extinción, cuya pesca y consumo están prohibidos para particulares
Otras áreas del sector pesquero no tienen tanta suerte. Un ejemplo es la empresa pesquera de Las Tunas, Pescatun, que la semana pasada volvió a ser noticia por su desastrosa producción. Teniendo una meta de 2.025 toneladas de pescado para 2024, en lo que va de año apenas ha logrado un cuarto del plan de capturas.
No es extraño, si se tiene en cuenta que de las 22 embarcaciones que componen la flota de Pescatun, solo funcionan la mitad.
De igual manera, el estado calamitoso de la pesca obligó al Estado, el pasado marzo, a permitir que los pescadores particulares vendan libremente su captura, excepto la langosta. La medida ya había sido aprobada de forma provisional un año antes, pero en ese período no se experimentó ninguna mejoría en la producción. De hecho, según los datos del ministerio de Alimentación, el consumo de pescado cayó en Cuba de un promedio anual de 18 kilogramos hace tres décadas a menos de 3,8 kilogramos en 2022.
Otro ejemplo de desastre pesquero es el de la presa Zaza, en Sancti Spíritus, que ha bajado el volumen de agua a niveles críticos por la sequía, lo que ha obligado a los pescadores a realizar una captura frenética, que repercutirá a largo plazo en las cantidades de pescado que puede ofrecer el embalse.
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