La Habana/Si hay un lugar en Cuba donde la crisis del transporte se hace carne es la estación de Villanueva de La Habana. Periódicamente, y coincidiendo, como ahora, con vacaciones escolares –en diciembre o los meses de junio, julio y agosto–, las redes y los medios independientes se llenan de imágenes de cientos de personas hacinadas –adultos, niños y ancianos–, sentadas sobre sus maletas, durmiendo en el piso, entre el calor y las moscas, esperando durante días y días para abordar un vehículo que los lleve a la provincia.
La estatal Empresa Viajero tiene destinada esta terminal a su “lista de espera”. Quienes llegan aquí han de anotarse en una lista y aguardar a que pasen las guaguas procedentes de la Terminal de Ómnibus Nacionales que tienen algún sitio libre, bien porque no se haya vendido algún boleto, bien porque el viajero no se haya presentado. Dada la escasez de combustible , baja la cantidad de vehículos y, por ende, la opción de conseguir un asiento. De esa suerte, en Villanueva se va aglomerando la multitud, cada vez más cansada, cada vez más sudorosa, en una estampa propia de Calcuta.
Así pasaba este mismo miércoles, cuando la misma cola para anotarse no caminaba. Los que se cansaban de esperar, tenían dos alternativas: o irse o viajar en unos camiones incómodos y sin aire acondicionado a un costo astronómico si se compara con los precios de los ómnibus. El viaje a Santiago de Cuba, 6.000 pesos, el de Holguín, 5.000. Una diferencia más que considerable si se piensa en el precio de los ómnibus oficiales: 717 al primer destino y 615 al segundo. “Estamos embarcados”, se lamentaba un hombre con otro, que también estaba esperando y que se negaba a subirse a esos aparatos viejos y destartalados: “Chico, yo es que no tengo dinero. Y, francamente, si lo tuviera tampoco lo pago para irme en esas condiciones”.
Entre las dársenas, paseándose con un cigarro en la mano, un anciano vestido de verde militar iba gritando: “Que viva la Revolución, aquí manda Díaz-Canel y yo, aquí tú no mandas”. La gente, rendida, le reía la gracia. En la terminal, tan solo uno de los lavamanos del baño tenía un hilo de agua. En cuanto a los refrigerios que se pueden adquirir, tampoco son baratos: una malteada o un refresco, 250 pesos; una pizzeta, 120.
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¿Por qué hay ciudadanos que se rebajan a estas condiciones, sin ni siquiera obtienen un mínimo beneficio, por ejemplo un boleto más barato? La respuesta generalizada es que les es muy difícil adquirirlo por el camino formal, a través de la app Viajando. “Es una misión casi imposible de manera online porque la aplicación colapsa y los pasajes desaparecen en segundos”, explica Lucía, que además alega que vive lejos de una agencia de venta de pasajes. “Igual comprarlos allí significa también dormir en el lugar por las pocas oportunidades que hay. Es todo lo mismo: muy pocos ómnibus y asientos disponibles”.
Viajando, además, exige actualizar el programa operativo, algo que no está al alcance de todos los móviles y ha dejado a numerosos clientes fuera. Esa fue, precisamente, una de las quejas que los usuarios dejaron en la nota de la prensa oficial que recogía el contenido de la Mesa Redonda de este miércoles, dedicada al transporte.
Porque, en efecto, mientras los ciudadanos se enfrentan al nefasto día a día, el Gobierno intenta por todos los medios hacerlo parecer más amable. Así, en la última Mesa Redonda, donde en mitad de cifras que pretendían ensalzar al Grupo Empresarial Automotor –como que está “conformado por 18 empresas divididas en cuatro grandes bloques”, que la sociedad es “cien por ciento cubana” o que cuentan con 16.487 trabajadores y más de 12.000 “medios automotores”, lo cual los convierte en “líderes dentro del sector en el país”– tampoco podían ocultar de todo la realidad.
“Hoy nos golpean aspectos técnicos relacionados con la estabilidad del vehículo, con la dirección, las suspensiones, los sistemas de embrague y el acceso a lubricantes. Todo esto afecta los niveles de transportación”, lamentaba Aidel Ramón Linares León, director de la Empresa Ómnibus Nacionales. Los datos que proporcionó son elocuentes: “En el año 2019 la empresa transportó 13,2 millones de pasajeros, mientras que al cierre del año pasado se transportaron 7,1 millones de pasajeros”.
Por otra parte, Walter Luis Duverger, director general de la Empresa Viajero, indicaba que “una de las mayores insatisfacciones” expresadas por los clientes eran “cómo elementos inescrupulosos han manipulado el servicio de reservación online en beneficio propio”. No daba detalles de a qué se refería ni cómo se iba a solucionar el problema.
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