Octubre de 1989. Los vecinos de la localidad tarraconense de Vandellós descansaban en casa después de un día de trabajo. Pasadas las 21:30 de la noche, un incendio cercano trajo a su mente una pesadilla sucedida 3 años atrás. Las llamas procedían de la Central Nuclear ubicada en el pueblo. Parecía el presagio de algo similar a lo que ocurrió en Chernobyl en 1986. Y podría haberlo sido. De hecho, a día de hoy el accidente nuclear de Vandellós se considera el más grave de la historia de Europa Occidental.
Afortunadamente, y a pesar de la gravedad, la situación no llegó a ser tan dramática. Gracias al trabajo conjunto de bomberos y técnicos se logró controlar el incendio y activar manualmente el sistema de refrigeración del reactor afectado. Esto evitó esa fusión del núcleo que podría haber convertido Vandellós en una ciudad fantasma como en su día lo fue la ucraniana Pripyat.
Es especialmente digna de mención la acción de los bomberos, pues no estaban preparados para resolver sucesos como el accidente nuclear de Vandellós. A pesar de proceder de una estación cercana a la central, nadie les había dado la formación necesaria. Tampoco los propios trabajadores de la misma conocían el protocolo de actuación. Todo esto mostró que las cosa se podían hacer mucho mejor, por lo que se pusieron en marcha nuevos protocolos, tanto en España como en otros puntos de Europa. Hoy en día, la energía nuclear es mucho más segura que entonces. Pero veamos qué es lo que ocurrió en Vandellós.
Cuidado con la fusión del núcleo
Las centrales nucleares se utilizan para obtener energía a partir de algo conocido como fisión nuclear. Esto consiste en la división de núcleos pesados, de elementos radiactivos como el uranio. Una vez que el núcleo se divide, sale disparado y choca con otro núcleo, causando también su división. Por lo tanto, esta es una reacción en cadena en la que se libera mucha energía, también en forma de calor. El calentamiento es tan grande que se necesita un sistema de refrigeración que ayude a mantener el núcleo, donde se encuentra el uranio, a una temperatura adecuada. Esto normalmente se consigue mediante el bombeo de agua fría. Es un bombeo que requiere de electricidad, por lo que un apagón puede ser muy perjudicial.
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En el caso del accidente nuclear de Vandellós, lo que ocurrió no fue exactamente un apagón. Una fisura en una de las palas de los generadores eléctricos provocó que perdiese aceite e hidrógeno. En contacto con el aire y el aceite caliente, el hidrógeno provocó una pequeña explosión y un incendio. Los cables no eran ignífugos, por lo que el fuego se desplazó a varios lugares del reactor hasta llegar a una cañería que surtía de agua el sistema de refrigeración. Esto provocó una inundación y, lógicamente, la imposibilidad de flujo en las camisas de refrigeración. El núcleo comenzó a calentarse, cada vez más cerca de alcanzar la temperatura de fusión. Se conoce así la temperatura a la que deja de ser sólido y emite tanta energía que explota, liberando material radiactivo al ambiente.
Emergencia en el reactor
Así fue como comenzó el accidente nuclear de Vandellós. Los trabajadores de la central no tenían un protocolo de actuación, por lo que la mayoría salieron de las instalaciones. Cuando los bomberos llegaron, no había prácticamente nadie para explicarles qué debían hacer. Solo se quedaron algunos técnicos que trabajaron junto a ellos para enfrentarse a dos misiones esenciales: apagar el incendio y activar el sistema manual de refrigeración.
Afortunadamente, con mucho esfuerzo e improvisación, se consiguió lograr los dos objetivos. Pero se hizo cuando solo faltaban 3 ºC para que se alcanzase la temperatura de fusión del núcleo y se liberase material radiactivo al ambiente.
Aprendizajes del accidente nuclear de Vandellós
El accidente nuclear de Vandellós tuvo varios factores en común con el de Chernobyl. Por un lado, que se debió a una cadena de fallos humanos como un mal mantenimiento de las turbinas eléctricas o el uso de cables inflamables. Y, por otro lado, la ausencia de un buen protocolo de actuación. Esto incluye, por ejemplo, la comunicación tardía a la población civil. Exactamente igual que ocurrió en Pripyat tras la explosión de Chernobyl.
Afortunadamente, en este caso no fue necesario evacuar, pero solo 3 ºC más tarde habría sido necesario que la población estuviese lo más lejos posible. El suceso se calificó como incidente de nivel 3 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos. Puso sobre la mesa las carencias de las instalaciones y la necesidad de definir mejor los protocolos. Además, el reactor se desmanteló por completo, dejando solo en marcha el segundo reactor de la central.
Hoy en día muchas de las centrales nucleares de Europa cuentan con sistemas de emergencia diseñados a raíz tanto de la explosión de Chernobyl como del accidente nuclear de Vandellós. Todo ocurrió por una sucesión de errores terribles, pero por suerte sirvió para el aprendizaje sin que hubiese que lamentar las temibles consecuencias de una explosión.
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