Madrid/Hace dos semanas que concluyó, oficialmente, la zafra azucarera 2023-2024, y aún no se sabe cuál era la cantidad proyectada para este año más allá de que iba a ser “superior a la precedente”, según adelantó en diciembre Julio García Pérez, director de Azcuba. Aquella contienda, con 350.000 toneladas de azúcar, volvía a ser un récord negativo, pero el pozo no tiene fondo y, a juzgar por los datos de Sancti Spíritus, se prevé un nuevo naufragio. La provincia rondaba esta semana las 16.000 toneladas, aproximadamente el 75% de lo planificado, contó este jueves el diario Escambray.
Muchas provincias prolongan la cosecha más allá del calendario formal –este año, en palabras del medio, “dado el interés de elevar el inventario de crudo para la distribución nacional”–, por lo que los resultados no están cerrados y falta por conocer los del resto de la Isla, pero los datos parciales hablan por sí solos. En mayo solo se molió 13 días y son muchos los factores que contribuyen al desastre, entre ellos que el ingenio muele a un 30% de su capacidad, la mitad de lo previsto, y que aún queda “una apreciable cantidad” de caña por cortar, casi seis meses después de comenzar el proceso.
“Tampoco que trabaje un central y el plan de azúcar sea pequeño resulta sinónimo de una zafra sencilla”, espeta el diario, retrotrayendo a las palabras del presidente de Azcuba, que avanzó una nueva contienda modesta pero eficiente –algo que ya ocurrió en 2022-2023, con idéntico resultado–. El diario sostiene que faltan recursos y el azúcar se fabrica “a cuentagotas”, mientras la molienda se reduce a unas pocas horas “cada dos o tres días”, en ocasiones solo dos veces por semana.
Se ha hecho un gran trabajo humano “por enderezar una zafra que antes de empezar pintaba a juego perdido y terminará en plena primavera con la producción más baja en la historia espirituana”- CHECALO -
En la nota se elogia el trabajo de los espirituanos y cómo se organizan con el ínfimo combustible para mover la caña, lo que permite exhibir “indicadores decorosos, de los cuales algunos se inscriben como los mejores a nivel de país”. La frase, demoledora, advierte de cómo está la cosecha a escala nacional, ya que, insiste el medio, se ha hecho un gran trabajo humano “por enderezar una zafra que antes de empezar pintaba a juego perdido y terminará en plena primavera con la producción más baja en la historia espirituana”.
El central Melanio Hernández, en Tuinucú, responsable único de la molienda, ya comenzó mal la arrancada, con una rotura que lo mantuvo paralizado en diciembre, pero este es casi el menor de los problemas. “La mayor parte de ese tiempo sin moler se comparte entre la falta de combustible, aceite para las combinadas y el impacto de las lluvias en los campos”, señala Escambray, que concluye que si el central Uruguay –el llamado Coloso de Jatibonico está siendo reparado con una inversión e ingenieros rusos– estuviera activo, las cosas no solo no irían mejor, sino casi peor.
“No ha sido posible cortar la poca caña que tiene el territorio y que solo alcanzó para planificar una producción de azúcar de alrededor de 21.000 toneladas, inferior al real de la cosecha precedente”, admite el texto, que achaca parte de los males a los “cercos financieros y medidas exteriores diseñadas para asfixiar la economía”, aunque no omite que faltan recursos. Esos recursos podrían ser mayores si el Gobierno dejara de desinvertir en la industria azucarera, que en 2023 obtuvo apenas 369 millones de pesos, frente a los 410,1 millones de 2022.
Escambray no escatima en la caracterización de los desastres: “Tan torcida ha sido la zafra, que la debilidad mayor en lo que va de siglo, la falta de materia prima, ni se nota ante la imposibilidad de picar la plantación” o “la zafra sin petróleo no existe”, subraya, ya que nunca hay combustible garantizado que mueva el dispositivo de transporte –ni automotor ni ferroviario– de la caña más alejada.
Lo peor es el horizonte. Según Escambray, es obvia la necesidad de alargar la contienda a junio, pero a la vez se está afectando el calendario de reparaciones y mantenimientos en el ingenio, que puede colapsar. Además, ya está en peligro la siembra de la próxima caña. “Basta saber que la provincia solo ocupa el 40% del área dedicada a la caña y, de esa, una parte no tiene calidad”.
El pasado año, Cuba se quedó muy lejos del medio millón de toneladas de azúcar que necesita para el consumo nacional, a la vez que fallaron sus compromisos de exportación, de 411.000 toneladas, con la consecuente pérdida de divisas.
Mario Amador, presidente del Comité Nacional de Productores de Azúcar del país, anunció este jueves que la cosecha se cierra con 1.777.210 toneladas de azúcar, solo 500 menos que la mejor zafra de la historia del país
Serán las que se lleven, en cambio, los productores nicaragüenses, que esperan hacerse con 220 millones de dólares gracias a una cosecha que roza el récord. Mario Amador, presidente del Comité Nacional de Productores de Azúcar del país, anunció este jueves que la cosecha se cierra con 1.777.210 toneladas de azúcar, solo 500 menos que la mejor zafra de la historia del país.
El empresario celebró los datos, que se dieron “pese a las adversas condiciones climatológicas”. “Podríamos decir que ha sido un récord en todos los aspectos de producción, tuvimos récord en producción de caña, más de 8.400.000 toneladas”, destacó.
A ello se unirán las 294.467 toneladas de melaza, que si se exportan supondrán 50 millones de dólares más, un total de 270. Amador indicó que el sector, uno de los principales rubros exportadores de Nicaragua, emplea a 136.000 personas y que la fabulosa producción ha llevado a incorporar 970 millones de kilovatios hora (KWh) en renovables gracias a la biomasa, es decir, una contribución al consumo energético nacional del 20%.
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