Después de muchos años, los diabéticos terminan familiarizándose con los pinchazos de insulina. Al fin y al cabo, es la única forma que tienen para recibir esa hormona tan necesaria para su salud. Sin embargo, en los inicios puede ser complicado para algunas personas. Además, quienes tienen fobia a las agujas pueden incluso llegar a abandonar el tratamiento. Por eso, los científicos llevan mucho tiempo buscando nuevas formas de administrarla. Entre ellos, se encuentra un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica, quienes acaban de publicar dos estudios sobre la administración de gotas de insulina bajo la lengua.
Es una opción muy interesante. En primer lugar porque no es nada invasiva, pero también porque supone una llegada muy rápida al torrente sanguíneo. El motivo por el que se utilizan los pinchazos de insulina es justo porque se necesita que llegue a la sangre, sin intermediarios. En el camino hacia el sistema digestivo puede perderse o metabolizarse donde no debe. Al contrario, en una solución inyectable o bajo la lengua el procedimiento es mucho más rápido.
De momento, estas gotas no se han comercializado. No obstante, los autores de la investigación esperan que pueda hacerse pronto. Ya están buscando los permisos pertinentes para ponerse manos a la obra. Mientras tanto, veamos cómo funciona su innovador fármaco para decir adiós a los pinchazos de insulina.
¿Por qué los pinchazos de insulina suelen ser la mejor opción?
De un modo u otro, la mayoría de mecanismos de administración de esta hormona consisten en pinchazos de insulina. Por ejemplo, hay parches que administran la insulina a través de la piel. Muchas veces estos consisten también en microagujas, por lo que sigue sin ser una opción muy cómoda.
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Por eso, la mejor opción sería la administración oral. Pero hay un problema. La insulina es una molécula muy delicada, que no sobreviviría al viaje hacia el sistema digestivo ni a los ácidos del mismo. Pueden utilizarse cápsulas que la liberen justo en el momento adecuado. Incluso se han investigado cápsulas con microagujas que se administran por vía oral y, una vez en el estómago, inyectan su contenido en el revestimiento estomacal. En esos casos, el problema sería que se metabolizaría la insulina en el hígado antes de pasar al torrente sanguíneo. Es un proceso en el que cambia su estructura, por lo que ya no es tan eficaz.
Todo esto deja los pinchazos de insulina como única opción. Sin embargo, quizás la solución oral perfecta sea tan fácil como depositar la hormona debajo de la lengua.
Las ventajas de la administración sublingual
Muchas pastillas, como ciertos ansiolíticos tienen la opción de tragarse, cuando no hay una urgencia, o administrarse bajo la lengua si queremos que hagan efecto lo antes posible. Esto se debe a que bajo la lengua hay un montón de capilares. Por eso, cuando la pastilla se disuelve en la saliva, pasa rápidamente al torrente sanguíneo a través de ellos.
Con la insulina podría hacerse lo mismo, pero hay una gran limitación: el tamaño de las moléculas. Son tan grandes que no pueden atravesar las paredes de los capilares si no se les da un poco de ayuda. Y esa ayuda es la que han conseguido darle estos científicos.
Para ello, han mezclado la insulina con un péptido penetrante de células. Esta es una molécula capaz de crear poros transitorios en las membranas celulares. Por lo tanto, no causan daños, ya que el poro se cierra una vez que ha cumplido su función. Se utiliza mucho en investigación y ciertas terapias para la administración de ácidos nucleicos, tanto ADN como ARN, y algunas proteínas de gran tamaño. En este caso, se logró que la insulina administrada bajo la lengua penetrase en los capilares y llegase rápidamente al torrente sanguíneo.
Es importante destacar que los experimentos se han realizado en ratones. Sin el péptido la insulina se quedaba atascada en el revestimiento de la boca, pero con él llegaba sin problemas a la sangre. Dado este buen funcionamiento, los investigadores están buscando socios privados que ayuden en la comercialización. Antes tendrán que comprobar si es igual de eficaz en humanos, por supuesto. Si se comprueba que sí, quizás sería una forma ideal de que los diabéticos digan por fin adiós a los pinchazos de insulina.
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